En este primer aniversario de Vivencias Llaneras del Abuelo, queremos acercarnos más al paisaje, plasmar en palabras sus características, colores, olores y temperatura y pensamos que la mejor manera es pasearnos por las dos grandes estaciones que tenemos en Venezuela: Verano e Invierno.
Los poetas y compositores llaneros ya han plasmado su sentir sobre cada paisaje y es ese trabajo, precisamente, el que utilizaremos para pintar la llanura, porque es un lenguaje sentido, expresado con los ornamentos de la poesía y el sentimiento, fiel a la realidad que se vive en el llano en esos dos períodos extremos.
Don Alberto Arvelo Torrealba, escribió como último trabajo de su vida, un libro maravilloso, con el cual recibió el Premio Nacional de Literatura: Lazo Martí: Vigencia en Lejanía. En él hace un análisis pormenorizado de la Silva Criolla; pero es un análisis no solamente literario, sino que estudia cada paisaje, cada momento, cada característica de la naturaleza que se describe en la Silva. Y siendo que la Silva Criolla en su desarrollo, nos muestra con detalles esos cambios estacionales del llano, es el instrumento perfecto, conjuntamente con el análisis de Don Alberto Arvelo Torrealba, para plasmar el calendario del llano.
Dice el poeta: En Venezuela llamamos verano – y tal es la segunda acepción del diccionario de la Real Academia Española – la parte de año equinoccial en que predomina la sequía, en principio del 15 de noviembre al 15 de mayo. Mas se trata, bien sabido es, de lindes temporales fluctuantes, porque ni la salida ni la entrada de aguas son fenómenos cuya fecha puede precisarse de modo exacto. A veces el fuero de la lluvia no pasa del mes de octubre, o bien se prolonga hasta diciembre, en tanto que el tiempo de la atmósfera enjuta puede clausurar en abril, o estirarse inclemente hasta junio:
Barre brumas la ráfaga en el llano
Y traen olor a humedecida tierra
Los últimos alientos del verano
El verano trae consigo sol inclemente, con el que las fuentes de agua se van secando, migración de animales en búsqueda de agua, incendios espontáneos... Es tiempo de vida y muerte, sin embargo ésto no aflige al hombre del llano, acostumbrado a vivir siempre en condiciones extremas. El Llanero aprende a valorar cada estación de su año y no es difícil escucharles hablar con pasión de la belleza de su llano tanto en invierno como en verano.
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