El Carretón se manifestaba con el ruido de un carro de mula con ruedas de hierro que sonaban sobre las calles de piedra. Se dice que es donde llevaban los muertos cuando la fiebre amarilla, y se escuchaba especialmente por la calle que conducía al cementerio de Acarigua (calle 7).
Uno de los testimonios recogidos por la profesota Carmen Pérez de Montero, dice que a eso de las 12 de la noche, una señora que vivía en la calle 7, escuchó el ruido de la carreta, se asomó a la ventana y descubrió con horror, que en efecto habia una carreta, tirada por un caballo muy flaco, conducida por un hombre flaco, semejante a un esqueleto, desnudo y en posición contraria a la de un jinete normal.
EL AMO DEL AGUA
Esta Leyenda nace en los lados de Chabasquén, a la orilla del rio Chabasquencito.
Cuando se fundó el pueblo de Chabasquén, su primer cura doctrinero fue el Padre Chabas, de quien se cuenta que un día desapareció sin dejar huella y transcurrido el tiempo, estando los indios de caceria, divisaron un bulto y lanzaron las flechas para descurbrir posteriormente con tristeza, que era el Padre Chabas. De allí dicen que Chabasquén fue la region maldita del Edo Portuguesa. Tambien se dice que el padre, al dejar el pueblo, lo maldijo. Con los años se construyó una capilla fuera del poblado a orillas del río Biscucuy.
El cronista de Biscucuy, profesor y poeta Angel Marquez, cuenta haber tenido una experiencia personal con el Amo del Agua. Dice que era frecuente oir en las noches el ruido de los animales que se quedaban en el corredor de la casa, como si algo les asustase.
Cuenta que un dia, estan él y su familia durmiendo, entró a la casa una persona calzada con botas que caminó por la casa con pisadas fuertes, entró a la cocina y movió ollas y sartenes y al salir y pasar cerca de la puerta del cuarto, tosió y se aclaro la garganta. Al día siguiente, no habia evidencias en toda la casa de la presencia de aquel hombre.
Cuenta tambien el profesor, que una tarde como a las 6, vió salir del río un hombre vestido de blanco con un mandador en la mano y se acercó a la casa. El hombre era alto y flaco y cuando llegó al corredor, empezó a golpear con el mandador a las gallinas y a los perros que aullaban en forma espeluznante.
Fuente consultada: Mitos y Leyendas del estado Portuguesa - Carmen Pérez Montero
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