"Es un ave que abunda en todo el territorio nacional. Su canto es la onomatopeya de su nombre, es totalmente domesticable y puede convivir con la gallina. Muchas veces los machos cubren a éstas últimas, naciendo de esta unión un ave especial con características propias que el llanero acondiciona, cuando es macho, para llevarlo a las peleas de gallo. Cuando esto ocurre, suelen identificarlo con facilidad, por conservar sus cualidades de pájaro, pues combate siempre encima del contendor, sin posarse mucho en tierra.
A la guacharaca domesticada se le tiene tanta fe como al perro o el alcaraván. Cuando se cría en el corral es muy mansa y persigue como un perro a la mujer que la ha criado y atiende al llamado que ella le hace, pronunciando la palabra “guachita”. El ave contesta entonces con sonido similar al piar de pollos recién nacidos
Cuando están posadas entre la ramazón de los arboles hace coro con sus compañeras, pero al sentir seres extraños deja de cantar y trata de retirarse sigilosamente, con pequeños saltos silenciosos. Si no han sido descubiertas, permanecen quietas en el follaje, pero al darse cuenta que el cazador está tomando posición, alzan vuelo desgranando su cantar.
La guacharaca puede actuar como un aguerrido defensor de su amo, saltando sobre el agresor, abriendo sus alas y lanzando picotazos hacia los ojos.
La Guacharaca tiene, según algunos, cierto parecido con las gallinas domésticas, pero con la cola más larga y hacia abajo y de color rufo (rojizo) en su parte inferior, de donde le viene el «ruficauda» de su nombre científico, traducible como «colirrufo», en tanto que su cabeza es gris y sin cresta, la garganta rojiza, el lomo parduzco, en tanto que la parte inferior es castaño grisáceo en el pecho, gris claro en el abdomen y las patas gris pizarra.
Se alimentan de frutas y hojas principalmente, aunque en cautiverio —al cual se pueden adaptar sin dificultad cuando se crían desde pequeñas— su dieta se hace mucho más variada, al punto que, según contaba Bruno Manara, conoció «una guacharaca domesticada por un guardaparque, la cual entra en su casa a tomar café con leche y a comer lo que encuentre. El resto del día se la pasa acurrucada entre las ramas de árboles vecinos; pero cuando ve a alguien comiendo, se acerca a pedirle su parte» (Manara, 2004 [1998], p. 25).
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