Venezuela está entre los 12 países mas ricos en agua y tiene el tercer lugar de importancia en los humedales de América Latina, sin embargo al documentarse un poco, se llena el corazón de tristeza cuando comprobamos la pérdida progresiva de espacios naturales, por la mano destructora del hombre, por la ignorancia, por el no hacer nada, por el beneficio económico y por la indiferencia que desde siempre han mostrado nuestros dirigentes.
Acabo de llegar de San Fernando de Apure y ví impresionada cómo se descargan aguas servidas al río Apure por tuberías de 10" o más. ¿Cuantos años tiene esto sucediendo? ¿Cuánto le queda al Majestuoso Río Apure de vida? ¿Que pasará con sus toninas, sus hermosos bagres rayados, sus caribes?¿Que país le estamos dejando a nuestros hijos? ¿Cuántos espacios hemos perdido ya?
Muchas preguntas podrían hacerse y con muy poca investigación comprobaremos que esos desastres ecológicos y otros mucho mayores ocurren a cada segundo en todo el suelo patrio.
Hoy les ofrecemos un poema de Guillermo Jiménez Leal sobre la muerte del río Caipe, aquel que inspiró al poeta Arvelo para contar la historia de un canoero y su amada Maruja, aquel que ahora es solo sombra de lo que fué:
ROMANCE DEL CAIPE MORIBUNDO
Tomado de Mastranturas, Guillermo Jiménez Leal
Agarre el cuatro, poeta
que el Caipe se está muriendo;
dijo Santico Espinoza
llegando a Banco Arañero
El Caipe de la leyenda
el que cantó Alberto Arvelo,
el que iba de monte a monte
zumbador y turbulento,
el que llega a La Rompía
pasando del Rufinero,
el Caipe del Remolino,
hondo, recio y caimanero.
Hijo del Santo Domingo
por su trajinar izquierdo,
fue testigo franco y mudo
del drama del canoero,
cuando lo engañó Maruja
enuna noche de fuego.
Cuánto vale la agonía
del viejo Caipe Obispeño;
el que le deja al Masparro
su caudal y su concierto.
El Jobal y la Morita
le dieron prestado el pecho;
las sabanas de Espinito
lo tienen de compañero
y el Paso Real de San Lázaro
ya se le perdió en el tiempo.
Si recordar su bravura
pide un romance llanero,
es llanto de un pescador
sobre el cordel del anzuelo.
La arena tiene un temblor
y la espuma un desconsuelo,
el cubarral del barranco
perdió su verde mas tierno,
el rumor de la chorrera
se fue quedando en silencio
y el cafetal del bajío
mordio su fruto bermejo
Teófilo amarra caimanes
borracho y aguinaldero
se perdió de Santa Cruz
y reventó el guaralero
Los caños que le caían
borraron su terronero;
las madrevieas sombrías
fueron perdiendo el hojero:
la alfombre que refrescaba
el camino del viajero
Verdea el cañabraval
blancos de los carameros
rojos de cada peonía
amarillos del piedrero,
brisas del zumba que zumba
debajo del zancudero,
espigas de las veradas
brillos del sol veranero,
voces del caporunal,
palos de los carpinteros:
díganle al samán frondoso
y al gerbedor bullanguero
que el agua trae un quejido
y el cantar un desespero;
díganle al guamal floreao
y a los silbidos del viento:
que triste la sinfonía
que ejecuta el aguacero;
de que sirve una plegaria
por un río que huele a muerto
el que cantó Alberto Arvelo,
el que iba de monte a monte
zumbador y turbulento,
el que llega a La Rompía
pasando del Rufinero,
el Caipe del Remolino,
hondo, recio y caimanero.
Hijo del Santo Domingo
por su trajinar izquierdo,
fue testigo franco y mudo
del drama del canoero,
cuando lo engañó Maruja
enuna noche de fuego.
Cuánto vale la agonía
del viejo Caipe Obispeño;
el que le deja al Masparro
su caudal y su concierto.
El Jobal y la Morita
le dieron prestado el pecho;
las sabanas de Espinito
lo tienen de compañero
y el Paso Real de San Lázaro
ya se le perdió en el tiempo.
Si recordar su bravura
pide un romance llanero,
es llanto de un pescador
sobre el cordel del anzuelo.
La arena tiene un temblor
y la espuma un desconsuelo,
el cubarral del barranco
perdió su verde mas tierno,
el rumor de la chorrera
se fue quedando en silencio
y el cafetal del bajío
mordio su fruto bermejo
Teófilo amarra caimanes
borracho y aguinaldero
se perdió de Santa Cruz
y reventó el guaralero
Los caños que le caían
borraron su terronero;
las madrevieas sombrías
fueron perdiendo el hojero:
la alfombre que refrescaba
el camino del viajero
Verdea el cañabraval
blancos de los carameros
rojos de cada peonía
amarillos del piedrero,
brisas del zumba que zumba
debajo del zancudero,
espigas de las veradas
brillos del sol veranero,
voces del caporunal,
palos de los carpinteros:
díganle al samán frondoso
y al gerbedor bullanguero
que el agua trae un quejido
y el cantar un desespero;
díganle al guamal floreao
y a los silbidos del viento:
que triste la sinfonía
que ejecuta el aguacero;
de que sirve una plegaria
por un río que huele a muerto
Donde están los caminitos
que llevan a los pesqueros
el playón que las mujeres
tenían como lavadero;
las manos de doña Eustaquia
y de Cecilia Marrero,
dónde pintará sus huellas
el alacaraván playero,
como zambulle un muchacho
en medio de ese arenero,
Dónde quedo la canoa
que palanqueaba Melecio
cuando al paso de la balsa
lo mató un puente de hierro
Quién se acuerda del camion
de Felipe Caballero
roncando hasta la Lopera
por caminos Moreneros
Cómo va a haber ribazón
con un cauce casi seco,
cómo se tira una palma
si no hay agua ni en invierno
Afine el cuatro poeta
que el Caipe se está muriendo
dijo Santiago Espinoza
soñando en Banco Arañero
Se acaba una vaquería
y el Caipe es el cabrestero
mírelo como agoniza
sin cura, ni yerbatero
mire que ni los zamuros
tienen pendiente el entierro
Mire como andan los bichos
llorando su abrevadero:
la iguana medio escondida
y e chigüire mas cerrero;
la vaca que mas bufea
cuando beben los becerros,
el cunaguaro cebao
y el mato de agua güevero
el carrao y la cotúa,
las garzas , y hasta los perros
se olvidaron del picure
y se pararon, latiendo
en la orilla de aquel río
que se quedó en el recuerdo
Se fue el mije y el rayao,
las quiguas, los tarralleros
se fue la negra Clarisa
y Olegario el culebrero,
se fue Don Ramón Gonzalez
se fue Pánfilo Romero
el padre Román Monsalve
dejó solo el bautisterio
el renco Antonio entregó
la pulperia de sus sueños
y se fue Juan Pablo Vásquez
de Borburata pa´dentro
Ah mundo aquella alegría
que nos espantaba el tedio....
Parece que con el río
quisiera morirse un pueblo,
puro olvido y pura sed
puro afán y puro anhelo
Tóqueme el cuatro poeta
que el Caipe se está muriendo
dijo Santiago Espinoza
soñando en Banco Arañero
que llevan a los pesqueros
el playón que las mujeres
tenían como lavadero;
las manos de doña Eustaquia
y de Cecilia Marrero,
dónde pintará sus huellas
el alacaraván playero,
como zambulle un muchacho
en medio de ese arenero,
Dónde quedo la canoa
que palanqueaba Melecio
cuando al paso de la balsa
lo mató un puente de hierro
Quién se acuerda del camion
de Felipe Caballero
roncando hasta la Lopera
por caminos Moreneros
Cómo va a haber ribazón
con un cauce casi seco,
cómo se tira una palma
si no hay agua ni en invierno
Afine el cuatro poeta
que el Caipe se está muriendo
dijo Santiago Espinoza
soñando en Banco Arañero
Se acaba una vaquería
y el Caipe es el cabrestero
mírelo como agoniza
sin cura, ni yerbatero
mire que ni los zamuros
tienen pendiente el entierro
Mire como andan los bichos
llorando su abrevadero:
la iguana medio escondida
y e chigüire mas cerrero;
la vaca que mas bufea
cuando beben los becerros,
el cunaguaro cebao
y el mato de agua güevero
el carrao y la cotúa,
las garzas , y hasta los perros
se olvidaron del picure
y se pararon, latiendo
en la orilla de aquel río
que se quedó en el recuerdo
Se fue el mije y el rayao,
las quiguas, los tarralleros
se fue la negra Clarisa
y Olegario el culebrero,
se fue Don Ramón Gonzalez
se fue Pánfilo Romero
el padre Román Monsalve
dejó solo el bautisterio
el renco Antonio entregó
la pulperia de sus sueños
y se fue Juan Pablo Vásquez
de Borburata pa´dentro
Ah mundo aquella alegría
que nos espantaba el tedio....
Parece que con el río
quisiera morirse un pueblo,
puro olvido y pura sed
puro afán y puro anhelo
Tóqueme el cuatro poeta
que el Caipe se está muriendo
dijo Santiago Espinoza
soñando en Banco Arañero
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