Una visión de la evolución del joropo o mejor dicho su expansión en el territorio nacional, la obtenemos de Rafael Salazar y Oswaldo Lares en su trabajo titulado VENEZUELA, CARIBE Y MUSICA, quienes opinan lo siguiente:
"De la expansión del joropo conjeturamos que a la luz de los primeros fandangos, llegados a Caracas a comienzos del siglo XVIII y ejecutados con bandurrias, vihuelas y mandoras, se tocarían en las veladas de los “grandes cacaos”, en las haciendas circunvecinas de Caracas".
De los fandangos tañidos en arpa y pulsados en el clavecín por los mantuanos que organizaban las
fiestas en sus haciendas, nuestros campesinos –negros y mulatos- aprenderían de oídas las frases más comunes y alegres de esta música afroandaluza; en sus ratos Iibres, la peonada iba descubriendo los secretos del fandango, pero le imprimió la fuerza rítmica del negro, dándole a los bordones de un arpa rústica, hecha de bambú, o de una bandola, construida de taparo, una presencia primordial; había nacido el joropo central, de los Valles del Tuy mirandino y de Aragua.
En adelante, aquel fandango reposado se transformarla en una forma contrapuntística popular donde alternarán en el arpa el tipleteo -de la región aguda- los tenoreteos -en la región media- y el bordoneo propio de los bajos.
Y en la bandola de ocho cuerdas pero de cuatro sonidos, al igual que en el arpa criolla de 36 cuerdas, se dieron variaciones de joropos nacidos en las haciendas aragüenas y mirandinas y que hoy
conocemos como golpes, resbalosas, pajarillos, yaguazos, pasajes, revueltas y hornadas. Quizás
por ello, por haber tenido al clavecín como padre putativo y al fandango como madre, de fraseos expresivos cargados de virluosismo, el joropo central no incorporó el cuatro a su instrumentación, para poder lucir las excelencias del arpista y de sus cantadores, los que a su vez resuenan los capachos o maracas con gran maestría.
Del Tuy partió el joropo hacia el Valle de Orituco, y como potro cimarrón Ilegó a los llanos centrales y occidentales cuando comenzaba el acopio cierto nuestra ganadería, heredera quizás de aquella primera importación de los 4.000 ovejos que trajo a Caracas en 1567 Diego de Lozada, su tercer y último fundador.
En Los Ilanos occidentales la bandola sustituyó al arpa y por utilizar solamente cuatro cuerdas en lugar de sus ocho originales requirió una técnica que precisaba del tipleteo y bordoneo simultáneos a través de la pajuela y de la uña del intérprete. Galerones, para narrar historias; pasajes para cantarle al amor y al terruño; seis para los contrapunteos o canciones de controversia y que por su tempo son los herederos directos del fandango; y por último el pajarillo, la expresión más acabada del resonar del llano, quizá el hijo más fiel del fandanguillo.
Ya con el tiempo brotarán nuevas formas, derivadas de joropos que se van haciendo célebres en el pulso de bandolistas, arpistas y recios cantadores. En los llanos del Arauca colombiano, el joropo incorpora el requinto, el cuatro y la carraca; a veces el bandolín va a sustituir al requinto, pero con el tiempo entra en desuso y poco a poco -ya en nuestra época- el arpa toma posesión de los llanos comunes, desplaza en Colombia al requinto y se tutea con nuestra bandola llamada también de Payara, por ser el primer lugar de donde tengamos noticias acerca de su nacimiento criollo; por su parte, las maracas harán lo propio con la tradicional carraca colombiana.
La riqueza del joropo nacional se hace presente en el oriente venezolano a través de las variantes: zumba que zumba, sabana blanca, catira, golpe de arpa, llabajero, media diana y golpe y estribillo. En esta región el bandolín y la bandola oriental (de ocho cuerdas) sustituyen el arpa como instrumento solista. En la costa del estado Sucre se ha incorporado también la cuereta o acordeón como instrumento melódico, constituyendo una curiosa variedad dentro de la música nacional.
Miguel Acosta Saignes, prestigioso antropólogo venezolano, nos informa acerca de la expansión del joropo en Venezuela desde los llanos occidentales hacia el oriente del País. (…) “En la época de sequía (octubre-marzo de cada año), los animales emprenden una huida forzada por la búsqueda afanosa del agua, e inician una peregrinación hacia el Orinoco, dado que su caudal les garantiza suministro de agua abundante durante todo el año. Con ellos viajará también el llanero; lo acompañan su caballo, su cuatro (por ser un instrumento de bajo costo y de fácil transporte), sus coplas y la nostalgia por la mujer amada que dejará en el rancho campesino. Allí echará raíces, en nuevos suelos, esparciendo su música por los llanos y montañas orientales, con la esperanza primigenia del viajero que solo regresará en sus recuerdos, porque ha descubierto la abundancia eterna.
En Sucre al joropo llanero y en especial el corrío es denominado llabajero, porque vino de «allá abajo, desde los llanos occidentales hacia las tierras de oriente. Allí la guitarra, el bandolín y la bandola se establecieron desde la Colonia en el ambiente señorial de Nueva Andalucía (hoy Cumaná) y Angostura (hoy Ciudad Bolivar), para servir de base instrumental a la interpretación de polkas, mazurcas, valses y fandangos, principalmente.
Luego se incorporaron estos instrumentos a los aires renovados del joropo llanero, creándose una variante muy popular, hoy día propicia para el baile y la improvisación: el golpe y estribillo.
El golpe es un joropo desarrollado a tres tiempos, que posee una temática libre, muy bien elaborada, como la del valse, y que comprende varias partes o periodos musicales. Luego, en un instante de la ejecución, se transforma en un tiempo más rápido,
fogoso; es así que el 6 x 8 indica el inicio del estribillo, que desarrollado sobre un ciclo armónico fijo recorre la cuarta, la tónica, la dominante y nuevamente la tónica.
El estribillo es ideal para la improvisación tanto del ejecutante como del cantante, quien trama el
texto poético, dándole cierta característica de variación dificultosa por su excelente riqueza rítmica, a través de la repetición de aquellas palabras que dentro de su poesía se prestan para realizar el juego rítmico requerido.
Dentro del estribillo se produce el cotorreo en el canto, conocido también
como estribillo cotorreao por la asociación directa con el habla excesiva que caracteriza a la cotorra criolla. Se cuenta que esta forma de canto le sirvió a los esclavos de la costa sucrense como forma de comunicación política (casi ininteligible, a manera de trabalengua) para trasmitir los partes de guerra y los mensajes tácticos de las acciones patrióticas revolucionarias durante la campana de la Independencia (1810-1821).
En el joropo oriental intervienen como instrumentos solistas, el bandolín, la bandola (de ocho cuerdas) o el acordeón; y de acompañamiento: el cuatro, las maracas, el violín, la marimbola y la
tambora. Estos dos últimos instrumentos se expandieron, sobre todo en el estado Sucre, como aporte de las comunidades negras de origen africano y de Las Antillas, para el enriquecimiento de esta
particularísima forma musical. La manera de percutirse las maracas se diferencia notablemente de
la llanera del centro y occidente del país; se le conoce en Oriente como "maraca ordeñada" por
semejanza con los movimientos característicos del ordeño mañanero en las vaquerías."
A continuacion tres videos con distintos grados de formalidad en la grabación, que nos muestran algo del joropo oriental. Llama la atención el uso de instrumentos de confección casera.
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