Francisco Castillo Serrano
Lecturas del Apure Legendario
"Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país en tanta cantidad como no lo hubo antes ni lo habrá. Y cubrió toda su faz y oscureció la tierra y consumió toda la hierba y todo el fruto de los árboles y no quedo cosa verde en toda la tierra de Egipto". (Exodo. 10, 14).
En Venezuela a finales del siglo XIX y comienzos del XX el infortunio era lo común, estaba aún convaleciente de los dramáticos efectos de las guerras de Independencia y Federal e intentaba reanimarse para conseguir el progreso, cuando es invadida por la langosta en 1812 primero y en 1882 después. En 1880 la situación política era dramática sin mencionar la económica, esta última se agrava y persiste hasta 1887, debido, entre otras causas, a las contínua irrupción de langostas diezmadoras de cosechas, la caída de los precios internacionales del café y el cacao que ocasionaron una considerable merma en los ingresos públicos.
En abril de 1885 las langostas azotaron en gran proporción los Andes venezolanos, y casi al año, en marzo de 1886, espesas nubes del voraz insecto impregnaron los llanos de Barinas y Apure y por el cañón del rio Santo Domingo invadieron la ciudad de Mérida y sus campos con general alarma. La afectación de gobierno y pueblo
ante dichas alimañas escalofriaba, descubriéndose entonces que con gritos y ruidos de latas levantaban vuelo y seguían su marcha.
En 1909 torbellinos de langostas invadieron de nuevo los llanos y región occidental del país, cuya permanencia duró hasta comienzos de 1910, en tanta cantidad que solo en la hacienda del doctor José de Jesús Dávila, situada en La Punta, en las afueras de Mérida, se recogieron sesenta arrobas (690 Kg.) de larvas; por fortuna para unos y desgracia para otros, la calamidad partió hostilizada hacia otra regiones, mas por el clima que por la acción humana.
En fin, no era una plaga nueva y desconocida; se sabe que en 1645 había asolado los campos de la extensa Provincia de Venezuela, conforme al testimonio del gobernador Marcos Gedler Calatayud y Toledo.
Relata Sánchez Olivo que "para 1916, llego al Apure una gran invasión de langostas. Eran millones de ellas, en enjambres compuestos de tantos insectos que ensombrecían la luz del sol formando un tupido manto que se proyectaba como una oscura sombra sobre la tierra. En el vuelo permanecían muy juntas y al descender se precipitaban violentamente sobre los sembradíos, arboles o cualquier vegetal que inmediatamente devoraban, haciendo estragos en maizales y conucos
cercanos a San Fernando, en los cuales, trascurrido algún tiempo, solo quedaban los tallos completamente desprovistas de hojas.
Un conuco propiedad de don Amadeo Garbi, ubicado por el sector Boca de Guerra, cerca de Biruaca, fue atacado por tales animales dejándolo como el más inusitado peladero. Los campesinos hacían zanjas alrededor de sus siembras, que luego tapaban con tierra o les aplicaban candela una vez plenos de aquellos bichos. Continua relatando que: "también causó estragos en el Cajón de Arauca, ese mismo año, entre Guachara y El Yagual, se presentaban como una
nube negra en el horizonte, y caían sobre arboles y casas con techo de cinc semejando el ruido de un chubasco y a su paso las plantas de todo tipo quedaban desnudas, sin señales de follaje. Las aves, como
arrendajos, orihuelos, paraulatas, cubiros y otros, a su llegada las engullían con gran gusto, pero el hartazgo y la colosal abundancia les producía repugnancia y hasta temor, obligándolas a retirarse".
Decía don Rafael Tirado, viejo comerciante apureño, nativo de San Juan de Payara que él presenció como se quebró la rama de un samán debido al peso de los animales que se posaron sobre ella.
La verdad es que en ninguna región del país se hicieron esfuerzos serios de algún género para acabar con la plaga, y desde esa fecha. (1916) las nubes de langosta fueron desapareciendo espontáneamente, privando así a los muchachos del entretenimiento que tenían de perseguirlas y matar a cuantas llegaren a su alcance.
En todo caso, langosta, es el nombre común dado a diversas especies de insectos ortópteros, de cuerpo alargado, patas posteriores adaptadas al salto que se alimentan fundamentalmente de vegetales.
Viven en regiones cálidas y presentan dos fases: solitarias y gregarias, esta última, es cuando forman grandes masas migratorias que se desplazan juntas, destruyendo a su paso toda forma de vegetación.
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