Jesús Bolaños, Luis Ballesteros, Jorge Virigay y Pedro Rodriguez, el importante cuarteto de defensa, estudio y dedicación al Caparo, presentes siempre en la memoria de quienes los conocieron y muy especialmente, en la memoria del profesor Omar Carrero quien compartió sus vivencias y aprendíó de ellos parte de sus grandes conocimientos sobre esta selva, reducida ahora a unas pocas hectáreas.
DON PEDRO RODRÍGUEZ SEMBLANZA DE UN BAQUIANO (1912-2011)
Omar Carrero Araque
Don Pedro Rodríguez se consideró durante mucho como una de las “memorias vivientes” de los pueblos y caseríos inscritos en la lengüetas barinesas y apureñas que ocupan parte de los municipios Andrés Eloy Blanco y Páez, respectivamente. Nació el 29 de junio de 1912 y casi hasta su muerte, acaecida en 2011, conservó intactas sus facultades mentales, un don que le permitía sumergirse en el tiempo para traer al presente la relación histórica de por lo menos, los últimos 75 años de historia de estos parajes.
En las conversaciones sostenidas con él, en las noches capareñas, pudimos conocer sus primeros pasos en El Cantón hace 93 años, cuando con apenas 6 años de edad se vino junto con su familia desde Paso Potrero, aldea ribereña del Caparo situada a escasos 15 Km., aguas abajo del pueblo. Don Pedro conoció las selvas de Caparo y San Camilo cuando estas masas boscosas cubrían el llano suroccidental de Barinas y Apure. Su familia, junto a la de Don Juan Bolaños fueron las primeras en establecerse en este lugar, a orillas del río, en el sitio conocido hoy como Cantón Viejo. Allí aprendió los quehaceres necesarios para sobrevivir en un ambiente de aislamiento cuasi-total, contacto donde el hombre debía procurarse todo cuanto necesitaba para satisfacer sus necesidades básicas, desde la alimentación hasta la sanación, transitando además por contextos culturales y espirituales. Conocer los secretos de la montaña*, de la sabana o del río eran primordiales para la continuidad como núcleo humano, porque allí estaba la despensa para la alimentación del cuerpo y del ánima. En ese ambiente se crió Don Pedro y allí se hizo becerrero y ordeñador, arriero y caporal, bonguero y pescador, palanquero y patrón, vaquero y agricultor, baquiano de tierra y agua, hombre y amigo.
Don Pedro hizo muchas veces las 32 travesías de San Camilo, suerte de examen para acceder a la hombría. Una de sus mayores satisfacciones era recordar como siendo aún muy joven lo emplearon como Culatero o Cagón, una tarea que cumplió sin haber recibido reprimendas del Caporal a pesar de que traspasar esta legendaria montaña arreando ganado a pie era una prueba tan exigente que hasta los mismos llaneros de a caballo la rehuían. Me contaba Don Pedro que ellos recibían el ganado en Los Mangos, una fundación ubicada al borde la selva, distanciada de Guasdualito por unas 19 leguas de sabana, comenzando allí “el infierno vivo” el cual se prolongaba por unas 25 leguas más hasta llegar a la Sabana de La Concordia en las entradas de San Cristóbal (Táchira). Recordaba este viejo que las runflas de ganado podían superar las 300 reses.
Qué tiempos aquellos me decía Don Pedro y con el canturreo de una canción de Loyola evocaba sus épocas idas: No había música de radio, ni había reloj de campana, pero ganaba el río a las seis de la mañana……..
* En el léxico llanero, el término montaña tiene significado de bosque o selva y no la geográfica de elevación del terreno.
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