...Después de la aldea de San Juan, está otra llamada Flores, y mas adelante el pueblo de Parapara.Son éstas las últimas poblaciones aragüeñas; de ahí en adelante es la zona del Guárico.La primera población llanera es Ortiz. Ya casi no le viene bien el calificativo de población.En veinticinco o treinta años las epidemias de fiebre y la úlcera han ido cavando inexorablemente su decadencia.Aquel pueblo bullicioso, próspero, infatigable en toda suerte de labores, no es ni su sombra: sus calles llenas de escombros; el jaramago ha tomado por su cuenta los empedrados, y caballejos pinchosos y lacrados se ven por ahí ramoneando, raboteando tábanos y moscas, mordisqueando los fluecos de forrajera que salen por las ventanas de enmohecidos barrotes en casas en ruinas, que han sido abandonadas por sus dueños, que llenos d epavor han emigrado a otros lugares.Una vez, después de quince años de ausencia, fui a Ortiz. Iba con la ilusión; aquellas calles risueñas, aquellas amenas umbrías pobladas de azulejos y paraulatas armoniosas, que yo había visto en los fugaces años de la infancia, y cuando me vi en él.... sentí un no se qué de profunda tristeza. A mis labios acudieron los versos inquietantes del poeta español a las ruinas de Itálica.En su desvencijado cementerio había enterrados varios seres caros a mi alma. Mi tristeza fue mas honda al ver sus tumbas arropadas por los matorrales, circuidas de barandales herrumbrosos, resquebrajados.Me alejé de aquel sagrado sitio con el corazón oprimido.Aquella soledad era mas triste aún que la soledad de la tumba del llanero, que al pedir se cave bajo el ala de una palmera, acaso presienta que a los rizados abanicos de esmeralda van a posarse los turpiales bulliciosos y fieros. El Llanero de Daniel Mendoza en su capítulo XVI, Los Morros de San Juan, Centinelas del Llano
Imagen Richard Torres |
Eran como los puestos avanzados en que la gente del centro se acercaba a la llanura.
Cuando en 1780 o visitó el obispo Martí dependía del remoto Vicariato de San Sebastián; estaba por decirlo así, puesto en el ámbito espiritual de Aragua y no en el de Calabozo.
Estos pueblos salieron del ganado y de las misiones como en una lenta penetración de la llanura, demasiado abierta y basta. Era San Sebastián su centro. De allí salen Parapara, Ortiz, El Sombrero y Calabozo. Los capuchinos los fundan con su iglesia de paja y su santísimo expuesto todo el día para ir haciendo pie en las sabanas del indio.
Fueron pueblos que crecieron lentamente con el aumento de los rebaños. No perdían de vista las montañas del centro, pero por un ancho arco del horizonte sentían abrirse la presencia de la llanura." ortizmunicipioortiz.blogspot.com
La tradición oral atribuye el origen de la fundación de la
ciudad de Ortiz a un cacique establecido en el valle de la
actual ciudad, quien gracias a sus esfuerzos y a los de sus
descendientes crearon una población que sería bautizada
con su propio nombre. No obstante, los orígenes históricos
de Ortiz -lugar donde abundan árgomas en lengua vasca- se
remontan a mediados del siglo XVII, fecha en que la comunidad
fue elevada a parroquia eclesiástica bajo el título
de Santa Rosa de Lima.
En diciembre de 1786
se solicitó una nueva composición
y confirmación de las tierras
de Ortiz pero no fue sino hasta
1823 que se inició un proceso
judicial por la posesión de varios
terrenos orticeños por parte del
pueblo de Parapara. La querella
terminó en 1843 gracias a una
comisión negociadora con
miembros de ambos centros poblados.
Germán Montero Alcalá-Pueblos de Venezuela |
Sin embargo,
Ortiz se unió a la causa
por la Independencia, generándose
manifestaciones públicas
de adhesión a Simón Bolívar.
El 26 de marzo de 1818 se registró el combate donde
Simón Bolívar venció a Miguel de La Torre. El 18 de
agosto se había firmado la capitulación entre el realista José
Antonio Arizábalo y Octavio ante Lorenzo Bustillos, ratificada
por José Antonio Páez el 4 de septiembre en Ortiz. El
30 de noviembre de 1829 se llevó a cabo la sangrienta Batalla
de La Cuesta, en donde ni realistas ni patriotas obtuvieron
la victoria.
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En 1848 Guárico consiguió su autonomía. El 18 de
febrero de 1848 José Tadeo Monagas creó el nuevo cantón
de Ortiz, que el 22 de febrero de 1864 fue disuelto al triunfar
el federalismo y
crearse los veinte estados independientes
y el Distrito Federal -en época de la Guerra Federal se
llevó a cabo la Batalla de Los Playones de Ortiz, en la cual
el general Zoilo Medrano venció a las tropas centralistas del
gobierno de Julián Castro, el 18 de marzo de 1858-.
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En
1866 Ortiz pasó a llamarse Departamento Bermúdez y en
1872 le fue concedido el título de ciudad. Esta fue una de
las épocas de mayor auge de Ortiz, pues contaba con un
colegio de francés, cuatro periódicos y tres escuelas, una
diurna, otra nocturna y una para señoritas fundada por doña
Beatriz de Rodríguez. En 1873, cuando Joaquín Crespo
-natural de Parapara y futuro presidente de la nación- fue
presidente del Estado Guárico, trasladó la capital a Ortiz,
en 1877 volvió a ser designada Calabozo como capital y
en 1888 Ortiz volvió a adquirir tal jerarquía.
A comienzos del siglo XX Ortiz fue azotado por el
paludismo, origen del éxodo de los habitantes de este centro
poblado el cual se hizo más dramático en 1918, cuando
la peste española acabó de manera definitiva con la población
restante. Tras una restauración que abarcó gran parte
del siglo XX comandada en parte por Luis Acosta Rodríguez,
Ortiz fue declarado municipio autónomo en 1988.
Entre los elementos arquitectónicos que hablan del auge de Ortiz, destaca la Iglesia de Santa Rosa de
Lima. Les ofrecemos una
reseña tomada de los cuadernos del IPC:
Germán Montero Alcalá-Pueblos de Venezuela |
Germán Montero Alcalá-Pueblos de Venezuela |
fachada principal y también el esquema que todavía permanece: tres naves, planta rectangular, torres cilíndricas y presbiterio y capillas laterales de forma curva. Sólo faltó por culminar los techos, las columnas centrales, cerramientos y acabados.
La obra fue ejecutada en sistema de tapias con
rafas de ladrillo, contrafuertes y refuerzos del mismo material
en puertas y ventanas. Sus fachadas presentaban claramente
el estilo neoclásico en boga para el momento de
su construcción, que se expresaba mediante el uso de la simetría,
frontones triangulares, arcos de medio punto para
jerarquizar ventanas y puertas principales. La iglesia permaneció
102 años sin cubierta y a la intemperie.
A finales
del siglo XX entre 1990 y 1997 se reinicia la construcción
y se concluye el templo bajo la responsabilidad de la Arquidiócesis
de Calabozo.
Hoy en día el templo cuenta con un acabado en obra
limpia de ladrillo, conservando el esquema espacial del arquitecto
Manrique. Posee techos de cúpulas en presbiterio, torres
de campanario, medias cúpulas en capillas laterales y techo
a dos aguas de tejas criollas sobre estructura metálica en las
naves. Las puertas son de madera maciza y los ventanales poseen
vitrales. Los pisos son de arcilla vitrificada. Se encuentra
en buen estado de conservación. Fue declarada Monumento
Histórico Nacional mediante Gaceta Oficial Nº 26.320 del 2
de agosto de 1960.
El Cementerio Viejo de Ortiz:
Vale la pena en este recuento de las pasadas glorias de Ortiz, conocer el artículo de José Obswaldo Pérez, publicado en el Blog Fuego Cotidiano, donde en una agradable reseña nos cuenta parte de la historia del pueblo y la de su cementerio viejo que sin duda es un lugar de mucha importancia en los recuerdos de los viejos orticeños:
El Cementerio Viejo de Ortiz:
Imagen Fuego Cotidiano, blogspot |
"
En 1910, el presidente del estado Guárico, el zaraceño David Gimón
declaraba clausurado el viejo cementerio de Ortiz, conocido hoy como
Cementerio Colonial o el de Los Españoles. El cierre de esta obra
pública, inaugurada durante el septenio gubernamental del general
Antonio Guzmán Blanco, marcaba el fin de una de las épocas más negras de
su historia local: escenario testigo de la hecatombe epidémica de un
pueblo que se negó a morir. Con ella se daba paso a otra historia de la
salubridad pública municipal: la construcción de un nuevo osario que,
después, se conocería entre las familias pudientes como el “pata
e’vacal”, para referirse a una hierba abundante que crecía en aquella
zona aledaña al naciente Barrio La Romana.
La historia del cierre total del camposanto significó el entierro final de la heroica comarca. Con él terminaba las glorias de una población que llegó a ser bautizada en siglo XIX como “La Flor de los Llanos”, por su pujante economía agropecuaria y sus signos de bienestar social. No era para menos. Había llegado a ser la sexta ciudad más importante Venezuela. Ortiz con el nombre de Cantón, entonces Departamento Bermúdez, estaba dividido en dos parroquias: la de Santa Rosa de Lima de Ortiz con 8.042 habitantes y la de Las Mercedes con 2.121 habitantes. Tenía tres prefecturas. Cuarenta casas de mercancía y víveres. Ganadería y una brillante actividad cultural.
El viejo cementerio colonial de Ortiz fue construido en 1873. Según el primer censo oficial de Venezuela -auspiciado por el septenio guzmancista-, se puede extraer una descripción de la nueva obra. “Un cementerio nuevo y de bastante capacidad cuya portada y una pequeña capilla en su interior no estaba concluida para octubre del año próximo pasado...”. Durante la colonia, el lugar de los muertos no fue un espacio opuesto al patio de la iglesia. Esto se demuestra con la visita de Monseñor Mariano Martí a Ortiz, el 05 de mayo de 1780, cuando deja constancia que no había cementerio y ordenaba su pronta construcción. Pero, mucho antes de su edificación, los cadáveres de la gente más acaudalada eran enterrados en la Iglesia Santa Rosa de Lima, de acuerdo a sus rasgos y sus meritos o según el tramo de sepultura que permitía su condición económica; mientras las personas de menores recursos se sepultaban en solares determinados por la autoridad o bien en los patios de las propias casas de los dueños, aunque esta última opción no era común en el centro urbano sino en los caseríos o hatos. Esta misma condición se observa en el viejo cementerio de Ortiz, el cual estaba dividido en dos secciones. Un sitio para los ricos y otro para las clases más humildes. Esta discriminación social se acentúa con su “ensanchamiento” para finales del siglo XIX. Asimismo, el camposanto estaba compuesto por nichos y tumbas de dos y tres pisos, decoradas con ángeles y cruces de hierro forjado elaborados por artesanos de la localidad. Era, realmente, un lugar sagrado; un espacio, cuya singular belleza arquitectónica. Debido a la expansiva epidemia que comenzaron hacerse sentir en la población, en el año de 1879, el doctor E. Velásquez – médico del pueblo de Ortiz- propone el gobierno nacional la construcción de un nuevo cementerio en “un lugar más conveniente a sotavento i suficientemente apartado de la población y de los manantiales que la surten de agua potable”. Sin embargo, la medida de salubridad pública que toma el gobierno fue la de su “ensanchamiento”, para lo cual destinó unos pocos recursos financieros para que las víctimas del paludismo pudieran ser enterradas en el antiguo cementerio de los españoles.
La historia del cierre total del camposanto significó el entierro final de la heroica comarca. Con él terminaba las glorias de una población que llegó a ser bautizada en siglo XIX como “La Flor de los Llanos”, por su pujante economía agropecuaria y sus signos de bienestar social. No era para menos. Había llegado a ser la sexta ciudad más importante Venezuela. Ortiz con el nombre de Cantón, entonces Departamento Bermúdez, estaba dividido en dos parroquias: la de Santa Rosa de Lima de Ortiz con 8.042 habitantes y la de Las Mercedes con 2.121 habitantes. Tenía tres prefecturas. Cuarenta casas de mercancía y víveres. Ganadería y una brillante actividad cultural.
El viejo cementerio colonial de Ortiz fue construido en 1873. Según el primer censo oficial de Venezuela -auspiciado por el septenio guzmancista-, se puede extraer una descripción de la nueva obra. “Un cementerio nuevo y de bastante capacidad cuya portada y una pequeña capilla en su interior no estaba concluida para octubre del año próximo pasado...”. Durante la colonia, el lugar de los muertos no fue un espacio opuesto al patio de la iglesia. Esto se demuestra con la visita de Monseñor Mariano Martí a Ortiz, el 05 de mayo de 1780, cuando deja constancia que no había cementerio y ordenaba su pronta construcción. Pero, mucho antes de su edificación, los cadáveres de la gente más acaudalada eran enterrados en la Iglesia Santa Rosa de Lima, de acuerdo a sus rasgos y sus meritos o según el tramo de sepultura que permitía su condición económica; mientras las personas de menores recursos se sepultaban en solares determinados por la autoridad o bien en los patios de las propias casas de los dueños, aunque esta última opción no era común en el centro urbano sino en los caseríos o hatos. Esta misma condición se observa en el viejo cementerio de Ortiz, el cual estaba dividido en dos secciones. Un sitio para los ricos y otro para las clases más humildes. Esta discriminación social se acentúa con su “ensanchamiento” para finales del siglo XIX. Asimismo, el camposanto estaba compuesto por nichos y tumbas de dos y tres pisos, decoradas con ángeles y cruces de hierro forjado elaborados por artesanos de la localidad. Era, realmente, un lugar sagrado; un espacio, cuya singular belleza arquitectónica. Debido a la expansiva epidemia que comenzaron hacerse sentir en la población, en el año de 1879, el doctor E. Velásquez – médico del pueblo de Ortiz- propone el gobierno nacional la construcción de un nuevo cementerio en “un lugar más conveniente a sotavento i suficientemente apartado de la población y de los manantiales que la surten de agua potable”. Sin embargo, la medida de salubridad pública que toma el gobierno fue la de su “ensanchamiento”, para lo cual destinó unos pocos recursos financieros para que las víctimas del paludismo pudieran ser enterradas en el antiguo cementerio de los españoles.
Pero, debido al crecimiento
de su espacio físico, se declaró su cierre en el año de 1910.
El viejo cementerio de Ortiz fue la propiedad común de los vivos, como
lo había sido anteriormente el derecho de ser enterrado en el lugar en
el que se habían pagado los diezmos, pero sobre todo con el derecho
acostumbrado de ser enterrado en el lugar en donde uno había vivido o
donde estaban sepultados sus seres queridos. Por eso, su clausura trajo
consigo disputas como las ocurridas entre el Jefe Civil, Ismael Capote, y
algunas familias que aún se resistían a enterrar sus deudos en el nuevo
cementerio.
Dos escritores venezolanos han hecho mención del viejo cementerio de
Ortiz, como escenario de hechos narrativos. El primero fue el doctor
Daniel Mendoza -escritor orticeño-, quien escribió lo siguiente:
“En su desvencijado cementerio había enterrados varios seres
caros a mi alma.
Mi tristeza fue más honda al ver sus tumbas arropadas por
los matorrales, circuidos de barandales herrumbrosos, resquebrajados.
Me
alejé de aquel sagrado sitio con el corazón oprimido.”.
Mientras, el otro escritor es Miguel Otero Silva en Casas Muertas, donde
describe el lugar de la siguiente manera:
“Se divisaba ya la tapia del cementerio, su humilde puerta con
cruz de hierro en el tope y festones encalados a los lados. Carmen Rosa
recordaba el texto del cartelito, escrito en torpes trazos infantiles,
que
colgaba de esa puerta: “No salte la tapia para entrar. Pida la llave».
La tapia
era de tan escasa altura que bien podía saltarse sin esfuerzo. Y no
había a
quien pedir la llave porque nadie cuidaba del cementerio desde que murió
el
viejo Lucio. El gamelote y la paja sabanera se hicieron dueños de
aquellas
tierras sin guardián, campeaban entre las tumbas y por encima de ellas,
ocultaban los nombres de los difuntos, asomaban por sobre de la tapia
diminuta".
El 5 de julio de 1911 – ya en el siglo XX- fue inaugurado por el
presidente estado Guárico, David Gimón, el nuevo cementerio de Ortiz, en
conmemoración del Centenario de la Creación del Estado Guárico, con
todos los protocolos de un acto pomposo.
Más tarde, en la década de los años 70 – del siglo pasado-, la
profanación de los sarcófagos causó alarma en los medios de comunicación
social.
Las denuncias recayeron en los saqueadores de tumbas que se
dedicaban a conseguir piezas de oro u otras pertenencias de valor de los
difuntos. También la acusación rebotó a los estudiantes de medicina y
antropología de la Universidad Central de Venezuela, quienes habían roto
nichos para apropiarse de huesos y cráneos de cadáveres para
investigaciones y estudios científicos.
En el mismo siglo- en el año 96-, una inundación causó el derrumbe del
portón principal, un vestigio -que si se quiere- fue el emblema
simbólico de las viejas tapias que adentraban a los curiosos en el
misterioso lugar sagrado. Apenas sus ruinas representan hoy una estampa
de la floreciente ciudad de Ortiz de finales del siglo XIX. Un espacio
que puede recuperarse para atracción turística.
Recientemente el
Instituto del Patrimonio Cultural hizo un inventario de objetos y cosas
históricas e incluye a muchas espacios y objetos de Ortiz. Nuestro viejo
cementerio está incluido como parte de nuestro patrimonio.
CURIOSIDADES DE ORTIZ:
Toponimia
El toponimista Adolfo Salazar-Quijada dice que el nombre de Ortiz viene
de una palabra de origen vasco significando "lugar donde abundan las
argomas" y "argoma" es una planta espinosa cuyo nombre científico es Ulex beaticus. Sin embargo, Gutierre Tibón (1905-1999), miembro de
la Academia Mexicana de la Lengua Española dice que "Ortiz" es la
variante vasca del término latino Fortunus "suerte", que dio origen al
apellido Fortún. En idioma vasco (euskera) no existe el sonido de
la "f" española, de allí que por influencia vasca ahora digamos "hierro"
en lugar de "fierro", "hermoso" en vez de "fermoso" y así, de manera
que el Fortún se convirtió en "Ortún" y de allí a Ortiz. es otra teoría.
Pero existe otra explicación del origen del nombre de este pueblo
guariqueño (quizás una explicación legendaria) que dice que era el
nombre de un cacique que vivía en la región llamado Ortiz. German Montero Alcalá. Pueblos de venezuela
Historia de la llave de
portón o baúl
: Existe en Ortiz una llave de 16
cm de largo elaborada en hierro
forjado, la cual fue desenterrada
por un señor que estaba excavando
en la calle Padre Grau,
detrás de la catedral de Ortiz,
para hacer las columnas de una
casa. La familia Toro Rodríguez,
custodios de la llave, y algunos
habitantes del pueblo que visitan
la casa de estos, la consideran importante, ya que según
ellos forma parte de la historia del pueblo. Aparentemente
pertenecía a un portón de alguna casa colonial o de un baúl
también antiguo. Se dice que el hallazgo se trató en realidad
de dos llaves, una pequeña y una grande, encontradas
una al lado de la otra. El vecino que las halló dice que
las limpió y las colocó en un muro, no obstante, la pequeña
desapareció. La razón es que, según él, en el lugar donde
colocó las llaves existe un tesoro enterrado y un difunto
que allí yace, quien quería que él siguiera buscando para
que pudiese encontrar el entierro.
Antiguos juegos de Ortiz: La tradicion oral tomada por el equipo del Instituto de Patrimonio Cultural de labios de Francisco Rondón, reseña
especialmente dos juegos, uno
conocido como Vamos a enlazar las gallinas y otro como Mi
ganado y yo. En el primero de ellos participaban de cuatro
a cinco jugadores y consistía en cortar varios palos del mismo
tamaño y hacerles un hueco en sus extremos por donde
se introducía una soga; estos palos eran colocados en medio
de las piernas y luego se procedía a enlazar las gallinas.
El segundo juego consistía en recoger los huesos del ganado
para formar con ellos un corral; los huesos de las patas
eran los toros, las costillas las vacas y los huesos más pequeños
los novillos. Era así como cada jugador tenía su
propia hacienda y se compraban y vendían el ganado entre
ellos. El que quedara primero sin los huesos, era el ganador,
pues había logrado vender todo el ganado
Peregrinación de Santa Rosa de Lima
Las primeras semanas del mes de agosto de cada año se inicia
la peregrinación de Santa Rosa de Lima por los diferentes
sectores de la comunidad de Ortiz. Cada sector prepara
la bienvenida a la santa con bailes, cantos y comidas típicas
-chicha, carato, arepitas de anís, empanadas, pan de horno,
ruscano, polvorosas y la famosa guarapita-. La peregrinación
dura quince días y recorre las quince comunidades de
la parroquia. En cada una de ellas se celebran misas en las
que los feligreses piden por sus necesidades
Fiestas Patronales de Santa Rosa de Lima: La última semana del mes de agosto se celebran en el
pueblo de Ortiz las fiestas populares en honor a su patrona Santa Rosa de Lima. Se inician con una caravana que recorre las principales calles del pueblo con las candidatas a reina de las fiestas, quienes portan banderas que serán colocadas en lo alto de la iglesia Santa Rosa de Lima. Durante tres días seguidos se celebran también tardes de toros coleados, actividades deportivas, juegos tradicionales y la elección de la reina. El 29 de agosto a las 12 de la noche el pueblo se viste de gala para darle una serenata con grupos musicales de la zona, y niños cantores a Santa Rosa de Lima. En el amanecer del 30 de agosto se celebra la eucaristía y en la noche del mismo día la imagen de la santa es sacada en procesión por todo el pueblo.
pueblo de Ortiz las fiestas populares en honor a su patrona Santa Rosa de Lima. Se inician con una caravana que recorre las principales calles del pueblo con las candidatas a reina de las fiestas, quienes portan banderas que serán colocadas en lo alto de la iglesia Santa Rosa de Lima. Durante tres días seguidos se celebran también tardes de toros coleados, actividades deportivas, juegos tradicionales y la elección de la reina. El 29 de agosto a las 12 de la noche el pueblo se viste de gala para darle una serenata con grupos musicales de la zona, y niños cantores a Santa Rosa de Lima. En el amanecer del 30 de agosto se celebra la eucaristía y en la noche del mismo día la imagen de la santa es sacada en procesión por todo el pueblo.
Familias adoptivas
de santos:
Es costumbre de antigua data en
Ortiz el adoptar santos, tradición
llevada a cabo por las distintas
familias de la comunidad. Consiste
en cuidar en las casas o instituciones
religiosas una o más
imágenes de santos durante todo
el año. Luego, en la Semana Mayor, se ha de participar en
la organización de las distintas actividades religiosas que se
realizan en el marco de esta festividad. La adopción de santos
posee gran valoración comunitaria, pues es una tradición
que ha pasado de generación en generación.
Saludos y felicitaciones sincera por sus publicaciones... le agradezco de corazon haberle dedicado tanto empeño a la historia de mi pueblo guerrero y hermoso Ortiz
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