"Llegaron los hombres en caballos briosos con sogas pegadas, llaneros de puras cepas curtidos por el sol y el polvo de los caminos sabaneros; sus cuchillos encubiertados pendían de las anchas correas de cinturas de colores negras curtidas en aguas con semillas de dividive, casi todos con franelas, pantalones tucos y sombreros de alas recogidas un poco hacia las copas sostenidos con barbiquejos. !Cómo los admiraba en mi niñez! Se me parecían a los hombres llaneros que la maestra doña Elsa nos decía que junto a Páez nos dieron la independencia, aquellos hombres sacrificados e indómitos que salaban las carnes crudas de los ganados con el sudor de los caballos para comerlas, aquí, frente a mi estaban en sus pequeñas monturas, descalzos y entre sus dedos los estribos de palas estirando las acciones, cuando se revolvían los caballos bien arrendados, y les sonaban los aperos repujados de adornos de plata hechos seguramente en los hatos por manos toscas que produjeron figuras semejando estrellas. Tendieron sogas y guaduas que habían traído con otros hombres cerraron las bocacalles de esquinas a esquinas en las paredes de Bruzual a orillas del Río Apure, alguien gritó ¡viene el ganado! Se cerraron puertas y ventanas y por las rendijas alcanzaba a ver los novillos y toros que en compacto nadaban hacia el pueblo guiados por canoeros para evitarles el regreso, de vez en cuando un pataleo de reses ahogándose o los canoeros tomando por los cachos a otro animal para evitarle el desenlace fatal. La calle se llenó de ganado bravío por el esfuerzo del nado y sacudían el cuerpo y las orejas llenas de agua; más allá los vaqueros vigilaban, le cantaban y silbaban para calmarlo de una estampida.
Calmada ya la torada se reinició el arreo a otras partes, se abrieron puertas y ventanas y a los lejos se veía al cabestrero que seguramente iba entonando una canción y en las calles de Bruzual al igual que cuando se llamaba La Manga Angulera quedaron las huellas de otros paso de ganado y el recuerdo de los llaneros como los que acompañaron a Páez."
Tomado de Bruzual de mis Recuerdos, Armando Rafael Garrido
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