Cauce del río Caparo. Foto Diana Liz Duque |
Me impresiona mucho cuando leo artículos escritos hace mucho tiempo, 30, 50 o 70 años, que plantean problemas que resultan totalmente vigentes en esta época. Este es el caso de los fragmentos que colocamos a continuación, donde Francisco Tamayo, en su libro Camino para ir a Venezuela, editado en 1962 habla del venezolano como destructor de su medio ambiente natural.
Camino para ir a Venezuela, recoge nuestra historia en materia de conservación del medio ambiente, historia cargada de desinterés, ignorancia, daño, destrucción. Tamayo nos habla allí de la destrucción de selvas, ríos, suelos, flora y fauna. Este libro conjuntamente con Caminos que Andan de Alberto Arvelo Torrealba, son un llamado desesperado a una concientización, que nunca llegó y que creo que ya no llegará a pesar de los esfuerzos que hacen muchos ecologistas por rescatar pequeñas extensiones de tierra o agua, son ignorados por una gran mayoría de venezolanos, quienes como dice el profesor Tamayo, se acuerdan de la Ley para buscar la forma de burlarla. De modo que unos por intereses económicos, otros por ignorancia y otros por desinterés, trabajan día a día literalmente en la destrucción de la ecología nacional.
La denuncia que plantea Tamayo hace 51 años, es cruda y vigente:
"Esa torpe actitud del venezolano, irrespetuosa, destructora frente a la naturaleza, tiene un sentido suicida, por cuanto es atentatoria contra su propia vida. Se le ha achacado al indio la responsabilidad ancestral de este mal, pero presumo que fuera el colonizador español quien mas influyera en ello, porque el hispano de la Colonia como el de hoy es un despreocupado en materia de Conservación."
"Sea uno y otro el origen, es el caso que hasta hoy, el venezolano ha sido un destructor de las fuentes de su existencia, lo cual nos exhibe como seres poco reflexivos, como entes que no han sabido medir el alcance de sus actos: de ahí que alguien dijera que nosotros habíamos adquirido todos los vicios de la civilizacion sinque antes hubieramos salido de los matorrales del salvajismo"
Para explicar el origen posible de esa conducta del venezolano, el autor se remonta a la época de la Conquista:
"El afán de encontrar riquezas fáciles en los predios de la minería y de la pesquería de perlas, fue el movil de los expedicionarios que vinieron al territorio de Venezuela. Esas expediciones no realizaron trabajo colonizador estable: ninguna trajo el ánimo de establecerse de fijo en estas tierras; ninguna tuvo intención de echar bases para estructurar un país. Todas venían al saco, a buscar riquezas para luego regresar a Europa a gozarlas."
Pero algunos se quedaron, muchos más por el espíritu de explotacion del recurso que por cualquier otra cosa .
"Asi fue el hombre que a nombre de la civilización se estableció en Venezuela. Los restantes, elementos étnicos constituvios de nuestro pueblo, esto es, el indio y el negro, pertenecían a razas vencidas, ultrajadas y esclavizadas."
"De este amasijo de razas, en cuya fusión hubo un acervo fermento de estados psicológicos sociales negativos, pudo venirnos el desamor por el medio, ese vivir a espaldas de la tierra, esa despreocupación por todo cuanto entraña esencia venezolana."
"La destrucción de los recursos naturales renovables puede tener su génesis en ese rencor que debió poseer aquella trilogía social y su producto, el criollo."
"Rencor que pudo ser, en cuanto al español, por sentirse defraudado antes sus aspiraciones de riquezas que le permitieran regresar a Europa cargado de tesoros; en cuanto al indio, habría rencor por todo cuanto perdió en la Conquista: estructura social, religión, concepción de la vida, tierras, libertad; en el negro asi mismo existiría rencor por el trato cruel recibido de sus amos, por la degradación a que se sometía, por su Africa perdida, y por la cal de sus huesos y el zumo de su sangre dejados en los barcos negreros y en los potros donde se le aherrojaba como si fuera una piltrafa vil; y en el criollo (blanco, mestizo, mulato o zambo), pudo también haber, si no rencor, al menos desafecto o indiferencia, debido a un simple fenómeno educacional, puesto que sus padres, esto es, los de la tripode ancestral, no amaban al medio."
"Sería así como de generación en generación habría llegado hasta nosotros los venezolanos de hoy, aquella especie de herencia que se traduce en actitud negativa frente a la naturaleza ambiental"
"En cuanto al material perdido debemos reconocer que es tan grande como la superficie del país donde el hombre se ha establecido, pues no hay zona del territorio nacional donde tenga asiento actividad humana en qeu no tengamos que lamentar una grave pérdida; ni aún se salvan de esa acción destructora los parques nacionales, pese a su estricto régimen, pues siempre ha habido algunos privilegiados, egoístas o ciegos que han podido, a espaldas de la Ley, destruir cuanto han deseado."
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