" Si es verdad que el turpial se roba los nidos ajenos, pero únicamente del Guaití o Curtío (Phacellodomus rufifrons). Los nidos de turpial que yo he visto en todos esos años caminando monte, en el centro del país y en el llano TODOS han sido en nidos de Guaiti. Los nidos de Guaití son esos nidos grandes, de palitos secos relativamente gruesos, que cuelgan en los extremos de las ramas mas bajas de los árboles. Los hay de diferentes tamaños....¿Por qué?
cuando el Curtío o Guaití construye el nido, acomoda los primeros palitos en el extremo de una rama y como todo un artista va colocando más y más palitos, tramándolos unos con otros hasta que alcanza el tamaño suficiente para alojar la pareja adentro. Ese será el apartamento N° 1. Cuando venga el siguiente ciclo reproductivo de los mismos Guaitíes, construirá otro nido igual encima del primero y será el apartamento N° 2. Por eso encontramos nidos de varios años, muy largos y pesados, con 5 o 6 apartamentos. El proceso continúa generalmente hasta que el peso del nido lo desprende de la rama y la pareja de Guaitíes debe empezar de nuevo desde cero, algunas veces en la misma rama.
Si una pareja de Turpial se toma para sí un nido que solo tiene un apartamento, a la pareja de Guaitíes no le queda mas remedio que construir un nuevo apartamento, que algunas veces lo hacen sobre el primero y entonces la pareja de turpial y la de Guaití comparten el mismo nido pero usando apartamentos diferentes.
Con respecto a la teoría de que el turpial no cria sus pichones, el autor nos cuenta sus observaciones:
"En un nido una pareja de turpiales tenía sus pichones y llegó al mismo árbol un Gavilán Zancón o Canilludo (Geranospiza caerulescens). Este gavilán se denomina así porque tiene las piernas muy largas para revisar las cavidades de los troncos y ramas de los árboles. (...) Bueno, cuando el zancón llegó al árbol donde estaba el nido de turpiales, la hembra se colocó en la entrada del nido esperando al gavilán y el macho revoloteando, le daba pasos rasantes al gavilán picándole la cabeza y fue tanta la bravura y la oposición que el depredador optó por irse.
El otro caso fue una pareja de turpiales cuyos pichones ya estaban abandonando el nido. El primer pichón salió del nido y cayó al suelo. Los padres empezaron con un canto característico de alarma que me llamó la atención y fui a ver que estaba sucediendo. Había una vaca que venía caminando lentamente comiendo, pero venía caminando directo hacia el pichón que estaba en el suelo. El turpial hembra se paró en el suelo al lado del pichón y el macho, también en el suelo, se enfrentó a la vaca y le picaba la nariz hasta que la hizo cambiar de dirección.
Conociendo estos comportamientos de nuestra ave nacional, cómo va a sostenerse que los turpiales ponen sus huevos en nidos ajenos para que sean los dueños del nido quienes crien sus hijos... ¡eso es una calumnia ecológica!
Mil gracias amiga por compartir y ayudarnos a divulgar esas verdades sobre nuestra ave nacional, tantas veces vilipendiada como malos padres.
ResponderEliminarUn abrazo y sigue adelante con tu estupenda labor por la defensa y divulgación del Llano y las llanerías.