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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

30 de julio de 2013

Ortiz, La Flor de los Llanos



...Después de la aldea de San Juan, está otra llamada Flores, y  mas adelante el pueblo de Parapara.
Son éstas las últimas poblaciones aragüeñas; de ahí en adelante es la zona del Guárico.
La primera población llanera es Ortiz. Ya casi no le viene bien el calificativo de población.
En veinticinco o treinta años las epidemias de fiebre y la úlcera han ido cavando inexorablemente su decadencia.
Aquel pueblo bullicioso, próspero, infatigable en toda suerte de labores, no es ni su sombra: sus calles llenas de escombros; el jaramago ha tomado por su cuenta los empedrados, y caballejos pinchosos y lacrados se ven por ahí ramoneando, raboteando tábanos y moscas, mordisqueando los fluecos de forrajera que salen por las ventanas de enmohecidos barrotes en casas en ruinas, que han sido abandonadas por sus dueños, que llenos d epavor han emigrado a otros lugares.

Una vez, después de quince  años de ausencia,  fui a Ortiz. Iba con la ilusión; aquellas calles risueñas, aquellas amenas umbrías pobladas de azulejos y paraulatas armoniosas, que yo había visto en los fugaces años de la infancia, y cuando me vi en él.... sentí un no se qué de profunda tristeza. A mis labios acudieron los versos inquietantes del poeta español a las ruinas de Itálica.

En su desvencijado cementerio había enterrados varios seres caros a mi alma. Mi tristeza fue mas honda al ver sus tumbas arropadas por los matorrales, circuidas de barandales herrumbrosos, resquebrajados.

Me alejé de aquel sagrado sitio con el corazón oprimido.

Aquella soledad era mas triste aún que la soledad de la tumba del llanero, que al pedir se cave bajo el ala de una palmera, acaso presienta que a los rizados abanicos de esmeralda van a posarse los turpiales bulliciosos y fieros. El Llanero de Daniel Mendoza en su capítulo XVI,  Los Morros de San Juan, Centinelas del Llano
Imagen Richard Torres
"Ortiz estaba en la entrada de los llanos de la vieja Provincia de Caracas. Fue fundado a fines del siglo XVII, con su iglesia de Santa Rosa de Lima, como las poblaciones vecinas de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora del Sombrero y Santa Catalina de Sena, de Parapara. Era un camino de ganados que iba desde Calabozo y desde Tiznados, desde los ilimitados hatos hasta la entrada de los Valles De Aragua por la Villa de San Luis de Cura. 

Eran como los puestos avanzados en que la gente del centro se acercaba a la llanura. Cuando en 1780 o visitó el obispo Martí dependía del remoto Vicariato de San Sebastián; estaba por decirlo así, puesto en el ámbito espiritual de Aragua y no en el de Calabozo. Estos pueblos salieron del ganado y de las misiones como en una lenta penetración de la llanura, demasiado abierta y basta. Era San Sebastián su centro. De allí salen Parapara, Ortiz, El Sombrero y Calabozo. Los capuchinos los fundan con su iglesia de paja y su santísimo expuesto todo el día para ir haciendo pie en las sabanas del indio. 

 Fueron pueblos que crecieron lentamente con el aumento de los rebaños. No perdían de vista las montañas del centro, pero por un ancho arco del horizonte sentían abrirse la presencia de la llanura." ortizmunicipioortiz.blogspot.com

La tradición oral atribuye el origen de la fundación de la ciudad de Ortiz a un cacique establecido en el valle de la actual ciudad, quien gracias a sus esfuerzos y a los de sus descendientes crearon una población que sería bautizada con su propio nombre. No obstante, los orígenes históricos de Ortiz -lugar donde abundan árgomas en lengua vasca- se remontan a mediados del siglo XVII, fecha en que la comunidad fue elevada a parroquia eclesiástica bajo el título de Santa Rosa de Lima. En diciembre de 1786 se solicitó una nueva composición y confirmación de las tierras de Ortiz pero no fue sino hasta 1823 que se inició un proceso judicial por la posesión de varios terrenos orticeños por parte del pueblo de Parapara. La querella terminó en 1843 gracias a una comisión negociadora con miembros de ambos centros poblados. 

Germán Montero Alcalá-Pueblos de Venezuela
En la época de la Guerra de Independencia, Ortiz fue azotado por las tropas realistas al mando del caudillo Eusebio Antoñanzas, lugarteniente de Domingo Monteverde. Antoñanzas y sus hombres incendiaron la ciudad en 1812 y establecieron sus cuarteles en el pueblo a fin de evitar sublevaciones. 

Sin embargo, Ortiz se unió a la causa por la Independencia, generándose manifestaciones públicas de adhesión a Simón Bolívar.  El 26 de marzo de 1818 se registró el combate donde
Germán Montero Alcalá-Pueblos de Venezuela
Simón Bolívar venció a Miguel de La Torre. El 18 de agosto se había firmado la capitulación entre el realista José Antonio Arizábalo y Octavio ante Lorenzo Bustillos, ratificada por José Antonio Páez el 4 de septiembre en Ortiz. El 30 de noviembre de 1829 se llevó a cabo la sangrienta Batalla de La Cuesta, en donde ni realistas ni patriotas obtuvieron la victoria. 

En 1848 Guárico consiguió su autonomía. El 18 de febrero de 1848 José Tadeo Monagas creó el nuevo cantón de Ortiz, que el 22 de febrero de 1864 fue disuelto al triunfar el federalismo y
Germán Montero Alcalá-Pueblos de Venezuela
crearse los veinte estados independientes y el Distrito Federal -en época de la Guerra Federal se llevó a cabo la Batalla de Los Playones de Ortiz, en la cual el general Zoilo Medrano venció a las tropas centralistas del gobierno de Julián Castro, el 18 de marzo de 1858-. 

En 1866 Ortiz pasó a llamarse Departamento Bermúdez y en 1872 le fue concedido el título de ciudad. Esta fue una de las épocas de mayor auge de Ortiz, pues contaba con un colegio de francés, cuatro periódicos y tres escuelas, una diurna, otra nocturna y una para señoritas fundada por doña Beatriz de Rodríguez. En 1873, cuando Joaquín Crespo -natural de Parapara y futuro presidente de la nación- fue presidente del Estado Guárico, trasladó la capital a Ortiz, en 1877 volvió a ser designada Calabozo como capital y en 1888 Ortiz volvió a adquirir tal jerarquía. 

A comienzos del siglo XX Ortiz fue azotado por el paludismo, origen del éxodo de los habitantes de este centro poblado el cual se hizo más dramático en 1918, cuando la peste española acabó de manera definitiva con la población restante. Tras una restauración que abarcó gran parte del siglo XX comandada en parte por Luis Acosta Rodríguez, Ortiz fue declarado municipio autónomo en 1988.
 
Entre los elementos arquitectónicos que hablan del auge de Ortiz,  destaca la Iglesia de Santa Rosa de
Germán Montero Alcalá-Pueblos de Venezuela
Lima. Les ofrecemos una reseña tomada de los cuadernos del IPC:

Germán Montero Alcalá-Pueblos de Venezuela
"Los orígenes de la actual iglesia se remontan al siglo XIX. Sin embargo, en visita pastoral efectuada por el obispo Mariano Martí en 1780 a esta parroquia, se señala que el templo es de una nave y de antigua construcción, pero el terremoto de 1812 afectó fuertemente su estructura. En 1886 se inició la construcción de la segunda iglesia diseñada por el famoso arquitecto Juan Hurtado Manrique y se eliminó la ermita antigua localizada al centro de la nueva construcción. Esta edificación quedó inconclusa en 1895, logrando construirse los muros perimetrales; toda la
fachada principal y también el esquema que todavía permanece: tres naves, planta rectangular, torres cilíndricas y presbiterio y capillas laterales de forma curva. Sólo faltó por culminar los techos, las columnas centrales, cerramientos y acabados. 

La obra fue ejecutada en sistema de tapias con rafas de ladrillo, contrafuertes y refuerzos del mismo material en puertas y ventanas. Sus fachadas presentaban claramente el estilo neoclásico en boga para el momento de su construcción, que se expresaba mediante el uso de la simetría, frontones triangulares, arcos de medio punto para jerarquizar ventanas y puertas principales. La iglesia permaneció 102 años sin cubierta y a la intemperie. 

A finales del siglo XX entre 1990 y 1997 se reinicia la construcción y se concluye el templo bajo la responsabilidad de la Arquidiócesis de Calabozo. Hoy en día el templo cuenta con un acabado en obra limpia de ladrillo, conservando el esquema espacial del arquitecto Manrique. Posee techos de cúpulas en presbiterio, torres de campanario, medias cúpulas en capillas laterales y techo a dos aguas de tejas criollas sobre estructura metálica en las naves. Las puertas son de madera maciza y los ventanales poseen vitrales. Los pisos son de arcilla vitrificada. Se encuentra en buen estado de conservación. Fue declarada Monumento Histórico Nacional mediante Gaceta Oficial Nº 26.320 del 2 de agosto de 1960. 

El Cementerio Viejo de Ortiz:

Imagen Fuego Cotidiano, blogspot
Vale la pena en este recuento de las pasadas glorias  de Ortiz,   conocer el artículo de José Obswaldo Pérez, publicado en el Blog Fuego Cotidiano, donde en una agradable reseña nos cuenta parte de la historia del pueblo y la de su cementerio viejo que sin duda es un lugar de mucha importancia en los recuerdos de los viejos orticeños:

  " En 1910, el presidente del estado Guárico, el zaraceño David Gimón declaraba clausurado el viejo cementerio de Ortiz, conocido hoy como Cementerio Colonial o el de Los Españoles. El cierre de esta obra pública, inaugurada durante el septenio gubernamental del general Antonio Guzmán Blanco, marcaba el fin de una de las épocas más negras de su historia local: escenario testigo de la hecatombe epidémica de un pueblo que se negó a morir. Con ella se daba paso a otra historia de la salubridad pública municipal: la construcción de un nuevo osario que, después, se conocería entre las familias pudientes como el “pata e’vacal”, para referirse a una hierba abundante que crecía en aquella zona aledaña al naciente Barrio La Romana. 

La historia del cierre total del camposanto significó el entierro final de la heroica comarca. Con él terminaba las glorias de una población que llegó a ser bautizada en siglo XIX como “La Flor de los Llanos”, por su pujante economía agropecuaria y sus signos de bienestar social. No era para menos. Había llegado a ser la sexta ciudad más importante Venezuela. Ortiz con el nombre de Cantón, entonces Departamento Bermúdez, estaba dividido en dos parroquias: la de Santa Rosa de Lima de Ortiz con 8.042 habitantes y la de Las Mercedes con 2.121 habitantes. Tenía tres prefecturas. Cuarenta casas de mercancía y víveres. Ganadería y una brillante actividad cultural. 

El viejo cementerio colonial de Ortiz fue construido en 1873. Según el primer censo oficial de Venezuela -auspiciado por el septenio guzmancista-, se puede extraer una descripción de la nueva obra. “Un cementerio nuevo y de bastante capacidad cuya portada y una pequeña capilla en su interior no estaba concluida para octubre del año próximo pasado...”. Durante la colonia, el lugar de los muertos no fue un espacio opuesto al patio de la iglesia. Esto se demuestra con la visita de Monseñor Mariano Martí a Ortiz, el 05 de mayo de 1780, cuando deja constancia que no había cementerio y ordenaba su pronta construcción. Pero, mucho antes de su edificación, los cadáveres de la gente más acaudalada eran enterrados en la Iglesia Santa Rosa de Lima, de acuerdo a sus rasgos y sus meritos o según el tramo de sepultura que permitía su condición económica; mientras las personas de menores recursos se sepultaban en solares determinados por la autoridad o bien en los patios de las propias casas de los dueños, aunque esta última opción no era común en el centro urbano sino en los caseríos o hatos. Esta misma condición se observa en el viejo cementerio de Ortiz, el cual estaba dividido en dos secciones. Un sitio para los ricos y otro para las clases más humildes. Esta discriminación social se acentúa con su “ensanchamiento” para finales del siglo XIX. Asimismo, el camposanto estaba compuesto por nichos y tumbas de dos y tres pisos, decoradas con ángeles y cruces de hierro forjado elaborados por artesanos de la localidad. Era, realmente, un lugar sagrado; un espacio, cuya singular belleza arquitectónica. Debido a la expansiva epidemia que comenzaron hacerse sentir en la población, en el año de 1879, el doctor E. Velásquez – médico del pueblo de Ortiz- propone el gobierno nacional la construcción de un nuevo cementerio en “un lugar más conveniente a sotavento i suficientemente apartado de la población y de los manantiales que la surten de agua potable”. Sin embargo, la medida de salubridad pública que toma el gobierno fue la de su “ensanchamiento”, para lo cual destinó unos pocos recursos financieros para que las víctimas del paludismo pudieran ser enterradas en el antiguo cementerio de los españoles. 

Pero, debido al crecimiento de su espacio físico, se declaró su cierre en el año de 1910. El viejo cementerio de Ortiz fue la propiedad común de los vivos, como lo había sido anteriormente el derecho de ser enterrado en el lugar en el que se habían pagado los diezmos, pero sobre todo con el derecho acostumbrado de ser enterrado en el lugar en donde uno había vivido o donde estaban sepultados sus seres queridos. Por eso, su clausura trajo consigo disputas como las ocurridas entre el Jefe Civil, Ismael Capote, y algunas familias que aún se resistían a enterrar sus deudos en el nuevo cementerio. 

Dos escritores venezolanos han hecho mención del viejo cementerio de Ortiz, como escenario de hechos narrativos. El primero fue el doctor Daniel Mendoza -escritor orticeño-, quien escribió lo siguiente: En su desvencijado cementerio había enterrados varios seres caros a mi alma. Mi tristeza fue más honda al ver sus tumbas arropadas por los matorrales, circuidos de barandales herrumbrosos, resquebrajados. Me alejé de aquel sagrado sitio con el corazón oprimido.Mientras, el otro escritor es Miguel Otero Silva en Casas Muertas, donde describe el lugar de la siguiente manera: “Se divisaba ya la tapia del cementerio, su humilde puerta con cruz de hierro en el tope y festones encalados a los lados. Carmen Rosa recordaba el texto del cartelito, escrito en torpes trazos infantiles, que colgaba de esa puerta: “No salte la tapia para entrar. Pida la llave». La tapia era de tan escasa altura que bien podía saltarse sin esfuerzo. Y no había a quien pedir la llave porque nadie cuidaba del cementerio desde que murió el viejo Lucio. El gamelote y la paja sabanera se hicieron dueños de aquellas tierras sin guardián, campeaban entre las tumbas y por encima de ellas, ocultaban los nombres de los difuntos, asomaban por sobre de la tapia diminuta".

El 5 de julio de 1911 – ya en el siglo XX- fue inaugurado por el presidente estado Guárico, David Gimón, el nuevo cementerio de Ortiz, en conmemoración del Centenario de la Creación del Estado Guárico, con todos los protocolos de un acto pomposo. Más tarde, en la década de los años 70 – del siglo pasado-, la profanación de los sarcófagos causó alarma en los medios de comunicación social. 

Las denuncias recayeron en los saqueadores de tumbas que se dedicaban a conseguir piezas de oro u otras pertenencias de valor de los difuntos. También la acusación rebotó a los estudiantes de medicina y antropología de la Universidad Central de Venezuela, quienes habían roto nichos para apropiarse de huesos y cráneos de cadáveres para investigaciones y estudios científicos. 

En el mismo siglo- en el año 96-, una inundación causó el derrumbe del portón principal, un vestigio -que si se quiere- fue el emblema simbólico de las viejas tapias que adentraban a los curiosos en el misterioso lugar sagrado. Apenas sus ruinas representan hoy una estampa de la floreciente ciudad de Ortiz de finales del siglo XIX. Un espacio que puede recuperarse para atracción turística. 

Recientemente el Instituto del Patrimonio Cultural hizo un inventario de objetos y cosas históricas e incluye a muchas espacios y objetos de Ortiz. Nuestro viejo cementerio está incluido como parte de nuestro patrimonio. 


CURIOSIDADES DE ORTIZ:

Toponimia El toponimista Adolfo Salazar-Quijada dice que el nombre de Ortiz viene de una palabra de origen vasco significando "lugar donde abundan las argomas" y "argoma" es una planta espinosa cuyo nombre científico es Ulex beaticus. Sin embargo, Gutierre Tibón (1905-1999), miembro de la Academia Mexicana de la Lengua Española dice que "Ortiz" es la variante vasca del término latino Fortunus "suerte", que dio origen al apellido Fortún. En idioma vasco (euskera) no existe el sonido de la "f" española, de allí que por influencia vasca ahora digamos "hierro" en lugar de "fierro", "hermoso" en vez de "fermoso" y así, de manera que el Fortún se convirtió en "Ortún" y de allí a Ortiz. es otra teoría. Pero existe otra explicación del origen del nombre de este pueblo guariqueño (quizás una explicación legendaria) que dice que era el nombre de un cacique que vivía en la región llamado Ortiz. German Montero Alcalá. Pueblos de venezuela 

Historia de la llave de portón o baúl : Existe en Ortiz una llave de 16 cm de largo elaborada en hierro forjado, la cual fue desenterrada por un señor que estaba excavando en la calle Padre Grau, detrás de la catedral de Ortiz, para hacer las columnas de una casa. La familia Toro Rodríguez, custodios de la llave, y algunos habitantes del pueblo que visitan la casa de estos, la consideran importante, ya que según ellos forma parte de la historia del pueblo. Aparentemente pertenecía a un portón de alguna casa colonial o de un baúl también antiguo. Se dice que el hallazgo se trató en realidad de dos llaves, una pequeña y una grande, encontradas una al lado de la otra. El vecino que las halló dice que las limpió y las colocó en un muro, no obstante, la pequeña desapareció. La razón es que, según él, en el lugar donde colocó las llaves existe un tesoro enterrado y un difunto que allí yace, quien quería que él siguiera buscando para que pudiese encontrar el entierro. 

Antiguos juegos de Ortiz:  La tradicion oral tomada por el equipo del Instituto de Patrimonio Cultural de labios de Francisco Rondón,  reseña especialmente dos juegos, uno conocido como Vamos a enlazar las gallinas y otro como Mi ganado y yo. En el primero de ellos participaban de cuatro a cinco jugadores y consistía en cortar varios palos del mismo tamaño y hacerles un hueco en sus extremos por donde se introducía una soga; estos palos eran colocados en medio de las piernas y luego se procedía a enlazar las gallinas. El segundo juego consistía en recoger los huesos del ganado para formar con ellos un corral; los huesos de las patas eran los toros, las costillas las vacas y los huesos más pequeños los novillos. Era así como cada jugador tenía su propia hacienda y se compraban y vendían el ganado entre ellos. El que quedara primero sin los huesos, era el ganador, pues había logrado vender todo el ganado 

Peregrinación de Santa Rosa de Lima  Las primeras semanas del mes de agosto de cada año se inicia la peregrinación de Santa Rosa de Lima por los diferentes sectores de la comunidad de Ortiz. Cada sector prepara la bienvenida a la santa con bailes, cantos y comidas típicas -chicha, carato, arepitas de anís, empanadas, pan de horno, ruscano, polvorosas y la famosa guarapita-. La peregrinación dura quince días y recorre las quince comunidades de la parroquia. En cada una de ellas se celebran misas en las que los feligreses piden por sus necesidades

Fiestas Patronales de Santa Rosa de Lima: La última semana del mes de agosto se celebran en el
pueblo de Ortiz las fiestas populares en honor a su patrona Santa Rosa de Lima. Se inician con una caravana que recorre las principales calles del pueblo con las candidatas a reina de las fiestas, quienes portan banderas que serán colocadas en lo alto de la iglesia Santa Rosa de Lima. Durante tres días seguidos se celebran también tardes de toros coleados, actividades deportivas, juegos tradicionales y la elección de la reina. El 29 de agosto a las 12 de la noche el pueblo se viste de gala para darle una serenata con grupos musicales de la zona,  y niños cantores a Santa Rosa de Lima. En el amanecer del 30 de agosto se celebra la eucaristía y en la noche del mismo día la imagen de la santa es sacada en procesión por todo el pueblo. 

Familias adoptivas de santos: Es costumbre de antigua data en Ortiz el adoptar santos, tradición llevada a cabo por las distintas familias de la comunidad. Consiste en cuidar en las casas o instituciones religiosas una o más imágenes de santos durante todo el año. Luego, en la Semana Mayor, se ha de participar en la organización de las distintas actividades religiosas que se realizan en el marco de esta festividad. La adopción de santos posee gran valoración comunitaria, pues es una tradición que ha pasado de generación en generación.


La Capitalidad del Estado Guárico

Investigando sobre Ortiz, encontré esta reseña histórica  de J.A de Armas Chitty, presente en  su obra HISTORIA DEL GUÁRICO (1807-1974), donde nos cuenta sobre las capitales que tuvo el estado hasta la actual ubicada en San Juan de Los Morros y como la voluntad de tres presidentes la trasladaron según sus intereses:

Calabozo, la voluntad de Monagas 

Calabozo surge como una necesidad entre la porfía misionera, el afán latifundista y el poblamiento. El fraile que lo funda, Salvador de Cádiz, es padre de muchos pueblos y no lo es menos Marcelino de Vicente, uno de los más fervorosos defensores de indios. Ellos luchan contra la geofagia de los godos de Caracas, los Infante, los Blanco, los Tovar, los Ponte, los Solórzano, quienes hacían incendiar los ranchos indígenas y amarrar a los naturales para aterrorizarles. Así despoblaron al primer Calabozo y a otros pueblos, entre ellos a Guatarama, junto al Guárico.

(..) Calabozo es proveedora de reses y de frutos y Cuartel General de republicanos y realistas durante la guerra de Independencia. De Calabozo parte Boves.  También es el lugar más poblado de la región. Todo esto priva en el criterio del Presidente Monagas y por ello es nominada capital. Pero la capitalidad es función política y por lo tanto, sujeta a las decisiones del gobernante de turno. 

 Comienza monaguista, seguirá crespista y terminará gomecista. De 1848 a octubre del 74, la capital estará en Calabozo. Del 74 al 78 se hallará en Ortiz y del 78 al 81 nuevamente en Ortiz. A Calabozo retornará en 1901. Lo será igualmente en 1904 y 30 años después Gómez la hará trasladar a San Juan de Los Morros


Ortiz, la voluntad de Crespo 

Crespo es ya militar de suficiente prestigio. Por eso va a la presidencia del estado Guárico y luego a jefaturar un cuerpo en la expedición que alcanza a León Colina en Cumarebo. Tal vez en Calabozo no atendieron y sirvieron a Crespo, como era su deseo * y un día cualquiera, a mediados de 1874, dispone el caudillo trasladar la capital a Ortiz, donde no existían edificios. 

El 15 de octubre de 1874, desde Calabozo, dicta el decreto del traslado provisional de la capital a Ortiz con un considerando que no fue más que un pretexto, pues habla de desconocimiento de las autoridades legítimas, de una probable conspiración contra el Gobierno Nacional. El mismo 15 convoca a la Asamblea Legislativa para que se reúna en Ortiz. 

El 78, cuando Alcántara reacciona contra Guzmán Blanco y de hecho contra Crespo, la capital retorna a Calabozo, mas al triunfar La Reivindicadora que abre la puerta al Quinquenio, y cuyo éxito se debe a Crespo, al asaltar con Ramón Guerra a Gregorio Valera en La Victoria, el 79, la capital vuelve a Ortiz hasta el 81.

La constitución de ese año elimina al Guárico como Estado. Como Sección y unido a Bolívar (hoy Miranda), Guzmán Blanco (hoy Aragua) y Nueva Esparta, integra el Estado Guzmán Blanco, su capital se fijará en Villa de Cura”

*Como una referencia, De Armas Chitty coloca esta aclaratoria:  "En Calabozo, como en Zaraza, hubo una oligarquía cerrada, es decir, que no rendía pleitesía ni aceptaba a una persona si no tenía antecedentes nobiliarios, pergaminos, etc. Y Crespon venía del hondón criollo con todas las características del mestizaje. Por eso hemos pensado que en Calabozo  no tuvo el caudillo la atención que le prestaron en otras poblaciones. Calabozo nada tenía en común con Crespo. En cambio Ortiz, estaba inmediato a Parapara, pueblo donde el caudillo vivió su niñez y adolescencia."

San Juan de los Morros, la voluntad de Gómez 

En Calabozo, en 1928, en tiempos de revueltas, algunos estudiantes, entre ellos Octavio Lazo, hijo del poeta Lazo Martí, en medio de discursos en contra de la dictadura, quemaron un retrato de Gómez. Los estudiantes fueron apresados y condenados a tres años de grillos en Calabozo. Aparentemente desde este suceso comenzó en el ánimo de Gómez cierta aprensión a la ciudad. 

Transcribimos de la misma fuente un diálogo entre Gómez y Juan Alberto Ramírez, presidente del Guárico: “Fue un diálogo de palabras buidas, de reservas, de juegos mentales. Gómez se hallaba esa mañana de junio de 1930 en la Casa Amarilla de San Juan de los Morros, que era su residencia. Ramírez, uno de sus hombres de confianza le visita y Gómez le dice, casi al terminar la entrevista: “-¿Cómo que te quieres venir de Calabozo?” Ramírez, taimado, comprende el alcance de la pregunta, pero él también es de la montaña y conoce a Gómez. 

-General-responde-yo estoy donde usted diga. Estuve en Ortiz……limpiándolo…… 
 (Esto para asomar a Ortiz). Pero Gómez aún no ha resuelto o no ha expresado cuál es su resolución y pregunta de nuevo:
 -¿Y Ortiz es importante? 
Ramírez responde finalmente con palabras embozadas: 
-Como queda en el camino he pensado que debe estar aseado y le estaba quitando el monte Y reiterando 
-Sí. Quitándole el monte. Fue pueblo que tuvo muchas casas buenas que las acabó la guerra.
Gómez comprende el esguince de su subalterno y termina: -Sí. La guerra. 
Con la pregunta de Gómez, Ortiz se transforma y le nacen calles y aceras. Debió parecerse al Ortiz de cuando el Héroe del Deber fue presidente de Guárico y el pobre pueblo alcanzó a capital. A las casas ruinosas cuyos habitantes aniquiló el paludismo, la perniciosa, la fiebre temible que asó gentes en segundos, perdieron el gesto de muerte. Pero como Ramírez sabe que en la Venezuela de Gómez, oficialmente no hay paludismo, muy bien se cuida de decir al dictador que la ruina del pueblo fue la fiebre. Aludió a la guerra porque Gómez barrió con la guerra, era el Pacificador y además la frase envolvía una lisonja. 

Otro día en San Juan de Los Morros, varios Presidentes de Estado hablan animadamente bajo la arboleda del extenso patio de la Casa Amarilla, cuando Gómez se les acerca y dice: “Yo sé que están hablando de traerse la capital de Calabozo y San Juan quiere ser Capital. ¿Qué les parece? Y San Juan es bonito. ¿No les parece bonito?” 

 La respuesta la dieron de inmediato las Legislaturas de Guárico y Aragua. El estado Aragua cedió la zona de San Juan de los Morros al Guárico, y éste le entregó a Taguay y a Barbacoas. Una vez el sabio Torrealba dijo, refiriéndose al cambio de los municipios y regiones: - Hemos cambiado hojalata por oro. El Guárico ha adquirido a San Juan de los Morros que es un sanatorio. El objetivo del cambio de los pueblos, era el cambio de capital. A Calabozo pues, le quitaron su capital y la instalaron en San Juan de los Morros en 1934

19 de julio de 2013

José León Tapia, un barinés excelso

En muchas oportunidades he manifestado en este Blog mi admiración hacia este honorable médico barinés que dejó su legado plasmado en muchos libros que con una narración sencilla, nos pasean por el pasado histórico de Barinas.

Hombre de altisima sensibilidad, amante nieto, hijo, esposo y padre, médico humano, honrado y ético, es sin duda un motivo de orgullo para todo barinés y por supuesto para todo venezolano.

Trancribiremos un discurso de agradecimiento con ocasión de un homenaje que le hicieron en 1990:

"Soy un médico que ejerce su especialidad de cirujano en esa Barinas de mis antepasados, donde he logrado varias metas al servicio de mi profesión al presentar ante los organismos competentes, varios trabajos de investigación que me han proporcionado satisfacciones espirituales, por saberme útil a mi pueblo natal.

Pero ha pasado el tiempo con sus cambios indetenibles y esas ilusiones de realización, de cumplir una labor humanitaria hasta el final y dictar a mis alumnos lecciones de ética, humanismo y formación integral en su continuo mejoramiento técnico, se han esfumado ante la realidad actual de una profesión cada vez mas maquinista, fría y deshumanizada, dentro del deterioro permanente de nuestros hospitales y las ansias de ganancia de las nuevas generaciones, para hacerme sentir un vacío anímico que de alguna manera debía llenar.

Y ha sido justamente ese desasosiego espiritual el que me ha hecho refugiarme en mi mundo interior pleno de vivencias  y como dice Rafael Tomás Caldera Pietri, en el prólogo de esta edición, en las redes de la nostalgia que me atan a la tierra, a las historias familiares, al recuento de leyendas, a la fabulación de mitos, a la tradición oral que no se pierde nunca porque es la voz del pueblo.

Marquesados, palacios de pisos embaldosados con doblones de plata, calesas doradas, miles de novillos y caballos blancos para la guardia del Libertador, familias escapadas ante el avance de la Guerra Federal, rumbo a los Andes, donde se quedaron para siempre, tierras de ejido arrebatadas por el negocio, personajes legendarios del llano y del cerro con el grito igualitario en la garganta, desde los tiempos de Ezequiel Zamora, una esperanza de redención.

Esperanza siempre presente en la voz de los narradores como los oficiales de Maisanta y el Tigre de Guaitó, quienes recordaban a sus jefes con lágrimas de vencidos.

Los eternos vencidos de este país que no han logrado nunca un triunfo, en un mundo de triunfadores donde los perdedores no tienen lugar.

Recuerdos de cuando a los llanos llegaron los gringos en busca de petróleo que transformó nuestra existencia con sismógrafos rosnantes, chorros de mene prodigioso, salarios jamás soñados, fiestas, botiquines, dinero,  carreteras, puentes sobre los rios acrencentados.

Todas las innovaciones modernas donde continuamente renace la barbarie al destruir con la dependencia nuestra manera de ser y por la influencia del dinero, selvas maderables, ríos y fauna silvestre, edificaciones históricas y hasta el estilo del venezolano común.

La inversión de una sociedad de valores estables, en un conglomerado de identidad comprometida ante la arremetida transculturizante, influida por intereses específicos que se imponen al orgullo nacional, al impulso de desarrollarnos aprovechando todas las tecnologías del universo, pero sobre nuestro basamento cultural.

Todo este espectro narrativo y reminiscente forma parte de mis libros escritos sin ninguna intención de ganar prebendas, pero con la idea de trascender en el futuro  cuando este país distorsionado encuentre su destino y los lean las nuevas generaciones, al buscar esos recuerdos que no desaparecen nunca.

Pero estoy convencido de que escribir significa un verdadero compromiso donde al comunicarnos con los demás compartimos belleza, alegrías o hechos dolorosos, pero siempre con la aspiración de dejar mensaje para el futuro.

(....) Por eso insisto en recoger la memoria del pueblo porque en ella se encuentra la sabiduría de la gente común, su poder creador, angustias y esperanzas muchas veces llenas de frustración. Además de que nuestra identidad colectiva nace del pasado y se peremniza en la nostalgia, para afrontar el porvenir en la senda del progreso, trazada sobre nuestra manera de ser.

Y esto es lo que con limitaciones trato de hacer al insistir en que mi palabra tenga un nexo verdadero con el lector corriente sin caer en esa narrativa muy valiosa, muy de moda, plena de formas intimistas y novedosas, pero sin llegar al corazón de quienes necesitan un soplo de aliento que solo la lectura puede dar. (...)






18 de julio de 2013

Para Ernesto Luis Rodriguez


PARA ERNESTO LUIS RODRIGUEZ 
Manuel Graterol Santander

“Olvidas que en tu alma llevas 
Mucho más que un aguijón 
Y el verso franco te brota 
Del pecho vuelto calor” 

Ernesto Luis: hoy te escribi 
Con pluma de un arrendajo 
Que en una nube me trajo 
El lucero fugitivo 
Retoña el viejo motivo 
Entre las páginas nuevas 
Por el hilo donde elevas 
El reloj de los latidos 
Y una cicatriz de olvidos 
Olvidas que en tu alma llevas 

 Ernesto Luis: esa senda 
 La aprendí en el canto tuyo
 Que recito con orgullo 
Para que mi hijo lo aprenda 
Aguja que me remienda 
El roto del corazón 
Cuando, de prima a bordón 
Salta el Seis tras La Guayaba 
Y al recuerdo se le clava 
Mucho más que un aguijón 

 Ernesto Luis: esta visa 
Me ha enseñado a ser tu hermano 
Porque es sangre de tu llano 
La que sale de mi herida 
Con la lámpara encendida 
Cuyo aceite no se agota 
Porque entre caballo y sota
 Permaneces como Rey, 
Hablas de potro sin ley 
Y el verso franco te brota 

 Ernesto Luis: este día 
Tu mata no se marchita
 Pues con La Copla infinita 
Florece la poesía 
Y al cargarse de alegría 
Adquiere nuevo esplendor… 
Por eso, en tono menor 
Con mi verso le respondo 
Que sale de lo más hondo 
Del pecho vuelto cantor 

Otro de nuestros grandes poetas. Don Ernesto Luis Rodriguez, autor de maravillosos e inolvidables poemas como La Negra del Maraquero, Rosalinda, La Catira Cruz Peralta, La Negra Juana María , Guariqueñita , Echando Cocos, Pancho Valentía, Pares o Nones y tantísimos otros hermosos poemas donde se plasma al llano y la mujer en pluma magistral. También escribió importantes canciones para Juan Vicente Torrealba, como "Rosario". Tanto dejó a Venezuela y como tantos artistas, escritores y poetas venezolanos, terminó sus dias en pobreza. Don Víctor Morillo me contó en una ocasión como fue apoyado en sus últimos dias por sus compañeros artistas, que lo apreciaron y quisieron pues fue un hombre que dejó huella, no solamente en sus escritos, sino en los corazones de quienes compartieron con él.

15 de julio de 2013

Ignacio Indio Figueredo

IGNACIO “INDIO “ FIGUEREDO
  Julio César Sánchez Olivo 

 Hijo del llano apureño 
Peón de la mano callosa 
Enlaza una res mañosa 
Y madruga en el ordeño 
Peón recio desde pequeño 
De garabato y machete 
De palanca y canalete 
Pero también peón arpista 
Que lleva en su alma artista
 Bordón, tiple y tenorete! 

Como tiembla en la corriente 
Del río Arauca el ramaje 
Nervioso tiembla el cordaje 
Cuando tus dos manos siente, 
Y salta el trino caliente 
Cariñoso y retozón,
Con rezongos de bordón 
Y risas de cuerda fina 
Y en arpegios se te empina 
Delirante el corazón.
Tu arpa sonora se enrumba 
Hacia tu llano infinito 
y se va por “Boralito” 
Guachara, El Yagual, “Turumba”
Tocando el “Zumba que zumba” 
“La Quirpa” o “El Pajarillo” 
 Es voz de Adilia Castillo 
Es arrendajo es gonzal… 
Y es caney, rejo y corral 
Relincho, lazo y novillo! 

Monarca de “La Chipola” 
De “El Seis “ y “El Carnaval” 
Música de mastrantal 
De horizonte y palma sola 
Que el típico Angel Loyola 
Tremola en grito altanero… E
xpresion de lo llanero 
Lo mismo que un “Ah malhaya” 
Arpa, llano y María Laya 
Para ti son tres te quiero!! 

Valle La Pascua
Octubre 1955

ARTISTAS RELACIONADOS: INDIO FIGUEREDO; JULIO CÉSAR SÁCHEZ OLIVO

14 de julio de 2013

Don Pedro Rodriguez, Semblanza de un Baquiano

Jesús Bolaños, Luis Ballesteros, Jorge Virigay y Pedro Rodriguez, el importante cuarteto de defensa, estudio y dedicación al Caparo, presentes siempre en la memoria de quienes los conocieron y muy especialmente, en la memoria del profesor Omar Carrero quien compartió sus vivencias y aprendíó de ellos parte de sus grandes conocimientos sobre esta selva, reducida ahora a unas pocas hectáreas.


DON PEDRO RODRÍGUEZ SEMBLANZA DE UN BAQUIANO (1912-2011) 

Omar Carrero Araque 

Don Pedro Rodríguez se consideró durante mucho como una de las “memorias vivientes” de los pueblos y caseríos inscritos en la lengüetas barinesas y apureñas que ocupan parte de los municipios Andrés Eloy Blanco y Páez, respectivamente. Nació el 29 de junio de 1912 y casi hasta su muerte, acaecida en 2011, conservó intactas sus facultades mentales, un don que le permitía sumergirse en el tiempo para traer al presente la relación histórica de por lo menos, los últimos 75 años de historia de estos parajes. 

En las conversaciones sostenidas con él, en las noches capareñas, pudimos conocer sus primeros pasos en El Cantón hace 93 años, cuando con apenas 6 años de edad se vino junto con su familia desde Paso Potrero, aldea ribereña del Caparo situada a escasos 15 Km., aguas abajo del pueblo. Don Pedro conoció las selvas de Caparo y San Camilo cuando estas masas boscosas cubrían el llano suroccidental de Barinas y Apure. Su familia, junto a la de Don Juan Bolaños fueron las primeras en establecerse en este lugar, a orillas del río, en el sitio conocido hoy como Cantón Viejo. Allí aprendió los quehaceres necesarios para sobrevivir en un ambiente de aislamiento cuasi-total, contacto donde el hombre debía procurarse todo cuanto necesitaba para satisfacer sus necesidades básicas, desde la alimentación hasta la sanación, transitando además por contextos culturales y espirituales. Conocer los secretos de la montaña*, de la sabana o del río eran primordiales para la continuidad como núcleo humano, porque allí estaba la despensa para la alimentación del cuerpo y del ánima. En ese ambiente se crió Don Pedro y allí se hizo becerrero y ordeñador, arriero y caporal, bonguero y pescador, palanquero y patrón, vaquero y agricultor, baquiano de tierra y agua, hombre y amigo. 

Don Pedro hizo muchas veces las 32 travesías de San Camilo, suerte de examen para acceder a la hombría. Una de sus mayores satisfacciones era recordar como siendo aún muy joven lo emplearon como Culatero o Cagón, una tarea que cumplió sin haber recibido reprimendas del Caporal a pesar de que traspasar esta legendaria montaña arreando ganado a pie era una prueba tan exigente que hasta los mismos llaneros de a caballo la rehuían. Me contaba Don Pedro que ellos recibían el ganado en Los Mangos, una fundación ubicada al borde la selva, distanciada de Guasdualito por unas 19 leguas de sabana, comenzando allí “el infierno vivo” el cual se prolongaba por unas 25 leguas más hasta llegar a la Sabana de La Concordia en las entradas de San Cristóbal (Táchira). Recordaba este viejo que las runflas de ganado podían superar las 300 reses. Qué tiempos aquellos me decía Don Pedro y con el canturreo de una canción de Loyola evocaba sus épocas idas: No había música de radio, ni había reloj de campana, pero ganaba el río a las seis de la mañana…….. 


 * En el léxico llanero, el término montaña tiene significado de bosque o selva y no la geográfica de elevación del terreno.

La Lucha contra el Paludismo (2)

Tomando como punto de partida el trabajo del profesor Alexis Coello, denominado Morón, Auge y Caida del Paludismo en Venezuela, el cual pueden conseguir en su totalidad en la página Juan José Mora. com.ve; continuaremos describiendo  los terribles años que pasaron miles de venezolanos como consecuencia del paludismo

 El paludismo ya se encontraba arraigado en tierras venezolanas desde la época de la conquista. De hecho mermó significativamente tanto a los pobladores originales como a los ejércitos de los conquistadores, llegando a convertirse en una de las principales trabas para el logro de su cometido. Para 1675, las “calenturas” habían provocado el abandono de pueblos recién fundados tanto en territorio colombiano como venezolano.

Durante el siglo XIX, fue muy utilizado el término “calentura” para referirse a fiebre, independientemente de su origen, caracterizada por alta temperatura y escalofríos. En aquel entonces era frecuente confundir los síntomas de la fiebre amarilla con los del paludismo. Únicamente cuando el paciente expulsaba el vómito negro, es cuando se podía diferenciar el mal, ya que era el signo inequívoco de la Fiebre Amarilla.  Por muchos años se creyó que el origen de esas enfermedades estaba en el aire enrarecido y en las “miasmas” o emanaciones fétidas de algunas fuentes de agua y los ciudadanos tomaban medidas, más bien producto de la superstición o de la ignorancia, que no detenían la cantidad de víctimas.

La gente trataba de trasladarse a otros sitios donde no existieran esas “emanaciones” y acostumbraban a lo que entonces se llamó “esquivar el cuerpo”, es decir, ocultarse en las viviendas en las noches, apartarse de las aguas malolientes, vivir bajo techado, salir únicamente cuando hubiese sol, airear los habitaciones etc. Pero en el medio rural, esto no significaba garantía alguna ya que el verdadero enemigo habitaba en las zonas oscuras y techo de palma de las viviendas, tal cual lo narra Miguel Otero Silva en Casas Muertas:

En el rincón oscuro de los ranchos, nacidos con el instinto alevoso de ocultarse para el asalto, voraces filamentos alados, las hembras acechaban al hombre, a la mujer y al niño. Avidas agujas de la noche, caían sobre los cuerpos dormidos, clavaban los empuntados estiletes y sorbían la primera ración de sangre. El silencio se cruzaba de agudos zumbidos y una pequeña voz gimoteaba en el catre: -¡Mamá, que me pica la plaga! Se hundía el aguijón aquí y allá, una y mil veces, en la piel del niño sano y del niño enfermo, en la choza del hombre sano y del hombre palúdico.”

 Entre finales del siglo XIX y principios del XX, Venezuela disminuida por las constantes guerras, la pobreza y las enfermedades, mostraba un despoblamiento significativo. Se sumaban a estas desgracias el atraso cultural y aislamiento en que estaba sumida en tiempos de Juan Vicente Gómez, ya que para entonces la explotación petrolera e introducción de capital extranjero en plena vigencia, hacían que la vida en los medios rurales languideciera en el abandono.

Este panorama favoreció definitivamente la extensión de la enfermedad en todo el país, carente en ese entonces de planes sanitarios para combatirla. Para 1916, se decía que cada dos horas moría un venezolano a causa del paludismo. Para 1936, fallecido Gómez, el área malárica en Venezuela cubría 600.000 Km de la superficie del país estimada en 915.741 km. Las referencias indicaban que de 3.000.000 habitantes del país, 1.000.000 enfermaba anualmente de malaria.

 En los llanos, bien sea por su significativa extensión en el país como por sus particularidades geográficas, la enfermedad y su vector se difundieron de manera muy alarmante diezmando visiblemente la población y ocasionando emigraciones a otras regiones para salvar la vida, que trataba de refugiarse en apenas 1/3 del país en zonas menos afectadas. El líder de la lucha antimalárica en Venezuela, el Dr Arnoldo Gabaldón, de quien haremos una reseña más adelante, sostenía que: “Nadie se aventuraba irse de Caracas a Ortiz en Guárico, a Ospino en Portuguesa o a Monay en Trujillo, para citar sólo tres lugares tristemente célebres, pues sabían que lo que allí podrían invertir sería tarde o temprano perdido” .

Para estos tiempos, era mayor el número de decesos que el de nacimientos, lo cual representaba una de las principales causas de despoblación en Venezuela. Entre 1910 y 1945, las cifras estimaban una proporción de 300 por 100.000 (MSAS 1974) “La región de los llanos motivado a su topografía y clima presentaba índices vitales negativos como consecuencia de los estragos del paludismo.

Pero en otras regiones del país la situación no era del todo diferente. López Ramírez apunta: Los Estados Aragua, Carabobo, Yaracuy, Barinas, Portuguesa, Cojedes, Guarico, Anzoátegui y Monagas en algunos años vieron disminuir su población a causa del paludismo, y ciudades como San Carlos, Guanare, Barinas, Tinaco, El Baúl, Ospino y Ortiz, que habían alcanzado fama por su riqueza, se vieron despobladas y abandonadas.

 El estado Cojedes  fue uno de los mas afectados, su población mermaba a grandes saltos sin la esperanza de poner freno a la muerte. Arcila Faria lo explica así: Una de las regiones más afectadas por la presencia del paludismo en los años anteriores a 1936, es el Estado Cojedes, donde disminuye la población de 85.678 habitantes en 1873 hasta 82.000 en 1926 y finalmente a 48.000 en el año de 1936, San Carlos, la capital del Estado, desciende de 12.000 habitantes en 1926 hasta 3.000 en 1.936, El Baúl que se reduce de 10.000 a 2.400 habitantes entre 1873 y 1936. el Pao de San Juan Bautista sufre una disminución de 24.384 en 1873 a 6.700 en 1936” (citado por Yépez Colmenares, 1992, 69). 

 Esta situación además del despoblamiento y la tragedia, traía a su vez más hambre, necesidad y por ende vulnerabilidad, las pérdidas económicas del país fueron muy relevantes a ver disminuida la fuerza laboral y las familias afectadas quedaban en la indigencia al no poder procurar su sustento. Adicionalmente los sectores más afectados fueron quedando aislados, concentrándose en ellos la miseria y la enfermedad El Estado había empezado a desarrollarse en el área sanitaria, pero la situación era tan grave que los esfuerzos se difuminaban. Para diciembre de 1923, se emitió el decreto de Saneamiento de los Llanos de Venezuela, para el tratamiento del paludismo.

 Cuando se determinó la responsabilidad del zancudo en el mal de la población, se definieron medidas domésticas para de aislar al zancudo con red anti mosquitos en ventanas y puertas, mosquiteros de tela en los cuartos, vestirse adecuadamente para evitar las “picadas” de los zancudos etc. y se intentó liquidarlo físicamente, bien sea en su estado larvario, etapa embrionaria o en su estado adulto, el denominado Anópheles. Se usó la “pez rubia”, la soda y otros compuestos usados en centroamérica, especialmente en Panamá a quien la construcción del canal había costado miles de vidas por el mismo mal. Se usó el petróleo como larvicida, descargando tambores del aceite en lagunas para sanearla y proteger a los trabajadores de esa industria. “El verde de París”, el piretro mezclado con kerosene fueron recursos implementados para reducir las larvas de los zancudos. Se usaron también “peces larvífagos” o “larvívaros” como el curito que había dado buenos resultados en Apure y se repartieron ejemplares en varias zonas. 

Para la prevención, preservación y tratamiento a los palúdicos se utilizó la quinina que se venía consumiendo desde 1833 y derivados como la atebrina, la emetina, la plasmoquina, etc., que constituyen medicamentos sintéticos que no compitieron con los medicamentos antiguos pero que por sus precios, eran accesibles a toda la población. Para el ataque al Anópheles adulto, se usaron también diversos métodos: desde el simple matamoscas, hasta el DDT, que introducido por Arnoldo Gabaldón, fue lo que consiguió empezar a disminuir la tasa de mortalidad por la enfermedad. 

El doctor Luis Pérez Carreño logró un reconocimiento nacional e internacional por ser uno de los primeros en utilizar el “suero de caballo” en el tratamiento contra la llamada fiebre biliosa hemoglobinurica o fiebre hematúrica. También se cuenta al mismo Pérez Carreño entre los primeros en aplicar el “Salvarsan” – un preparado de arsénico – contra el paludismo.

9 de julio de 2013

El Ángel del Río Apure - Cuento

 Fallecíó Trina Omaira, célebre apureña por haber cruzado a  nado el río apure cuando tenía 10 años.


EL ANGEL DEL RIO APURE (Fragmento)

Soledad Moreno de Cortez 

Había una vez una niña, de piel canela, cabellos castaños, grandes ojos de color almendra, abundantes pestañas, cejas pobladas, que destacaba entre todas las niñas por su belleza. Era la admiración de sus amiguitas en el colegio. Sus trajecitos arruchados, de variados colores, los lacitos que lucía en cada ocasión, lo bien combinado de sus medias y zapatos con la vestimenta de turno; y sobre todo, su perenne y contagiosa alegría.

 Su padre, José Salerno, a quien cariñosamente llamaban “Pipo”, la consentía mucho, pero al mismo tiempo era muy exigente con ella. L a enseñó a nadar en el propio rio Apure. Su madre, dama muy distinguida, alta muy delgada, llena de bondades, sencilla y honesta a carta cabal, dedicada con su esposo a la educación de sus hijos. María Adelaida, se llamaba ella, Tenían residencia en Puerto Miranda, a orillas del caudaloso Apure.

Un día la niña, rendida por el cansancio del diario quehacer, subió a su habitación y se quedó dormida. Soñó que estaba nadando. Al salir del agua se encontró en un jardín pleno de flores de taburín, tan avcogedor que se acostó en él.  Los gallitos de la laguna le llevaban alimento y ella en agradecimiento les sonreía. Más tarde se le acercó un tucusito que le susurró algo al oído. Acto seguido, la niña se lanzó al agua y comenzó a nadar velozmente hasta llegar a la playa donde se encontró con dos toninas que la saludaban cariñosamente y se sentaron con ella en la playa. 
-Mira niña - dijo una de las toninas - sabemos muchas cosas de ti. Tú eres el “Ángel del Río”. Tu padre va a cazar una apuesta con un señor colombiano que pasó el río hace como tres días, y que quiere encontrar a alguien que repita su hazaña. Y tú, mi pequeña niña, vas a realizar esa proeza, nosotros te vamos a ayudar. Acepta el reto.  

-Mira a tu alrededor - dijo la tonina
 -¡Que cosa más bella! –exclamó la niña
 -Esas son corocoras, sus alitas abiertas indican que te están ofreciendo amistad; esas otras son cotúas, garzas paletas, aquel grande junto al garzón es un gabán. Ellos te brindarán protección. Mas allá se divisa el tío babo y el tío caimán. Abren su boca para expresarte su apoyo. Cuando vayas a pasar el río, no temas, todos te cuidaremos.

 Repentinamente las aves levantaron vuelo, quedando el lugar completamente oscuro, La niña, apoyándose en las toninas se levantó y se sacudió el traje de baño. Cuál sería su sorpresa cuando miles de peces salieron del traje.

 La muchedumbre gritaba sin cesar: 
-¡Viva Trina Omaira! 
-Viva el Ángel del Río! 

 Este cuento sucedió en parte, Trina Omaira a la edad de 10 años se hizo famosa en San Fernando por cruzar a nado el río Apure, complaciendo a su papá quien había apostado que lo haría. Fue un acontecimiento en el pueblo y todos fueron a verla. Trina Omaira ya no vive en San Fernando, pero quedó su recuerdo en la leyenda y la representacion de su imagen en un monumento a la Mujer.
Trina Omaira en el 2010


 Fotografías: Manuel Abrizo

4 de julio de 2013

Golpes de Joropo Llanero: Zumba que Zumba

Este golpe es muy conocido en el llano y en oriente donde se le llama zumbadora. 

Nuevamente recurriendo a la Enciclopedia de la Música Popular de la Fundación Bigott, tenemos que “ consta de una frase de 8 compases con una pequeña coda de dos compases. Su ciclo armónico se desarrolla en modalidad menor y tiene como características relevantes el uso de dominantes secundarias para ir al segundo grado (3° a 4° compás) y a la dominante (5° a 6° compás).

En oriente existe además del golpe descrito, una modalidad en mayor con la misma secuencia de acordes y sobre el ciclo armónico descrito se entona una cuarteta octosilábica que tiene la particularidad de generalmente incluir la frase “zumba que zumba”, antes del segundo y cuarto verso y en algunos casos, antes de cada verso. En la coda generalmente se repiten el tercer y cuarto verso."

Volviendo al zumba que zumba llanero, se estructura rítmicamente sobre la métrica de 6x8. Los instrumentos para tocarlo son los del resto de los golpes llaneros: arpa o bandola llanera, cuatro y maracas. El oriental usa mandolina o bandola oriental, cuatro y maracas, y en algunos casos, guitarra y tambor. 

Les adjuntamos dos audios: la versión instrumental en las cuerdas de Eudes Alvarez y una de las muchas versiones cantadas que han sido exitosas: Zumba que Zumba con Nelson Morales. 

3 de julio de 2013

La Tierra de Pancho Lazo- Víctor Vera Morales



LA TIERRA DE PANCHO LAZO 
Victor Vera Morales 

Calabozo: esa es la tierra 
Donde nació Pancho Lazo 

Pancho Lazo fue el aeda 
De las remotas lejuras. 
De sabanas y remansos 
De estrellitas y lagunas 

El de la “Patria Mestiza”
 En la guerrilla procera, 
El que tremoló en el viento 
Las cantas y las banderas 

Calabozo: esa es la tierra
 Donde nació Pancho Lazo

El que silbó la vacada 
Hacia los anchos tranqueros 
Con su Cuatro de cariño
 Salpicado de tonada. 
 El que al cielo de su tierra 
Amarró con suaves lazos 
Y aprisionó el horizonte 
Que sueña en el alto Llano 

 Calabozo: esa es la tierra 
Donde nació Pancho Lazo 

 El que le dio a los caminos 
Collar de hermosos luceros 
El que llevaba en el pecho 
Pulso de nobles anhelos 
 El que dijo con afecto 
Los cantos que se perdieron 
En boca de los vaqueros 

 Calabozo: esa es la tierra 
Donde nació Pancho Lazo 

Pancho Lazo, fue el aeda 
De perfil como su pueblo 
Por dentro eterno cantar 
Por fuera color moreno 
Mezcla de España y América 
En lo dulce y altanero 
Soñando en la madrugada 
 En los caños sabaneros 


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1 de julio de 2013

Las Pestes y Enfermedades Endémicas del Llano Venezolano (1)

Hablando del llano de ayer, debemos necesariamente escribir algunas líneas sobre las terribles enfermedades que cual las plagas de Egipto, durante el siglo XIX azotaron el país y muy especialmente al llano venezolano, donde llegaron a desaparecer pueblos enteros. Eran tiempos también de guerra, lo cual acrecentaba la miseria y desesperanza en los hogares. 

Tomemos algunos fragmentos del capítulo denominado Peregrinos de el Ultimo Violín de Francisco Castillo Serrano:

 “Parecía que una calamidad desataba a la otra. Y el venezolano, preso de la más completa indefensión a las molestias propias del trópico, es sorprendido por un nuevo enigma terrorífico que lo devora: las epidemias. Procedentes de otras latitudes, pero… vengan de donde vinieren, se ensañaban contra aquellos seres que no albergaban otra posibilidad de defensa que la emigración. ¡Huir, escapar despavoridos…! Ancianos, jóvenes, niños, todos desertaban ante las zarpas del contagio. 

El paludismo, conocido como la peste de Apure fue considerado como la afección de mayor profusión nacional. Aquel padecimiento se propagó en 1833 desde Mantecal a todas las poblaciones de esa provincia, con tal furia, que familias enteras desaparecieron y casi no hubo en el llano vivienda sin víctimas “Murió la mayor parte de los enfermos y en tan grande número que muchos cadáveres quedaron insepultos. Fue para entonces cuando se introdujo el uso del sulfato de quinina en Venezuela” José Salcedo Bastardo-Historia Fundamental de Venezuela. 

San Fernando no dejó de ser vulnerable a la pandemia de cólera más terrible y pavorosa que haya azotado a la humanidad a lo largo del tiempo (1854)” Al morbo variólico, o “la brava” (1855). La reaparición de la “malaria” a fines del siglo XIX, que se prolongó hasta las dos primeras décadas del XX, convirtiéndose en uno de los contagios que más estragos ocasionó a la nación, segando así la vida de casi un tercio de sus habitantes. A la “peste española” (1918 y 1920) que como fenómeno sanitario no fue distinto a la viruela de 1898 ni a la “bubónica” de 1908.  Las historias que se entrelazan en Casas Muertas de Miguel Otero Silva, con respecto al paludismo, reflejan una realidad de la época. 

Nos cuenta Oldman Botello en su escrito denominado El paludismo y otros morbos en Ortiz en el periodo 1880-1885, que varias enfermedades afectaron a la población en ese período y el desconcierto y desconocimiento de la gente empeoró las cosas pues se dieron medicamentos contraindicados y se ocasionaron más muertes. En muchos casos, las familias recurrían a “brujos” pensando que ellos podían sanarlos 

Las enfermedades que se presentaron en ese período fueron: Paludismo, disentería, fiebre amarilla, viruela, tétanos, Hidropesía, Pulmonía, tuberculosis y lepra. Pero de todas, el paludismo fue la que cobró más muertes. Sin embargo es importante destacar que la fiebre amarilla significó también un flagelo muy destacado, pues estuvo presente con gran intensidad entre los siglos XVII al XIX. 

El paludismo es señalado como una enfermedad infecciosa endémica producida por el género Plasmodium y que se transmite a los humanos por la picadura del zancudo anopheles, en las especies Plasmodium facilparum, Plasmodium vivax, Plasmodium malarie y Plasmodium Ovale. Caracterizase la enfermedad por fiebres de los tipos intermitente, remitente, tercianas, cuartanas; la esplenomegalia y la presencia del parasito en la sangre, invadiendo y destruyendo los eritrocitos. La más común en el área en estudio son las tercianas, una fiebre intermitente transmitida por el P. Malariae; la cuartana cuando están separados por dos días de apirexia, producida por el mismo Plasmodium malariae; la intermitente, que aparece por accesos con intervalos apireticos mas o menos alejados. 

 En el llano se dificultó más detener el terrible efecto del Plasmodium malarium, que en el resto del país, pues las características del terreno mantenían por un tiempo las sabanas inundadas propiciando el desarrollo del Anopheles transmisor de la enfermedad.