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22 de febrero de 2014

Los Hijos de Guárico: Daniel Mendoza

La reseña biográfica que ofrecemos a continuación es tomada de el libro EL LLANERO, obra que paradójicamente se dice que no es de la autoría de Daniel Mendoza, sino de Rafael Bolívar Coronado, opinión ampliamente difundida y comprobada por algunos  estudiosos del tema.

Pertenece Daniel Mendoza a la generación de escritores venezolanos que floreció en la primera mitad del siglo XIX, ésto es en el período encabezado por Andrés Bello, Simón Rodríguez y Rafal María Baralt. En este período cultural ya iniciado dese finales del siglo XVIII por obra de los esfuerzos personales de algunos autodidactas, culminó en los oradores de la Sociedad Patriótica de 1810, donde brillaron por su talento Miranda, Peña, Bolívar, Coto Paúl, Espejo; y en los la representan con honor, prohombres del primer Congreso de Venezuela, en el año 1811. Hoy, a principios del siglo XX, la cultura literaria de la nación que en los actuales momentos ha llegado a su más brillante plenitud con Urbaneja Achepoll, Manuel Fombona Palacio, Picón Febres, Gil Fortoul, P.E. Coll, Eloy González, Lisandro Alvarado, Pedro Manuel Arcaya, Jesús Semprum, Manuel Díaz Rodríguez y algunos otros. 

Tocó a Daniel Mendoza la época en que el romanticismo alcanzaba su mayor prepotencia; pero él, por una rara intuición de su ingenio, supo rehuir aquella forma sensiblera, y por lo tanto inadaptable a su temperamento, donde vibraban todos los anhelos y todas las arrogancias de la nueva raza. De la llanura maternal pasó a los colegios y universidades, y de aquellas clásicas prisiones salió disciplinado su espíritu para las faenas de la civilización; entonces tornó de nuevo al hogar y se dio a la tarea de civilizar aquella tierra todavía cerril .

Nació Daniel Mendoza en la ciudad de Calabozo, capital del estado Guárico, en los Llanos de Venezuela, el año 1823. Apenas cumplía doce cuando fue llevado por sus padres a Caracas, donde ingresó en el Seminario Tridentino. En aquel Instituto permaneció hasta los quince años, en que pasó a estudiar jurisprudencia a la Universidad Central, en la que obtuvo el título de doctor en leyes. 

En 1844 se dio a conocer como escritor publicando sus Observaciones Meteorológicas y colaborando en un bisemanario llamado Revista de Letras. En la colección de esta revista, existente en la Biblioteca Nacional, en Caracas, se encuentra gran número de poesías de Daniel Mendoza, pues Daniel Mendoza también las hizo, aunque no con el éxito que obtuvo por sus trabajos en prosa. 

Dos años después publicó la presente obra (El Llanero) y una colección de artículos de costumbres. Como observador de la naturaleza y de las costumbres llaneras, y por sus reflexiones a tal respecto, Daniel Mendoza es un precursor de los estudios sociológicos en Venezuela. De Caracas marchó a su ciudad natal a ponerse al frente de los intereses que le legaron sus padres. Fundó un colegio, por puro amor patrio y en anhelos de civilizador, y por puro amor patrio y en resguardo de sus intereses trabajó activamente en la formación de una Sociedad de Ganaderos que en aquel tiempo contribuyó poderosamente a la total extinción del abigeato que había cobrado alarmante auge en toda la región de las pampas. 

En 1860 – a la edad de treinta y siete años-, falleció a consecuencia de un tumor en el hígado, el cual se le produjo por un accidente andando de vaquería en la pampa. 
Editorial América 
( La edición original no tiene fecha,  pero se estima que fue en  1818 )


Complementamos la información con la reseña que sobre este autor está plasmada en el libro Diccionario Biográfico Cultural del estado Guárico: 

"Cuando apenas contaba con 23 años dio comienzo a la magnífica producción literaria que lo convirtió en el exponente máximo del Costumbrismo y que trazó el rumbo para el desarrollo ulterior de éste género. De Mendoza se ha expresado: (se omite la fuente en la reseña original) 

Esparce en sus cuadros agudezas y donaires y reproduce el lenguaje popular, salpicado de regocijadas alusiones. El rústico Palmarote (Personaje Central de Un Llanero en la Capital) está trazado de mano maestra, con acendrado realismo, libre de prejuicios de escuela, sencillo sin vulgaridad; original sin extravagancia. Es una figura de carne y hueso tomada del natural; sincero y saleroso, lleno a entiempo de malicia e ingenuidad, que en todo fija sus ojos, en la Capital de la República; todo lo pregunta y nada se sustrae a su fisga sazonada con suma agudeza de ingenio. Él solo bastaría para señalar sitio adecuado en la evolución del costumbrismo venezolano a Mendoza, que hizo suyo el aforismo según el cual, “los cuadros de costumbres no se inventan, se copian…” 


El poeta Fleitas Beroes, que realizó un estudio de las versiones antiguas de El Llanero, colocó de su puño y letra en la edición de 1947 lo siguiente: “Murió según el diccionario, a la edad de 44 años. Este es el dato correcto: falleció en 03/09/1870. Así consta en el Libro de Defunciones de la Catedral de Calabozo. Se le rezó el responso el día 04/09/1870.

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