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14 de enero de 2016

Los Remedios del Campo

Mientras más vivo, más me acerco a lo natural, a lo que nuestras abuelas daban por cierto y aplicaban en nosotros. La vida más cerca de la naturaleza, el aire puro, el sol, el agua, los remedios naturales y el maravilloso uso de  herbolaria, son conocimientos tan antiguos como la historia del hombre. Volver en este siglo a Hipócrates o a  Galeno  está muy lejos de significar un  atraso, es volver a la verdad. No quiero decir con ésto que la medicina  actual sea ineficiente, pero sin duda alguna,  se concentra en la enfermedad y no en la salud, busca el alivio de los síntomas y no se enfoca en el origen del problema. Y ésto sin mencionar los intereses económicos que  en el ámbito de medicamentos, clínicas y honorarios mueve la mal llamada salud. Como nada puede generalizarse, he de decir que habrá sin  duda muchos profesionales  que buscan mas allá, que complementan sus conocimientos universitarios con la medicina natural, que buscan la causa real de la enfermedad, que se aseguran que el medicamento que recetan no acallará un síntoma a costa del buen funcionamiento de algún otro órgano. Pero lamentablemente éstos no son la mayoría.

Así como nuestras abuelas nos mandaban a hacer reposo ante los malestares, o nos aliviaban  con  sus guarapos; en el campo, es aún muy frecuente el uso de montes para tratar las enfermedades comunes, aunque en éste ámbito entran también creencias, superchería e ignorancia, que pueden ser ineficientes o empeorar la situación. Recuerdo en este momento el poema de Germán Fleitas Beroes, Llaneradas:

"Con pastillas de ah malaya!
con oraciones de ensalmos
y con zumo de quién quita
cura el llanero sus males....

Quiero compartir un texto de Francisco Castillo Serrano ensu libro El Último Violín relacionado con "los tratamientos" que se aplicaban en Apure para algunos males:

"La ciudad contaba con boticas surtidas para expendio de medicinas de industria nacional y extranjera. A pesar de ello, el patron sanitario refería -en la mayoría de los casos-al uso de medicina casera: efectiva y económica, razón para encontrar un curioso petitorio de remedios de uso y aplicación común.
Por ejemplo:
Para fortalecer los miembros y estimular la marcha en niños con deficiencias musculares: arena de hormiga negra, espuma de sancocho de cogote o cáscara de huevo molida. Cualquiera de ellas,  frotada sobre las piernas varias veces por día, mejoraba aquella condición.
En fiebres altas: almidón y canela en polvo, o el graso de riñón de res derretido y disuelto en aguardiente de caña, usados en unciones corporales baja instantáneamente la fiebre.
Las hemorroides se trataban confeccionando un taburete cuya sentadera correspondía a la parte ventral del carapacho de un morrocoy, utilizado como silla de rutina surtía increíbles efectos sobre el desagradable mal.
Contra vahídos, desmayos y mareos, se daba a oler tintura de valeriana o plumas de gallina chamuscadas.
Útil para dejar las bebidas alcohólica: tomar en ayunas una copita de aguardiente claro en la que se ha disuelto tuétano de zamurita.
Las inflamaciones se trataban: introduciendo la parte afectada en agua tibia, donde previamente se habían hervido hojas tiernas de mango.
El mal de ojo se aliviaba con baños de ruda y sobando al afectado con hojas de escobilla.
La emulsion compuesta por aceites de oliva, higuereta ( ricino), cristal de sábila y miel de abejas, en idénticas proporciones, administrada en la noche por cucharadas, esun remedio efectivo contra el asma.
Para molestias en la garganta: tocamiento con sangre de drago  o gárgaras del fruto del dividive ( Caesalpinia coriaria).
La hernia umbilical desaparecía ubicando un árbol de ciruelo (Spondeas purpúrea) o indio esnú (Bursera simaruba), tomaban la medida del chichón y hacían una marca idéntica en el árbol, rasgando su corteza, hacia el oriente, pidiéndole permiso al elemental de la planta.
Una hepatitis era tratada con raíz de onoto hervida y consumida como agua común.
Verrugas o cadillos se extirpaban atándolos con un pelo de bestia.
Los dolores de muelas se aliviaban colocando, en la cavidad de la carie, un algodón impregnado con leche de túa túa (Jatropa gossypifolia).
A tales conocimientos apelaban al momento de enfrentar fatigas y afecciones propias de la región, donde la distancia era el primer adversario al momento de tratar dolencias y hacer frente a los designios dela fatalidad."

Probablemente algunos de estos "tratamientos" no son efectivos pero forman parte de la creencia popular y me hacen recordar la canción de El Cubiro, Mi última Travesía:

MI ULTIMA TRAVESÍA
Interpreta: Luis Lozada - El Cubiro.

Ah cosa rara yo ví
en mi última travesía
en el monte San Camilo, primo
ví a palma de dos guías
la culebra voladora
la mariposa encendía
perfume de zorro guache, chico
pa la mujer resistía
y rabadilla de iguana
pa la que está entumecía
en donde el mono tití
no carga mucho a su cría
para el hombre sesentón
con la vergüenza caía
consomé de puerco espíno
con 3 gotas de lejía
y el caldo e´chencheno macho
que da la fuerza perdía
manteca de araña mona
para la gente tullía
la sangre del rey zamuro
y que cura la bebía
corazón de gavilán
mejora la puntería
si no me vengo ligero
me pulo en la brujeria
con lo poco que aprendí
ya monté una pulpería
y ya tengo un consultorio
y abierta una enfermería
Mas allá de la frontera
hay cosas que no creía
y me tocó que aprendé, pariente
lo poco que no sabía
la gente de aquí no es mala
sino que nace aprendía
son personas cariñosas
y de una gran simpatía
la mujer es un panal
y con la sangre encendía
son de un querer malicioso
y un mirar de picardía
son fieles en el amor
cuando son correspondías
pa una señora mayor
con poca fuerza en la encía
caldo de sapo amarillo
sangre de rata curía
este verano que viene
voy a echá otra correría
ya tengo el mocho ensillao
y la región escogia
de bastimento me llevo
el puño e bellaquería
que aprendí por la frontera
mi última travesía

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