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18 de febrero de 2016

Los Aperos del llanero de ayer

Estoy releyendo  el maravilloso libro La Vida en los Llanos de Venezuela, escrito por Ramón Páez, hijo del centauro de los Llanos y me encontré esta descripción de los "macundales" básicos del Llanero de entonces (1846):

"Cada cual extendió su manta, hizo de la silla su almahada, cenó y cayó en la paz profunda del sueño. La silla del llanero está adaptada admirablemente para resistir las rudas faenas del país, rindiendo los mejores servicios al viajador llanero en sus largas peregrinaciones. Estas sillas, las vaqueras, aludiendo a la profesión de los jinetes,revelan su alegre origen árabe: la misma profusión de los adornos de plata, los dibujos en marroquín, el alto pico delantero  el asi mismo elevado espaldar. Un confortable pellón de una piel entera de carnero, o de crines de caballo, cubre la sillay cae a los lados en pliegues graciosos. Lleva la silla bolsas de cuero, donde se guardan las cosas esenciales del viajero en las largas jornadas, como papelón, arepas y aguardiente, licor celebrado tanto por su uso como por su abuso.

Los estribos tallados ordinariamente en un bloque de madera, ofrecen la particularidad de ser tan largos y macizos como en ninguna otra parte del mundo, y aunque llamados africanos, en nada se parecen a los árabes"

"Lo mismo que entre los arabes, los jinetes nunca meten enteramente el pié en los estribos, y solo se sostienen  con el dedo gordo para librarse pronto de ellos en caso de caída. Este continuado hábito de cabalgar, arquea las piernas y los pies en modo característico, y les acredita  fama de buenos hombres de a caballo. Las esculturas de los estribos revelan elevado gusto, consistiendo su belleza principal, en los colgantes triangulares de las bases con los que estimulan a los caballos. La cobija es también un objeto de la mas  indispensable comodidad en las marchas, y no puede haber quien  pueda pasarse de ella, principalmente durante la estación lluviosa. es un trozo de tela de seis pies cuadrados, con un corte en el centro por donde pasa la cabeza. Sirve la cobija para proteger al hombre  de los torrenciales aguaceros y fuertes rocíos de los trópicos, y extendida sobre el suelo, le sirve de cama cuando no haya donde colgar el chinchorro. Ofrécele además, protección contra los calcinantes rayos del sol, y la experiencia ha enseñado cómo una gruesa cobija de lana mantiene el cuerpo húmedo y fresco durante el día, y caliente por la noche. La cobija de Venezuela es doble, y la forman dos especies de telas superpuestas: una de color azul oscuro y otra color rojo sangre. exponiendo alternativamente los lados dela cobija a la luz, según el estado de tiempo, se modifica agradablemente la temperatura del cuerpo. Así en los días húmedos y nublados, se voltea hacia afuera el lado azul que absorbe mayor calor, sucediendo todo lo contrario cuando el lado rojo está al exterior. Fundándose en el mismo principio, la manta o cobertor de hilo blanco, es de gran valor contra los soles ardientes rechazando mejor los rayos calóricos que la lana. Es la manta un artículo de ruinoso lujo a causa de los bordados conque se l asuelo decorar, pudiendo rivalizar en elegancia con la mas fina tunica de una bella de Nueva York o de París. Llevada por apuesto caballero en un día de fuerte sol, ofrece a lo lejos la misma pintoresca apariencia, y no menos elegancia que el albornoz d elos arabes.

Igualmente costosa es la hamaca, unode los pocos artículos de manufactura nacional que ha desafiado la imitación de los fabricantes extranjeros. Tejodas a mano en tosocos aparejos, lucen finos adornos y franjas y ribetes del mas complicado y exquisito dibujo, costando una hamaca fina de cincuenta a sesenta dólares. Se puede decir con toda verdad que con la hamaca, la cobija y a silla con sus bolsillos llenos de provisiones,  el errante habitador de las llanuras lleva consigo su casa"

"La hamaca y la cobija se  llevan arrolladas a la grupa del caballo, y cuando acampa el viajero, despues de haber colgado el chinchorro o la hamaca, tiende una cuerda entre sus extremos o cabuyeras, y sobre ellas coloca diagonalmente la cobija y ya puede desafiar tormenta, y hasta al viejo Boreas, durmiendose mejor  mientras mas activen los vientos el balanceo"


Ramón Páez (1810-1894):
Diplomático, escritor y pintor venezolano, hijo del general José Antonio Páez, nacido en Achaguas en 1810 y muerto en Calabozo en 1894.
Inició sus estudios en Caracas, en el Colegio de la Parroquia de La Merced. En su temprana juventud viajó a España, donde se interesó por el idioma Inglés y la botánica. Posteriormente se trasladó a Londres y finalizó allí sus estudios.
Regresó luego a Venezuela, y viajó nuevamente a Londres en 1839, con la delegación que acompañó a Alejo Fortique, ministro plenipotenciario de Venezuela, a Inglaterra. En 1846 acompañó a su padre en una travesía por los Llanos venezolanos. Esta experiencia le llevó a escribir su primera obra, Escenas Rústicas en Sur América, que apareció por primera vez en inglés en 1862, editada en Nueva York.
Participó en la invasión que realizó su padre a Curazao en 1848, así como en la batalla de Taratara el mismo año. A raíz de la Capitulación del general en 1849, Ramón Páez vivió exiliado en Curazao hasta 1850. En este año se reencontró con su padre en Nueva York y vivió junto a él hasta que murió, en 1873.
De 1882 a 1887 entró en conflicto judicial con el gobierno de Venezuela a causa del traslado de los restos de su padre. Con todo, en 1888 formó parte de la comitiva que trajo los restos del caudillo al país.
Texto extraido de  mcnbiografias.com

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