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21 de octubre de 2016

El Joropo, Historia y Evolución (18): Arpa y Joropo en Caracas

He querido retomar las entradas relacionadas con la evolución del Joropo y para ello, les comparto un escrito de Don Eleazar López Contreras, que con su incomparable estilo nos sitúa en los orígenes del Arpa y del Joropo en Caracas:

ARPA Y JOROPO
Eleazar López Contreras

"En 1812 se ofrecía en venta en Caracas “una excelente arpa francesa” (con pedales). Las señoras y señoritas las tocaban y es un hecho que, tan sólo unos años antes, también lo hacía la madre del Libertador. Concepción Palacios Blanco era sobrina del padre Sojo (Pedro Palacios y Sojo), fundador de la ahora llamada Escuela de Música de Caracas, de modo que esa inclinación le venía por la veta familiar, la cual la heredó su hijo Simón, quien también escuchó arpas, ya en su versión campestre, en los vivacs con los llaneros de José Antonio Páez. 

Entonces el arpa ya corría libre por los llanos y se tocaba en las parrilladas de Páez y sus llaneros, como ocurrió en la Quinta Anauco en 1830, ya entrada la República. 

En el siglo 17 (1600) se fabricaban arpas en Venezuela. Don Tomás Aguirre, vecino de Turmero y fanático de la música, en 1682 declaró en su testamento la posesión de 19 arpas, que no es poca cosa. 

En 1940 apareció el arpa en el famoso poema de Alberto Arvelo Torrealba que escribió otras versiones (en 1950 y 57). Considerado como el mejor jinete y coplero de los llanos, Florentino asistió a un joropo en el pueblo de Santa Inés (Barinas). Allí lo retó un extraño vestido todo de negro, incluyendo el sombrero de pelo ‘e guama. En el contrapunteo Florentino cruzó las esperadas coplas con su oponente, que no era otro que el mismísimo diablo, de manera que de perder el careo también perdería el alma. Llenó de fe y como buen improvisador, Florentino no equivocó ninguna rima manteniendo al diablo cantando toda la noche. Como Drácula, al salir el sol el diablo desapareció derrotado. 

Pero su aparición en el poema fue descrito por Torrealba, esta manera: 

 Negra se le ve la manta, negro el caballo también; bajo el negro pelo'e guama la cara no se le ve. Pasa cantando una copla sin la mirada volver: -Amigo, por si se atreve, aguárdeme en Santa Inés, que yo lo voy a buscar para cantar con usté.

 Los temas del joropo abarcan muchas situaciones, como ocurre en una variante del joropo -que son muchas- que es el complejo golpe llamado quirpa, el cual está ligado a una anécdota, esta vez, quizá real. Como paso de ganado y arrieros provenientes de los llanos centrales, el joropo se conoció en Güiripa (San Casimiro, Aragua). Allí se le canta a la leyenda del arpista José Antonio Quirpa, que fue ultimado en una reyerta. Por eso la copla dice:

 En Güiripa no quieren a los llaneros/porque mataron a Quirpa/e hirieron al guitarrero.

Indio Figueredo
El asunto puede ser metafórico, entendiéndose como el encuentro de dos estilos: el llanero y el central. Por eso raspan al arpista y hieren guitarrista, quedando sano el maraquero quien es el que une los instrumento del joropo. 

En todo caso, la música llanera cuando se dio a conocer en grande, no la popularizaron los arrieros en Caracas, sino algunos músicos excepcionales. Uno de ellos fue el apureño Ignacio Indio Figueredo, célebre autor de María Laya e incomparable intérprete de El Pajarillo, joropo más auténtico que Alma llanera. Figueredo asombró al arpista clásico Nicanor Zabaleta cuando lo escuchó tocando y su recio estilo apureño, siempre resultó una sorpresa. 

Juan Vicente Torrealba
 Juan Vicente Torrealba Otro arpista fue el propulsor de la música llanera "urbana". Juan Vicente Torrealba suavizó su música para hacerla asequible al público caraqueño, a partir de 1949, con su Conjunto Los Torrealberos. 

 Inicialmente, tuvo como cantante al compositor de El Gavilán, Ángel Custodio Loyola y se quedó con Magdalena Sánchez, cuyas interpretaciones gustaban más a los turistas que visitaban El Rancho Pampero, con el cual Alejandro Hernández, promovía el comienzo de su ahora famoso ron. El empresario, al igual que otros, le sugirió suavizar su música y eso le ganó adeptos con sus famosos pasajes, que las muchachas de Caracas entonaban y tocaban con sus cuatros adornados con los colores de la bandera, mientras que los afinaban con el ahora conocido cam-bur-pin-tón.


Angel C.Loyola y Eleazar López Contreras




No obstante, nadie tocaba ni grababa Concierto en la Llanura, hasta que Aldemaro Romero lo hizo escribiendo su arreglo que estructuró sobre la grabación original de Torrealba, montaje que fue obra del ingeniero mexicano Pancho Cárdenas (el mismo de Esquivel y Pérez Prado). Entre sus muchos notables cantantes, Torrealba contó con Mario Suárez, que fue el pionero, Rafael
Montaño y varias damas, entre ellas, Pilar Torrealba y María Teresa Chacín.


"'Concierto en la llanura', Aldemaro Romero. Del LP 'Criollísima'', grabado en México en 1956. Ingº de sonido: Pancho Cárdenas (el mismo de Pérez Prado y Esquivel). El arreglo está "montado" sobre la pista original de Juan Vcte. Torrealba, de modo que el arpa que se escucha es la suya. Las maracas son las de esa grabación original; pero el contrabajo lo cumplen los bordones del arpa y, el que se escucha como tal, es el de la orquesta." 

Dentro del grupo de arpistas de reconocidos méritos, como Amado Lovera y muchos otros de alta factura, figura Hugo Blanco, quien le dio al arpa otra dimensión al popularizar su famoso Ritmo
Orquídea con el instrumento, tocando algo parecido a una rumba, para lo cual añadió las claves cubanas (que utilizó en la grabación, luego de conseguirlas olvidadas en el taxi que lo llevó a los Estudios Fidelis de Antonio González “Gonzalito”); y la famosa quijada de burro que había sido utilizada por última vez en el cha cha cha de comienzos de los cincuenta. 

La música de Hugo Blanco era una travesura comercial que le rindió sus frutos, por sus atractivas composiciones de las cuales, por supuesto, la más famosa es Moliendo Café que causó sensación en muchas partes del mundo, sobre todo en Japón y Alemania (introducido en ese mercado por el famoso sello disquero Polydor). 

Componiendo cosas de ese estilo, como El burrito Sabanero, Hugo se alejó totalmente del joropo tradicional y en parte, del pasaje torrealbero (si bien compuso muchos éxitos en los géneros criollos para cantantes de importancia), por lo que al final de todo, no se alejó tanto de la rica veta llanera y venezolana en general. 

Hablar de joropo es hablar del arpa, que es el instrumento por antonomasia más conocido; y sus interpretaciones encierran un conjunto de géneros musicales, que existen y conviven en cada una de sus familias, configuradas en la forma de guacharacas, pajarillos, quirpas y seises, de los cuales hay muchos. El joropo, que es baile y fiesta, es igualitario, Por esa razón, ricos y pobres lo comparten por igual; y por esa razón se le concede a los músicos el lugar que, hasta hace poco, se le negaba al músico popular. Por eso todos toman en el mismo casquillo la misma caña blanca. 

El desarrollo de la música llanera en general, corresponde al período colonial (siglos 16 y 17), que fue cuando nuestra música posiblemente recibió notables influencias, como es el caso de Bach (1685-1750), Vivaldi (1678-1741) y Häendel (1685-1759), músicos que corresponden al período Barroco. En su sonata XII del opus 5, llamada Follia con variazione, Arcángelo Corelli (1653-1713), compositor italiano de música barroca, presentó variaciones de lo que resultaron ser polos orientales venezolanos, pasajes y hasta merengues. 

Pero también debe anotarse en ese grupo a Doménico Scarlatti (1685-1757). Sus Esercizi son imitativos del fandango y la jota aragonesa, de donde proviene el joropo y, específicamente, por sus cadencias armónicas, el pajarillo. 

El arpa, que estuvo en el templo y en las calles, fue adoptada en los llanos, con profusión de elementos y una melodía independiente de los cantadores. Antes de ser conocido, Juan Vicente Torrealba compuso su conocido Concierto en la Llanura (en 1948), estilizado pasaje que mejor identifica a los arpistas venezolanos, el cual se convirtió en el tema obligado de ejecución para la obtención de la licenciatura en arpa en México y Paraguay. Tanto esa pieza como Sinfonía en el Palmar (que data de 1949) fueron elegantemente vestidos de etiqueta con arreglos para orquesta de salón por Aldemaro Romero. 

El joropo central (así llamado ahora pero antes conocido como pasaje aragüeño, golpe o joropo mirandino) fue etiquetado como golpe tuyero a partir de alrededor de 1950, al comenzarse a grabar. Este estilo de joropo, que es más seco y que tocan el arpisto y las maracas-voz (que son los mismos), copió la sonoridad del clavecín de los dueños de las haciendas, colocándole cuerdas metálicas al instrumento. Ese joropo central (que toma las formas de pasaje aragüeño, golpe o joropo mirandino, con diferencias sutiles) fue llamado golpe tuyero a partir de alrededor de 1950, al comenzarse a grabar. 

En 1722 había arpas en los Bajos Llanos donde los jesuitas promovían la música y la danza como medios efectivos para enseñar la doctrina cristiana, por lo que los indios aprendían a solfear y tocar arpa, vihuela y chirimía. El esclavo Juan de Mata, propiedad de Sebastián Granadillo, era alquilado con su arpa para tocar en la iglesia de Coro entre los años 1739 y 1749. Su versatilidad le permitía tocar lo religioso y lo suyo, ya fuera de la futura Catedral. Debió tocar joropos porque en 1749, precisamente, esa música fue prohibida por escandalosa. 

En 1700, Agustín Marrero tocaba su arpa en San Carlos, Cojedes, acompañado de un violín. Y, allí mismo, el organista de la iglesia se hizo acompañar de un violinista y un arpista, quienes muy probablemente tocarían joropos a dúo en la calle. De modo que lo hecho luego por Pablo Canela
Pablo Canela
(1914-1981) con su violín y el arpa tocando Ramoncito el Cimarrona en Barquisimeto, que fue un éxito y que, con su letra, cantó Rafael Montaño), ya tenía antecedentes. Al morir el violinista, Graterolacho (Manuel Graterol Santander) escribió una glosa, que es la forma más exigente del corrido o galerón, pues plantea una cuarteta que debe tomarse como pie para desarrollarse en décimas, como en el romance. Es así que el poeta escribió en 1981, al fallecer el famoso violinista: 


Ha muerto Pablo Canela/puro como el agua clara/Está herida Venezuela/en el corazón de Lara.

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