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23 de septiembre de 2018

Tiempos de Transhumancia

¡Es tiempo de que vuelvas!...  ¡Sin mancilla 
te aguarda el viejo amor! Viva te espera 
 del culto del hogar la fe sencilla. 
Se fue la primavera!
 Ruge amenazador trueno lejano;
 y de soles nublados, agorero, 
la cenicienta garza del verano
 tañe, al pasar su canto plañidero. 

Así finaliza Francisco Lazo Martí, la Silva Criolla, y así me siento tras más de un año sin escribir en este espacio. Siempre manteniendo el deseo de volver,  sin poder materializarlo.  

Pensé ponerle a esta entrada el nombre de "Soy Emigrante", corta frase de apenas dos palabras incapaces de describir la profundidad que llevan consigo.  Soy emigrante desde hace casi tres años, otra tierra, otras costumbres, otros rostros, otros paisajes..... otra vida.
 
Mucho se ha hablado de los emigrantes venezolanos, mucho a nivel internacional y mucho entre nosotros mismos. Unos dicen que el que se fue es un poco cobarde por no enfrentar  la situación ; otros  que es muy valiente al atreverse a empezar de cero. Allá unos dicen que no dejarán  la tierra   que los vio nacer y otros que quisieran encontrar otra  que les abra los brazos. Unos lo han intentado y han tenido que regresar, otros permanecen fuera ejerciendo trabajos para los que están sobrecalificados, otros sobreviven en nuestra herida tierra. Unos lloran, otros enferman, otros rien, pero todos luchan.

Este blog, como muchos de ustedes saben, lo inspiró mi papá quien ya cumplió los tres años de fallecido.  Son sus palabras las que están presentes sobre todo en las primeras entradas y por eso, este trabajo  es para mí como un lazo que lo honra y que honra mi país. Un lazo que  quisiera que permanezca fuerte y sólido.

Sin embargo........ Cuando uno emigra, necesariamente tiene que jerarquizar, dar prioridad a la subsistencia,  a veces hacer a un lado las emociones o las cosas que queremos hacer, para resolver el día a día. Una de las cosas que he aprendido en estas tierras aztecas es la de pedir ayuda, buscar equipo, reconocer cuando no puedo, y aceptar un hombro amigo.

Ese aprendizaje me mostró la forma en que puedo continuar este trabajo amoroso para Venezuela, a pesar del poco tiempo libre de que dispongo. Y la clave es hacer equipo con varias de las personas maravillosas  que buscan mantener y difundir la cultura venezolana. Era tan simple continuar! apoyandome en  amigos como Omar Carrero, Franco Castillo, Yorman Tovar, Oldman Botello, Hugo Arana, Argenis Méndez Echenique, Alirio Acosta, y pare usted de contar. También me han ofrecido apoyo otros venezolanos que estan dispuestos a buscar las historias y permitir que las publique aquí. Uno de ellos, Régulo Cerezo, me propuso el nombre de Tiempos de Transhumancia para esta nueva etapa de Vivencias Llaneras del Abuelo y me gustó por el profundo significado que conlleva. Alberto Arvelo Torrealba escribió refiriendose a éste fenómeno que se da en el Llano cuando el  verano aprieta y el ganado no tiene suficiente alimento: "Como Lazo, el joven apureño* había visto en la transhumancia lo que en realidad es: marcha triunfal de rebeldes, de luchadores que ante nada se doblegan, hacia una meta pródiga y segura. "
 
Y es eso precisamente, una marcha triunfal  cuyo estandarte es la cultura venezolana. Hoy día millones de venezolanos nos encontramos en otras latitudes, la semilla fuerte y resistente de lo que somos está brotando en todo el mundo. Me gusta pensar en eso, ya no lo veo con la tristeza de la separación, sino como la oportunidad de decir al mundo quienes somos, la oportunidad de crear en cada rincón un poco de venezolanidad. Ahora los venezolanos somos del Mundo!

Por ello, vuelve Vivencias Llaneras del Abuelo, quizás no con la frecuencia con que solía escribir, pero sí con la constancia de mantener abierta una puerta hacia ese Llano infinito que tanto amo.  La mayoría de los escritos que se publiquen serán de otros autores, pero llevarán igualmente el amor infinito de nuestra venezolanidad. 

De modo pues, que bienvenidos los Tiempos de Transhumancia!

* El poeta se refiere a Calzadilla Valdéz cuando vió la caravana de hatajos y rebaños trasladandose hacia el Sur,  en búsqueda de tierras más húmedas ante el cruel verano.

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