Confieso que hasta hace muy poco desconocía que existía el comercio con las Plumas de las Garzas, sin embargo, en Doña Bárbara, Don Rómulo Gallegos hace mención de su importancia por el alto precio que se pagaba por ellas. Asimismo, en Maisanta, el último hombre a caballo, José León Tapia, también se resalta esta actividad. La obtención de la pluma en ambos enfoques, es diferente: en el primero, se aprovecha la época de muda. En el segundo, el crimen es la vía, pero en ambos, la muerte cobra su presa.
En Doña Bárbara, en el capítulo "Coplas y Pasajes", se menciona que con la llegada del invierno, regresan las garzas que habían emigrado en verano:
“Comienza la muda. El garcero es un monte nevado, al amanecer. Sobre los árboles, en los nidos colgados en ellos y en torno al remanso, la blancura de las garzas a millares, y por donde quiera, en las ramas de los dormitorios, en los borales que flotan sobre el agua fangosa de la ciénaga, la escarcha de la pluma soltada durante la noche.
Con el alba comienza la recolecta. Los recogedores salen en curiaras, pero terminan echándose al agua y con ella a la cintura, entre babas y caimanes, rayas, tembladores y caribes, desafían la muerte gritando o cantando, porque el llanero nunca trabaja en silencio. Si no grita , canta”
“ Terminó la recolecta de pluma y Antonio le comunicó el resultado:
-Dos arrobas. Ahora si podrá usted darse el gusto de la cerca. Con el precio que tiene hoy la pluma, más de veinte mil pesos le van a entrar” Rómulo Gallegos.
Al parecer, estos rendimientos con la pluma, eran motivo de robos y asesinatos. En la historia antes señalada, Santos Luzardo envía a Carmelito a vender la pluma, quien resulta robado y asesinado.
Un quintal son 46,03 kg y una arroba, es la cuarta parte de un quintal: 11,500 kg
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