Aun cuando lo catalogué como poesia llanera, no es el siguiente un poema dirigido especialmente al niño llanero. Está dirigida a los niños campesinos de Venezuela, a esos niños que son descendientes de la mezcla del blanco, del indio y del negro y que pueblan nuestros campos.
NIÑO CAMPESINO
Miguel Otero Silva
La choza enclenque y parda lo acunaba en su puerta
Con el orgullo ingenuo de las ramas torcidas
Que balancean al viento la flor que les nació.
Era un niño terroso que miraba el barranco.
Era un niño harapiento,
Con los ojos inmutables del indio,
Y los rasgos ariscos del negro.
Uno cualquiera de los cien mil niños
Que nacen en las chozas marchitas de mi tierra.
Yo me detuve ante la puerta,
Y el niño en la choza
Arrancó su mirada impasible del barranco
Para fijarla en mí.
Yo le dije:
– ¿Estás solo?
Y él habló con la voz cadenciosa del indio:
– Las flores del barranco son amigas.
(Era un niño poeta;
yo lo había presentido los ojos profundos).
– Pero, ¿no tienes miedo?
Y él habló con la voz jactanciosa del negro:
Yo soy el macho, ¿sabe?
Mi hermanita se jue con mamá a cortar leña.
(Era un niño valiente;
Yo lo había presentido en sus rasgos audaces).
Después le hablé del palpitar del río,
Del verde hecho ternura en la hondonada
Y del verde bravío de la montaña.
Él me dijo que amaba el silbido del viento,
Y el azul valeroso de los cielos desnudos,
Y el canto y el plumaje de los pájaros.
(era un niño pintor,o músico, o poeta).
Sirvióme agua de la tinaja grande,
Y cuando me marchaba
Me tendió la sonrisa fraterna de los negros.
Y se quedó mirando su paisaje
Aferrado a la choza
Como la flor del árbol.
Yo descendí la cuesta
Desbandando mi palomar de angustias
Por los niños poetas,
Por los niños pintores,
Por los niños artistas
Que nacen en las chozas de mi tierra
Y se quedan mirando barrancos
Para toda la vida.
Por las obras que nunca han de nacer,
Porque están en el mundo con las manos cortadas
Esos niños terrosos de las chozas marchitas.
La choza enclenque y parda lo acunaba en su puerta
Con el orgullo ingenuo de las ramas torcidas
Que balancean al viento la flor que les nació.
Era un niño terroso que miraba el barranco.
Era un niño harapiento,
Con los ojos inmutables del indio,
Y los rasgos ariscos del negro.
Uno cualquiera de los cien mil niños
Que nacen en las chozas marchitas de mi tierra.
Yo me detuve ante la puerta,
Y el niño en la choza
Arrancó su mirada impasible del barranco
Para fijarla en mí.
Yo le dije:
– ¿Estás solo?
Y él habló con la voz cadenciosa del indio:
– Las flores del barranco son amigas.
(Era un niño poeta;
yo lo había presentido los ojos profundos).
– Pero, ¿no tienes miedo?
Y él habló con la voz jactanciosa del negro:
Yo soy el macho, ¿sabe?
Mi hermanita se jue con mamá a cortar leña.
(Era un niño valiente;
Yo lo había presentido en sus rasgos audaces).
Después le hablé del palpitar del río,
Del verde hecho ternura en la hondonada
Y del verde bravío de la montaña.
Él me dijo que amaba el silbido del viento,
Y el azul valeroso de los cielos desnudos,
Y el canto y el plumaje de los pájaros.
(era un niño pintor,o músico, o poeta).
Sirvióme agua de la tinaja grande,
Y cuando me marchaba
Me tendió la sonrisa fraterna de los negros.
Y se quedó mirando su paisaje
Aferrado a la choza
Como la flor del árbol.
Yo descendí la cuesta
Desbandando mi palomar de angustias
Por los niños poetas,
Por los niños pintores,
Por los niños artistas
Que nacen en las chozas de mi tierra
Y se quedan mirando barrancos
Para toda la vida.
Por las obras que nunca han de nacer,
Porque están en el mundo con las manos cortadas
Esos niños terrosos de las chozas marchitas.
Miembro de la llamada Generacion del 28, Miguel Otero Silva, nacido en Barcelona (estado Anzoategui) en octubre de 1908, en tuvo una destacada labor como escritor, humorista, periodista y desde luego como político. Fueron sus padres Enrique Otero Vizcarrondo y Mercedes Silva Pérez. Luego de concluir la secundaria en 1924, comenzó estudios de ingeniería civil en la Universidad Central de Venezuela, aunque ya para ese entonces tenía otros intereses. En 1925, publica en la revista Élite su primer poema titulado "Estampa", influenciado por los modernistas Rubén Darío y Amado Nervo. Asimismo, durante este tiempo aflorará otra inquietud en él: el humorismo; motivo por el cual comenzará con el seudónimo de Miotsi a escribir en el periódico Fantoches y en la revista Caricaturas. Durante los acontecimientos políticos de la Semana del Estudiante (febrero de 1928), Miguel Otero Silva es vinculado a la conspiración militar del 7 de abril de 1928, por lo que es acosado por la policía y debe huir al extranjero, donde prosigue su actividad política. Una vez en el extranjero, forma parte del contingente de venezolanos que comandados por Gustavo Machado y Rafael Urbina López, toma el fuerte Ámsterdam de Curazao y prepara una invasión a Venezuela por las costas de Falcón (junio 1929). Cabe destacar, que en este tiempo comenzó a escribir Fiebre, novela testimonial que publicará 10 años más tarde.En 1930, resuelve darle a sus actividades políticas una estructura ideológica, afiliándose al Partido Comunista Internacional. Después de la muerte de Juan Vicente Gómez (12/1935), regresa a Venezuela. A partir de este momento, gracias a que Eleazar López Contreras permitió cierta libertad de prensa, Miguel Otero Silva escribe en el diario ahora versos humorísticos-con cierto contenido político-titulados "Sinfonías tontas", los cuales firma con el seudónimo Mickey. En marzo de 1937, es expulsado del país, bajo la acusación de "comunista"; viajando a México, donde publica su primer poemario Agua y Cauce y luego a Estados Unidos, Cuba y Colombia. De regreso a Venezuela, Otero Silva edita en 1940 su novela Fiebre y en 1941 funda, junto a Francisco José "Kotepa" Delgado y el pintor y caricaturista Claudio Cedeño, El Morrocoy Azul, semanario humorístico donde escriben Francisco Pimentel (Job Pim), Andrés Blanco, Antonio Arráiz, Aquiles Nazoa, Isaac J. Pardo, Pedro Juliac, entre otros; ese mismo año, crea también el semanario de izquierda Aquí Está. En 1943, en plena Guerra Mundial, su padre Enrique Otero Vizcarrondo, quien había viajado a Estados Unidos para adquirir una imprenta para el Morrocoy Azul, decide aprovechar la oportunidad para fundar un diario; de allí surge El Nacional, cuyo primer jefe de redacción fue el propio Miguel Otero Silva, y director el poeta Antonio Arráiz. En 1949, Otero Silva se gradúa de periodista en la Universidad Central de Venezuela y preside la Asociación Venezolana de Periodistas. En 1951, se separa del Partido Comunista de Venezuela, expresando que no estaba hecho para las disciplinas de partidos. Una vez alejado de la práctica política, vive una época de creación literaria: marcha al Guárico y, luego de investigar durante un año como floreció y cómo, debido a las fiebres palúdicas, se derrumbó la población de Ortiz, escribe Casas Muertas, novela con la cual gana el Premio Nacional de Literatura (1955-1956) y el Premio de Novela Arístides Rojas. Apresado en los últimos días del gobierno de Marcos Pérez Jiménez, al ser derrocado éste (23.1.1958) es electo senador por el estado Aragua en diciembre de 1958, año en que aparece su Elegía Coral a Andrés Eloy Blanco y en el que además obtiene, por otro lado, el Premio Nacional de Periodismo. Siendo director del diario El Nacional, recibió presiones por parte de gobierno de Rómulo Betancourt, debido a sus posiciones políticas, motivo por el cual se separó de la redacción del periódico, no volviendo a intervenir en la redacción del mismo, salvo en contados casos (números especiales, etc.). Como senador, promueve la creación del Instituto Nacional de Cultura y Bellas (INCIBA, 1960). En 1961, de regreso a la narrativa, publica Oficina Número 1, novela que relata el acontecer petrolero que se desarrolla en El Tigre, estado Anzoátegui. Si Fiebre se inspiró en la lucha contra el régimen de Gómez, su novela La muerte de Honorio (1963) respondió a la lucha que se hizo contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y que de alguna manera sirvió como denuncia de los presos y torturados por parte de la policía política del régimen. En 1965 vuelve una vez más a la poesía, al publicar un libro titulado La mar que es el morir. Ese mismo año, publica Las Celestiales, texto humorístico firmado con el seudónimo Iñaqui de Errandonea. En 1967 es elegido individuo de número de la Academia Nacional de la Lengua, institución a la que se incorpora el 6 de marzo de 1972. En 1970 edita la novela Cuando quiero llorar no lloro, que representa según los críticos una evolución dentro de su propia técnica, pues utiliza el lenguaje coloquial, trastocando leyes gramaticales, así como los tiempos del relato. Un año después, deja al lado la escritura testimonial que había practicado hasta entonces y ensaya el tema histórico en Lope de Aguirre, príncipe de la Libertad. En 1975, reanuda su tendencia humorística al lanzar la versión de Romeo y Julieta de Shakespeare. En mayo de 1980, le es otorgado el Premio Lenin de la Unión Soviética y en 1984, parece su último libro, La Piedra que era Cristo.Tomado de Venezuela tuya.com
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