Empezamos el año 2013 con un llamado a la conservación de nuestros tesoros naturales. En esta oportunidad les ofrecemos un escrito del Profesor Omar Carrero, baquiano del llano venezolano y muy especialmente de la Reserva Forestal Caparo, de la cual es estudioso defensor.
Lector, cuando entres en estas líneas y conozcas al "Abuelo de Caparo", comprenderás la importancia de esta Reserva Forestal que no solamente guarda en su seno importantes especies vegetales y animales con magníficos ejemplares, sino que constituye casi el último relicto de una inmensa selva que abarcaba 1 millón de hectarias, de las cuales quedan apenas unas 12, estando 7,900 bajo protección de la Universidad de Los Andes
EL ABUELO
Omar Carrero A
En las selvas deciduas
de bancos arenosos,
destaca en la manigua
tu perfil majestuoso
En tus nombres Murea,
Saquisaqui o Pochota,
tu indígena ralea
de tu semblante brota
En tu porte que admira
savia azul se delata,
gran cacique Pachira
de la tribu quinata
Cuando en 1967 se realizó el inventario forestal de la Unidad I de la Reserva Forestal Caparo, se estableció la red de picas que cada dos kilómetros cruzan al bosque casi en sentido norte-sur (70°N-O), esquineando con la Pica Central. El Área Experimental de la Reserva cedida a la ULA en Comodato, se extiende desde la Pica 5 hasta más allá de la Pica 9. La investigación ecológica con fines de manejo se centró inicialmente en esta última y más tarde en la Pica 8 pues ésta fluye por el área boscosa menos intervenida y con mayor variedad de paisajes. Allí en la Progresiva 2+400 de la Pica Ocho, sobresale con su silueta imponente, el “árbol emblema” de la Estación Caparo, un ejemplar de la especie conocida comúnmente en los llanos como Saqui-saqui blanco, ahora distinguido con el mote de “El Abuelo” porque empíricamente se ha relacionado su gran porte con su senectud.
Este árbol llama la atención de los visitantes porque su soberbia copa de unos 3.500 m² se eleva hasta los 45 m y su tronco provisto de enormes contrafuertes, con una primera bifurcación a los 22 m de altura, registra un poco más de 9 m de circunferencia. Su fronda, que a esa altura crea una isla vegetal, es el asiento de centenares de otras plantas que aprovechan sus gruesas ramas como substrato. Orquídeas, Cactáceas, Bromeliáceas, Hongos, Algas y Líquenes no desaprovechan ese leñoso espacio, convertido ahora privilegiado “penthouse”, que les brinda sostén, agua, luz y nutrientes. Asociados a estos residentes aparecen también enjambres de insectos, lagartijas y otros animales de vuelo que llegan para descansar o para otear a sus presas.
El nombre de “El Abuelo” resultó de un comento de Don Jesús Bolaños, uno de los baquianos mayores de Caparo. Ocurrió que en el verano de 1974, empujados por el avance de los proyectos se hizo necesario abrir una pica intermedia entre la 8 y la 9 la cual se designó como Pica 8 Auxiliar (P8-A), que facilitaba la planificación de los trabajos y las comunicaciones. En esta Pica, a unos 150 m al norte del camino antecesor del camellón y antes de la Calceta se encontró una “mancha” de saqui-saquis en el lugar conocido tiempo después como el Popo (1), conformada por unos 160 árboles agrupados en una superficie algo menor de 3 hectáreas. Esta concentración llamó la atención por su rareza pues en el inventario apenas se cuentan unos 5 árboles de saquisaqui por hectárea. El viejo Bolaños resaltó que en “la mancha había colinos de diferentes camadas”, creencia a la cual llegó después de observar que los individuos presentaban muchas diferencias en diámetro y altura.
Para esa época todavía no se había recorrido completamente esta área por lo que, fuera de los baquianos no había mucha gente que conociera la existencia de los gigantescos saquisaquis que medran en los bancos arenosos y que se salvaron del hacha de los madereros justamente porque sus enormes aletones o “cachamas” en el lenguaje de aquellos, dificultaban su tumba; los madereros perseguían más al saquisaqui rosado de fuste más cilíndrico y de aletones más pequeños. Fue entonces cuando Bolaños, en una de sus salidas, señaló que él conocía al abuelo de todas esas generaciones y acto seguido nos condujo hasta el célebre árbol, localizado a unos mil metros hacia el sureste. Desde ese momento se le conoce como “El abuelo”, uniéndose así a la lista de árboles que han servido de referentes toponímicos en el área, tales como la Palma Pintada, el Apolo 11, el Charo de la 8-A o el Manguito.
A este admirable ejemplar se le calculan unos 500 años de vida aunque nunca se le han hecho estudios de datación. Si esta conjetura es válida, podría especularse que en 1531, siendo apenas un jovencito de 20 años conoció al welser Nicolás de Federman, de paso para Santa Fe de Bogotá por el camino de indios que cruzaba por la zona, y en 1534 al Cacique Manuare en su viaje hacia los llanos. En este mismo supuesto, seguramente presenció las ceremonias fundacionales de Santa Bárbara en 1710 y de Guasdualito en 1770 y, un poco más tarde, en 1813 pudo haber sido testigo del hecho histórico de la incorporación de Páez al ejército patriota en Santa Bárbara y en junio de ese mismo año, de la captura en San Camilo del Coronel Antonio Nicolás Briceño.
Desde hace unos 40 años a la fecha, El Abuelo se ha convertido en el árbol más fotografiado de Caparo pues los centenares de visitantes que pasan bajo su sombra no desperdician la oportunidad de fotografiarse frente al gigante o haciéndole ruedo entrelazando sus manos. También ha sido objeto de crónicas y artículos de prensa, de manera que ahora su altanera figura es familiar hasta en las páginas de internet.
Quiera Dios que El Abuelo viva por muchísimo tiempo más y con él la selva que lo rodea en las 7.900 hectáreas de la Estación.
Omar Carrero Araque
Baquiano
2012
(1) El POPO es un topónimo de referencia de la Estación Caparo cuyo nombre se deriva de la nomenclatura utilizada por Carrero y Bustamante en la preparación de las áreas para la tipificación. Allí en ese punto está el Botalón P0-P0 que divide al Rodal y que señala al Punto Cero de la Pica Cero.
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