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12 de noviembre de 2013

La Lancha Roma - Francisco Castillo Serrano


LA LANCHA ROMA
LECTURAS DEL APURE LEGENDARIO


Francisco Castillo Serrano

Era una tarde de esas que el cielo parece ataviarse de galas, tachonado de gentil policromía, admirable en su rojiza fantasía, un perfecto dibujo de playas y peñascos.

Una tarde en que la gracia modeló todo el caudal de su exquisito gusto, se divisaban, a lo lejos, embarcaciones que en varias direcciones las surcaban dejando una estela de espuma sobre la superficie calma y terrosa. Algunas vestían  toldos de hojas muy verdes y sobre ellas muchas flores. La caravana sin fin era atrayente y por demás simpática. En las barcas, como cosas de amor y poesía, cual promesa eucarística, se destacabacon gentileza innata la mujer apureña, acompañada de padres y parientes entonando cantos al compás de una guitarra.

Antes de la construcción del puente María Nieves, la riada, frente a la ciudad, era una poética prolongación de caños, que con arte y gallardía morían en el anchiuroso Apure. Las aguas se encontraban cariñosas y sumisas, tejiendo en su lenguaje silencioso una enredadera de gracias infinitas.

¡Bello y sublime..!
Los últimos reflejos del sol anunciaban su marcha cotidiana, el gallo de la casita ribereña entonaba su  canto de recogimiento, el toro bramaba en el corral, el ordeñador llamaba con cariño la vacada y como un cierre de oro y esmeralda, un árbol que flotaba sobre el río, exhibía en su ramaje las encantadoras garzas de estas ricas llanuras.

Corrían los últimos meses de 1917, don Fabián Michelangelli vendió a don José Salerno el hato Puerto Miranda, frente a San Fernando, río Apure de por medio. Para celebrar el acontecimiento don José obtuvo prestada de don Félix Barbarito, la lancha Roma, estable y de buena capacidad; y el domingo 25 de noviembre, muy temprano, cruzaron el imponente río. en el hato disfrutaron, sacrificaron terneras y libaron bebidas en conversaciones amenas. Eran dias de bonanza en Apure.

De cuatro a cinco de la tarde dispusieron el retorno, varias embarcaciones volvieron a cruzar el río, la lancha Roma fue abordada por unas 22 personas entre ellas: don José Salerno, algo pasado de tragos y calzando gruesas y pesadas botas; sus tres menores hijas: María Josefa, María Antonia, Trina Salerno Melo y la criada de la familia; don Julio Cásper y su hija Nina; esperanza Arreaza de Rengel y su hija Esperanza Rengel Arriaza; la esposa del general Sinforoso de Armas, su hija y una sobrina; las hermanitas Encinoso; Petra de Cáspers y sus hijas; y una hija de Julio Domínguez. La tripulación la integraban el motorista Vicente Golias y el timonel Ramón García.

Soltó amarras la barcaza y comenzó su lenta travesía del Apure. Estando en el medio del río, frente al "Picacho del Remolino", el motorista Golias hizo un viraje violento zozobrando la embarcación; muchos se pusieron a salvo, nadando o ayudados por bongos y canoas que volaron al lugar y, a pesar de ser un buen nadador, don José Salerno fue arrastrado por la corriente, con la desgracia que llevaba unos tragos encima, sus tres hijas lo abrazaron, pereciendo además de los cuatro Salernos, la criada; la señora Emilia Arreaza Rengel y su hija Esperanza, distinguida señora nativa de Ciudad Bolívar con apenas tres años de residencia en San Fernando y Julio Cáspers y su hija Nina.

Una incesante búsqueda se emprendio hasta altas horas de la noche, el propio Presidente del Estado, general Vincenzo Pérez Soto dirigía las operaciones de una búsqueda que resultaba desesperante.

La tragedia conmovió a aquel pequeño pueblo, por la notoriedad de las víctimas, (....). Esta fue una de las tragedias mas dolorosas y tristes de las que recuerden los viejos paisanos sanfernardinos.


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