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3 de diciembre de 2013

El Joropo: Historia y Evolución (17) : Angel Custodio Loyola (Década del 50)

En nuestro análisis sobre la evolución del joropo, necesariamente tenemos que hacer un alto para hablar de El Cantor del Llano, Angel Custodio Loyola, quien sin duda marcó un hito en esta materia.
El Tigre de Masaguarito, como también se le llamó, se convirtió en un artista inolvidable por su autenticidad y sentimiento al cantar.  Siempre recordado en un lugar especial en los corazones de  sus admiradores, es un artista totalmente vigente y  punto de referencia en la música llanera a pesar de los muchos años que hace de su muerte.
Ya hemos escrito sobre este artista en entradas anteriores, por lo que en esta ocasión transcribiremos parte de una cronología de su vida artística, tomada de su grupo face book y que me parece recordar es de la autoría del Profesor Elvis Barreto:

 "Eran los años en que el contrapunteo era el género de canta llanera más popular. Como Loyola le dijo a Crespo: “…en esa   época lo que se cantaba era puro contrapunteo, la discusión cantada improvisando. El pasaje, por ejemplo, casi no se cantaba. Los cantantes de antes no cantaban joropos. Era muy raro oír a un hombre cantar, pongamos, un pajarillo…el que trajo a Caracas el grito del pajarillo fui yo. Eso es muy mío…”
        

"En una ocasión, Loyola declaró que sus descubridores fueron Germán Fleitas Beroes, Pedro Azopardo, Rafael y Mariano Hurtado Rondón, todos ellos vinculados a la canta y poesía llanera guariqueña. Pero es Juan Vicente Torrealba quien llevado por recomendación de Antonio Abraham – musiú Abraham – fue al encuentro de Loyola en Calabozo, en la casa de Raquel Jaén, para proponerle que se integrara a la agrupación Los Torrealberos."

"Entre 1940 y 50, en Caracas habían intérpretes de un joropo muy peculiar: era de ritmo rápido y ejecutado con bandolín, guitarra, maracas, entre otros instrumentos. Era un joropo distinto al que se escuchaba en el llano adentro. Ese joropo caraqueño-mirandino contaba con artistas de la talla de César del Ávila, Juan del Ávila, Magdalena Sánchez, Josefina Rodríguez, Lorenzo Herrera (padre e hijo), Adrian Pérez (autor de El muñeco de la ciudad), Vicente Flores, Heriberto Escobar, entre otros. 

 Juan Vicente (Torrealba)  se va a las sabanas en busca de una voz representativa del autóctono cantar llanero, encontrándose con Loyola, quien se va con él a Caracas, en 1951. Al llegar a Caracas, Loyola se consigue con una realidad musical desconocida por él. Iniciando una despiadada crítica a ese joropo caraqueño-mirandino y a los estilos musicales caribeños – mambo y guaracha – que eran muy populares en aquellos ambientes citadinos. En uno de sus pasajes, se escucha: 


Cantando al pie del arpa, óyelo bien,
 yo vine y no supe cuando
 porque supe que en Caracas
 lo que reinaba era el mambo. 
 El joropo es sentimiento, 
alma y dan ganas de cantar, 
no es un mambo escandaloso, 
ni una Guaracha vulgar. 

Loyola se presentó ante el público como un representante del joropo puro, el del llano adentro; con un estilo vernáculo que fue causando interés y admiración en el público caraqueño y del interior del país. Convirtiéndose en una especie de apóstol de lo que calificamos como la ética del llanero, cuestionando todo lo que a su parecer la pudiera corromper. 

Loyola finalmente se separa de Los Torrealberos,  y empieza a cantar con otro  gran artista del momento: El Indio Figueredo, cuya arpa era mas representativa del joropo sabanero. Loyola fue cantor y compositor de letras sencillas, llenas de poesía y sentimiento llanero. Su atuendo para presentarse al público  y que siempre lo caracterizó, estaba conformado por un liqui liqui almidonado, sombrero de ala ancha,  un mandador y un pañuelo en la mano.

"Al respecto, escribió Crespo: “El hombre que en los años cincuenta trajo la voz y el quejido del llanero y propuso la canción auténtica de los arrieros y los amansadores de potros, había comenzado a brillar con luz propia en la Caracas de entonces…" 

Loyola logró hacer oír el contrapunteo vivaz y pícaro del que llegó a ser maestro insuperable. La gente lo oía por la Radio Nacional y miraba su porte de hombre asoleado y aguerrido en las pantallas de Televisa…” Separado de El indio Figueredo, Loyola creó su propia agrupación en 1954: Los Guariqueños.

Fue el 24 de septiembre de 1985 cuando dejó de existir físicamente Ángel Custodio Loyola. Un infarto al miocardio le cortó el hilo de la vida en su casa de la Urbanización La Segundera, próxima a Cagua, en el estado Aragua. Esta vez, las amplias sabanas se quedaron en silencio por el dolor de haber perdido a uno de sus ejemplares hijos. 

 


El 4 de septiembre de 2005, la Cámara Municipal de Calabozo, por sugerencia del Alcalde Teófilo Rodríguez Díaz y del pueblo calaboceño, decidieron darle el nombre de Ángel Custodio Loyola al Terminal de Pasajeros de aquella localidad. 







Estuve en el terminal de Calabozo hace una semana y busqué el busto de Loyola que no había visto personalmente. Me costó ubicarlo  pues en la plazoleta en que está, han crecido unos arbustos que ocultan el pedestal  y parte del busto, lo cual tristemente hace que pase desapercibido.

1 comentario:

  1. CUANDO LOYOLA NO QUISO “APAMBICHARSE”
    En 1916 cuando los marines invadieron República Dominicana permanecieron largo tiempo en la isla. Allí fueron “bautizados” como pambiches, en un acomodo del inglés Palm Beach al español caribeño, porque los uniformes de los soldados eran confeccionados con tela fabricada en West Palm Beach. Los “Pambiches” solían visitar los centros nocturnos pero tenían dificultad para bailar el merengue, un baile hecho para el oído y las caderas de los afro-antillanos. Esta eventualidad obligó a los músicos dominicanos a “suavizar” este ritmo para ajustarlo al oído de los gringos y animarlos así a gastar sus dólares en estos centros. Nació así el merengue apambichao. Algo similar intentó hacerse con la música llanera cuando Juan Vicente incorporó a su grupo al joven cantador guariqueño Ángel Custodio Loyola, quien “gritaba” el joropo como se acostumbraba en sus sabanas. Juan Vicente quiso cambiar su estilo para “suavizar” la música llanera pues a su juicio y como lo expresó una vez, “Loyola con sus gritos corría a los turistas”. Este hecho encolerizó al Coplero, ya conocido por su carácter rebelde, quien después de grabar un LP con Torrealba, rescindió el contrato y se regresó a sus sabanas.
    Menos mal que Loyola no quiso “apambicharse” porque de haberlo hecho nos hubiera privado del más soberbio tañío que haya retumbado en la llanura colombo-venezolana, un tañío agreste y cuajado de sentimiento.

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