Vivencias sigue adelante y la mejor manera es trabajar un poco sobre el origen de esta pagina, recordando los cuentos del abuelo, su infancia campesina y su adolescencia citadina.
"Y todo lo que del Llano tuve, se me quedó en el Llano"
En realidad el Abuelo no nació en el Llano, pero como dice el poeta Luis Alberto Crespo, "No basta con nacer en la llanura. Es que no se nace en la llanura. Uno nace llanura. Viene de ella o va hacia ella." Y así fue el Abuelo, nacido en un campo mirandino, nació llanura.
"Yo nací por allá..... en un
caserío llamado Rio Grande, en una hacienda por allí. Mamá venía de
Valle de Guanape, estado Anzoátegui, con sus padres, por esos
montes........Venían a trabajar en una hacienda, como peones.
Ella
tenía 16 años, raza india, cabello lacio y muy largo. Conoció allí a
papá : Musiú, catire de ojos azules, de cultura,
faculto, con labia ".
Esa es
una historia común, la mujer desde muy joven se enamora o "se la lleva "
el hombre. Después vienen los hijos, uno tras otro. No importa las
razas: indio - blanco, indio - indio, indio - negro o cualquier
combinacion posible. La vida del campesino humilde es la misma, la
supervivencia como prioridad, el conocimiento de la naturaleza y su
máximo aprovechamiento, la desasistencia, la muerte escondida en cada
matorral, la vida con lo mínimo a veces o con abundancia en otras, el
instinto a flor de piel, la lucha, el trabajo duro.
Así empezó todo, la familia se residenció en una vivienda típica campesina.
"Las casas del campo, son casi siempre iguales. Piso de tierra, paredes de bahareque. ¿sabes cómo se hace el bahareque? Primero se abre un hueco en la tierra y allí se echa bastante barro mojado, se le añade mucha paja cortada en pequeños trozos y se meten unos cuantos hombres en el hoyo para pisar el barro hasta que esté bien mezclado. Previamente se hace una armazon con palos y verada, para las paredes. El barro se lanza hasta rellenar los espacios de la armazón. El bahareque es muy fresco, es ideal para el clima del llano.
"Las casas del campo, son casi siempre iguales. Piso de tierra, paredes de bahareque. ¿sabes cómo se hace el bahareque? Primero se abre un hueco en la tierra y allí se echa bastante barro mojado, se le añade mucha paja cortada en pequeños trozos y se meten unos cuantos hombres en el hoyo para pisar el barro hasta que esté bien mezclado. Previamente se hace una armazon con palos y verada, para las paredes. El barro se lanza hasta rellenar los espacios de la armazón. El bahareque es muy fresco, es ideal para el clima del llano.
El techo
es de Casupo, una hoja larga que se va colocando superpuesta a manera
de tejas y se va amarrando con mecatillo. Esas hojas se secan y quedan
tostadas por el sol, es un techo totalmente impermeable y fresco.
Las
casas del campo tenían una troja (especie de mezzanina), que se hacía
con la intencion de protegerse de las crecidas de los rios y se usaba
exclusivamente para dormir, sobre esteras. Se subía por una escalera de
palo y cuando toda la familia estaba arriba, se retiraba la misma para
quedar protegidos.
En la
parte de abajo, estaba el fogón, que permanece siempre prendido, en la
noche se apartan los leños, pero se deja la brasa. A veces no se
consigue leña seca y hay que usarla verde, que ademas de picar en los
ojos, ahuyenta la plaga.
Las necesidades fisiológicas se hacían en el monte.
No
habia luz eléctrica. El campesino se levantaba a las 4 de la mañana y
montaba la olla de café y a las 7 de la noche se iba a dormir. En las
horas de oscuridad se alumbraban con mechurrios de cera de abeja.
Esos mechurrios son efectivos, aunque echan mucho humo. Para hacerlos se agarra un trapo de cualquier tamaño y se embadurna con la cera de abeja caliente; después se enrolla como una vela y se deja secar. Eso es todo. Si el trapo es largo, se puede colocar el rollo en forma de espiral, para ir jalando un poco a medida que se consume.
Esos mechurrios son efectivos, aunque echan mucho humo. Para hacerlos se agarra un trapo de cualquier tamaño y se embadurna con la cera de abeja caliente; después se enrolla como una vela y se deja secar. Eso es todo. Si el trapo es largo, se puede colocar el rollo en forma de espiral, para ir jalando un poco a medida que se consume.
Vivíamos bien, en una casa en un alto como a 500 mts de la orilla del río, una casa que tenía un frente para un camino real, de ese lado estaba la cocina. El frente opuesto era un barranco y luego una colina donde papá tenía un conuco, al fondo una quebrada; atrás un naranjal y para el frente principal, hacía el río, allá abajo y la casa tenía hacia ese lado una solera. Allí vivíamos felices.
Papá tenía de acopio unos 4500 kg de café trillao, unos 4000 kg de maíz y mucha gente venía a la casa a buscar ayuda."
Ese es el ambiente de la infancia del abuelo y a través de las entradas que hemos publicado sobre sus primeros años, podemos conocer cómo es la vida -aún en estos tiempos- de un muchacho campesino, para quien los dias transcurren entre trabajo, diversión y aprendizaje natural.
El abuelo nos contaba siempre de sus incursiones en familia o en solitario pues un niño pequeño criado en "el monte" aprende a cuidarse muy bien.
La familia encontraba su sustento básicamente en la cosecha del conuco, en la pesca durante el verano, en cazar alguna lapa o acure, en las frutas que naturalmente daba la tierra. Aqui transcribo otra de las entradas publicadas en Cuenta el Abuelo:
Cuenta el abuelo que
durante el verano, el río aportaba el principal sustento y apoyándose
con nasas o barbasco, la
familia se alimentaba a base de pescado y verduras cosechadas en el
pequeño conuco.¡Todo un día comiendo pescado por carecer en esa época de
medios para refrigerarlo o salarlo! (la sal era muy costosa).
En el invierno, el alimento
estaba en la montaña: lapas, conejos, acures, y creciendo silvestres,
naranjas, cambures, topocho, mangos, aguacates, entre otros.
Cuenta el abuelo que a
veces se internaban en la montaña buscando frutas. Caminaban medio
día y encontraban matas de cambur cargadas. Si estaban verdes los
racimos, abrían un hoyo entre las raíces de un arbol y cubrían las
paredes con hojas verdes de cambur, luego separaban los racimos en
“manos” y llenaban el agujero, lo tapaban con más hojas, le ponían una
especie de rejilla hecha de palos y le colocaban piedras encima de
forma que el peso impidiera a los rabipelaos o demás roedores, -que les
encanta el cambur - apoderarse del botín. Aparentemente, las mismas bacterias que están en las hojas, crean una reacción exotérmica, generando calor que madura el fruto.
A los tres días, regresaba la
familia al sitio, destapaban el “entierro” y los cambures o topochos ya
estaban maduros. El festín duraba el resto del día: comían todo lo que
podían, jugueteaban y al rato comían más.
Al final del día regresaban con lo que podían cargar para los que se habían quedado en la casa.
Y cuando había tormenta y caía algún árbol, la emoción de pensar que pudiera haber una colmena al alcance de la mano (con mucha frecuencia de abeja Guanota) hacía que empezaran la búsqueda apenas escampaba si era de día.
La miel en el campo de antaño era muy apreciada, pues no se contaba
con azúcar común, sino con panela (papelón) que también era costoso para una familia sin recursos. Por tal motivo, la miel
además de endulzante natural era un tesoro para los muchachos. El
muchacho campesino, saca los panales enteros y los chupa, teniendo buen
cuidado de no ahogarse con la miel. Los panales, además de la miel,
tienen la cera y el “Guateguán” (sustancia ácida). El consumo
indiscriminado de estos componentes, ocasionan fiebre muy alta, incluso
con delirio. Una buena colmena, puede dar para llenar más de 10 taparas
de miel.
No faltaban los peligros, especialmente representados por culebras, por las crecidas del río o por la misma geografía. Pero el niño campesino aprende a estar alerta inconscientemente. Contamos con muchas anécdotas de El Abuelo y las iremos compartiendo poco a poco.
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