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4 de noviembre de 2018

Caparo, un día después, Omar Carrero Araque

El profesor Omar Carrero Araque viene acompañando a Vivencias Llaneras del Abuelo desde sus comienzos hace unos 8 años. Sus invalorables conocimientos y aportes han engalanado estas páginas y sobre todo han incentivado en mí el amor y deseo de saber más sobre el Llano. En este artículo publicado en su Blog Picas Forestales, nos habla de lo que fue y en lo que se convirtíó casi toda la Estación Experimental Caparo, que al igual que casi todas las selvas venezolanas, desapareció tras la indolencia y la ignorancia, dejando un espacio que antes tenía ejemplares de cientos de años, en un espacio vacío donde el ecosistema desapareció con toda su biodiversidad. Nos honra colocar estas remembrazas del profesor Carrero en esta etapa de Tiempos de Transhumancia.


 Omar Carrero Araque
Baquiano
2018

CAPARO, UN DÍA DESPUÉS
Omar Carrero Araque
Baquiano, 2018

La selva original (Foto: Luis "Kicke" Gámez)

Potreros donde antes había selva (Foto: OCA)
La Estación Experimental Caparo (EEC) guardaba en su seno al último vestigio de las selvas alisias que hasta hace unos 50 años cubrían unos tres millones de hectáreas en los llanos occidentales de Venezuela y orientales de Colombia. En Caparo sólo quedaban unas siete mil que servían de refugio a un alto porcentaje de la biodiversidad llanera.
En Enero de este año la EEC  fue invadida por “campesinos” “sin tierra” que han destruido gran parte de los bosques y de las parcelas de investigación establecidas hace medio siglo. También se ha afectado gravemente a la fauna, dañando su hábitat o como en el caso de los Tigres, Dantas y Lapas, dándoles muerte por cacería.
Esta ocupación ilegal continúa, nueve meses después, a pesar de las órdenes de desalojo emanadas de la Fiscalía Ambiental y de la Presidencia de la República.

Vio diversidad?
Dónde antes estaba, no se ve el pardillo
Y no trae la brisa olor a laurel
Su sombra no marca el charo amarillo
No está la floresta que miró el ayer
No se ven chupones de fruto en oferta
Que engullían los monos al anochecer
No zumban abejas, ya no hay flor abierta
Y el oso melero ya no encuentra miel
Adiós al casildo, al cedro, a la mora
Erial se percibe donde hubo vergel
Terreno vacío dejó la caoba
Y el drago su sangre, no vuelve a verter
Sin los saquisaquis del banco arenoso
No se oyen chicharras en ronco concierto
Y allá en los bajiales del suelo gredoso
Habrá un Ojo de Agua de un mañana incierto
No zumban avispas de agujazo cruento
Ni están las abejas polinizadoras
Ni las mariposas que retan al viento
Ni la araña artista, noble tejedora
Se fue la chenchena de esos horizontes
Y la guacharaca y el chupacacao
El tigre, la danta y el marrano e monte
La cuatronarices y la tragavenao
Esta última mancha de la Alisia Selva
Perderá su estatus de Experimental
Cuando de Braquiaria un todo se vuelva
Y en otros espacios espigue el maizal.

Glosario (Para los amigos que ven esta Página en otras latitudes)
Bajial: Terrenos más bajos de las planicies aluviales con suelos arcillosos e inundables. 
Braquiaria: Nombre común de algunos pastos de alto rendimiento, introducidos desde África, pertenecientes al Género Brachiaria. (B. decumbens y B. humidicola).
Caoba (Swietenia macrophylla)
Casildo (Acacia articulata)
Cedro (Cedrela odorata)
Cuatronarices (Bothrops sp.)
Charo amarillo (Brosimum alicastrum)
Chenchena (Opisthocomus hoazín)
Chicharra (Cicadidae) 
Chupacacao (Ibycter americanus)
Chupón (Pouteria reticulata)
Danta (Tapirus terrestris)
Drago (Pterocarpus acapulcensis)
Gredoso: Arcilloso 
Guacharaca (Ortalis ruficauda)
Laurel (Ocotea sp.)
Marrano e monte (Tayassu pecari)
Mora (Maclura tinctoria)
Ojo de Agua: Pozo dentro del bosque que mantiene agua aun en la época de sequía, con los beneficios que ello significa para la fauna. Asiento de peces y caracoles.
Oso melero (Tamandua tetradactyla)
Pardillo (Cordia thaisiana)
Saquisaqui (Pochota fendleri)
Selvas Alisias: Selvas estacionales que en el pasado siglo ocuparon millones de hectáreas en Venezuela y Colombia, dentro de la franja climática de los vientos alisios del NE. 
Tigre (Panthera onca)
Tragavenao o Tragavenado (Boa constrictor)

Pegarse un Palo, Hugo Arana Páez

El llanero tiene una forma particular de expresarse. Existen muchas palabras o frases comunes en todo el país, sin embargo algunas tienen una connotación específica en tierra llanera. Les compartimos otro ensayo del profesor Hugo Arana Páez referido a los "traguitos" que disfruta tanto el llanero.
 
                                                               PEGARSE UN PALO
                                                                                                                       Hugo Arana Páez HARPA
                                                                                                     San Fernando, 19 de octubre de 2018



En este ensayo me referiré a una actividad muy ancestral y popular en los llanos venezolanos como es pegarse un palo; quiero decir, el trago o la copa de licor; así escuchamos a dos amigos: ¡Chico vamos a pegarnos unos palos! ¡Fulano y Zutano se echaron cuatro y se rascaron enseguida!
Le he dedicado este trabajo a este hecho sociológico, por cuanto, es habitual que en los llanos, la moledera de caña es una realidad ancestral, presente en los toros coleados, en los gallos, en las fiestas patronales, en los bautizos, en los matrimonios, en los cumpleaños, en las despedidas de solteros, en las graduaciones, incluso hasta en tiempos de Semana Santa, que se supone es una semana de recogimiento, no faltan los bebedores encapillados: esos tercios que beben a escondidas.
 
1. Pegarse un palo
Pegarse un palo parece lo más antiguo, aunque ahora es más frecuente ¡Echarse un palo! o ¡Tomarse un palo! En ese sentido la literatura venezolana está llena de esta viejaza costumbre llanera, así leemos en El Espectador de Caracas del 1 de enero de 1886, se leía ¡Vamos a pegarnos un palo a la salud del año nuevo! En el periódico La Granuja del 26 de enero de 1887, hablaba de los tranvías de Caracas ¡Se paran en cualquier parte mientras el conductor se pega un palito! En la novela Fidelia de Gonzalo Picón Febres ¡Ni a pegarte un palo has venido aquí!. En la novela Música Bárbara de Manuel Díaz Rodríguez se lee ¡No te olvides de pegarte un güen palo de caña en mi nombre!. En Doña Bárbara, leemos ¡Todo el que viene para acá se para en esa pulpería, y por lo menos un palo de caña se pega!. En Las Lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri leemos. ¡Me voy a tirar este palo a la salud de ustedes!. En Tierra Nuestra de Samuel Darío Maldonado, leemos que uno de los personajes dice: Compañero, acérquese y encájese un palo Y dice la copla, jugando con la acepción:
                                                           Cuando dos se dan el palo
                                                            Me recuerdan el refrán:
                                                       Siempre se juntan los mochos
                                                               Para poderse rascar
Palo designa la cantidad habitual que se sirve en una copa, así escuchamos: ¡Sírvame un palo de brandy! Deme un palo doble! Por cierto, ese palo doble es el que se le obsequia a los músicos en los parrandos llaneros para estimularlos a continuar animando el bochinche con su arte. Por eso se les sirve un palo enorme para que no se duerman en el parrando. Por cierto, cuando un bebedor se emburra un trago de cañandonga enorme, se dice que ese tercio se está echando un palo e´ músico o bien un palo de pantalón largo. Es tan general ese valor de palo, que los ingredientes o tapas que acompañan a la bebida se llaman Pasapalos.
Para disimular o minimizar la tomadera se escucha el simpático diminutivo: Fulanito se pegó unos palitos. En Peonía de Romero García, leemos ¡Tomemos otro palito!. El personaje Viruticas de la novela El Forastero de Rómulo Gallegos, trata de explicar a Mariano Urquiza su caso ¡Los palitos, compadre! Y chasqueó la lengua como si saboreara el alcohol. Job Pim recogía la expresión ¡Estar del Palito al Cambur o viceversa! dos poblaciones vecinas, ubicadas entre Valencia y Puerto Cabello, queriendo significar que un tercio es un bebedor habitual.
También añadiría que esos viciosos, andan de taberna en taberna, de taguara en taguara, de tarantín en tarantín, de tugurio en tugurio o como hacían nuestros aborígenes que andaban del timbo al tambo. Por cierto Tambo, era una especie de enramada provisional, que las tribus nómadas precolombinas, construían a las orillas de los ríos llaneros mientras acampaban allí, donde se dedicaban a pescar y de allí se marchaban rumbo a un Timbo. Por cierto, no he encontrado el significado de la voz Timbo. En todo caso amigos, lo cierto es que nuestros ancestrales aborígenes venezolanos precolombinos, se organizaban en tribus recolectoras, cazadoras y pescadoras; deambulaban errantes de un lado para otro. Aunque los que se dedicaban a la siembra y cosecha de maíz o yuca, se establecían en torno a esos sembradíos. Coloquialmente en torno de estas voces aborígenes Timbo y Tambo, se ha derivado el viejazo refrán: ¡Ese tercio anda del timbo al tambo! Esta máxima o aforismo se le aplica a aquellos fulanos que no hallan sosiego, sobre todo se aplica a aquellos flojazos o flojazas que no encuentran qué hacer y ahí es cuando el compañero de trabajo le espeta: ¡Vale, cálmate, que andas del timbo al tambo sin hacer nada! 

2. Tipos de "Palamentazones"
Para referirse a la bebedera de manera coloquial, es decir, a la llanera se usan las formas colectivas: Anoche tuvimos una palazón (que no es pelazón). Ese tercio anoche se echó una palamenta, Se pegó una palamentazón de quinto piso; añadiría yo, ¡Dios mio asi será la tomadera! También se escucha pegarse o echarse una paliza de reserva.
Es muy frecuente escuchar la expresión Palotearse: ¡Esa tercia le gusta palotearse los sábados! ¿Los sábados nada más? yo diría que todos los días. Asi mismo, al final de una fiesta cuando los invitados se marchan, escuchamos alguien decir: ¡Ese tercio no puede manejar así, porque está bien paloteao! Asimismo escuchamos a un amigo decirle a un compañero de tragos: ¡Pana bríndame un palitroque! Por cierto, este palitroque es un palo rustico, sin labrar. En ese sentido, en Guárico alguien pregunta ¿Cómo está el palitraque? ¡A aquel viejo le gusta el palitroqueo! o ¡Aquella chama está bien palitroqueada!
Por cierto, del tercio que está medio borrachón se dice ¡Ese fulano está entre palos o que está metido entre la botella o que está entre palos o que está metido en la botella o que está dentro del litro.
También escuchamos ¡Ese tercio se echó una palamentazón de padre y señor mío! Así será la jaladera de caña. Asimismo escuchamos la expresión: Pegarse o echarse una paliza. Fulano y Perencejo se pegaron una paliza de pronóstico en la fiesta de cumpleaños de zutanita. Esto es el acabose, diría una vieja mojigata. Pero más frecuente es Palotearse. Asimismo la expresión Fulano le gusta palotearse los sábados ¿Los sábados nada más? O el amigo que le comenta al otro: Ese tercio no puede manejar así, porque está bien palotiao.
¿De dónde viene ese uso de palo por trago o copa? Hay que partir de la expresión Estar a medio palo, la cual se escucha a cada momento en los llanos que se deriva del valor de palo o árbol inmenso. Pero es al revés, es que ese Estar a medio palo por estar Medio bebido es mucho más viejo que ese palo. Por cierto, de Estar a medio palo, ha salido sin duda palo con el valor de copa o trago.
También existe una equivalencia entre trago de alcohol y golpe, como: Tarrayazo, trancazo y Lepe. Tarrayazo empezó siendo expresión de pescadores, pero se ha extendido con el valor de golpe. Asi escuchamos: ¡Ese tipo anda buscando que le dé un tarrayazo! y también de trago, que puede ser la copa de alcohol que un fulano le sirve al amigo. Cuando Florentino Coronado, Quitapesares, llega extenuado y sudoroso a la casa de Tereso Coromoto; éste le sirve un trago de brandy y el cantor se lo emburra de un solo trago y el viejo Tereso Coromoto, sorprendido le expresa: ¿Cómo que no crees que sea brandis de verdá? ¡Te has echao el tarrayazo al fondo del guargüero como si juera aguardiente lavagallos!
 
La tranca, me refiero a ese palo grueso y fuerte, que se colocaba en nuestros desaparecidos tranqueros de madera de los corrales (hoy estos tranqueros son de hierro y se llaman portones), también designa la borrachera. Es que en nuestros llanos trancarse es emborracharse. Pero también un trancazo es un garrotazo o golpe dado con contundencia. Así escuchamos el expresivo refrán llanero: Has bien y espera el trancazo. En los llanos, trancazo es también el trago de licor. Enrique Soublette lo emplea en La Fajina. Donde uno de los personajes El Padre Prospero, cura de la población de La Soledad durante treinta años, era modelo de sacerdote entregado a su pueblo, pero le gustaban las riñas de gallos y el juego de bolas. Además mascaba tabaco y se pegaba sus palitos de aguardiente, que él llamaba trancazos. El pulpero se negaba a veces a cobrarle recibir el precio del trancazo.
 

San Fernando y sus Puertos. Hugo Arana Páez

Tiempos de Transhumancia les ofrece hoy un escrito actualizado sobre las remembranzas del Profesor Hugo Arana Páez, sobre los antiguos puertos fluviales de San Fernando de Apure, en aquella época de oro donde el poderoso río Apure era uno de los canales de comercio más importantes del país. El relato muy al estilo del profesor Arana, está lleno de referencias de los ayeres de San Fernando, narrados con un increíble sentido del humor.  Colocamos al final la versión anterior de dichas remembranzas.
Puerto El Cañito visto desde el actual Hotel La Fuente Imagen: Fundación cultural Ítalo Decanio D´ Amico
SAN FERNANDO Y SUS PUERTOS

Hugo Arana Páez HARPA 
 San Fernando, 3 de noviembre de 2018


"A orillas de un brazo del Apure, frente a San Fernando, se hallaba un importante puerto fluvial de la ciudad, conocido coloquialmente como El Cañito. Por cierto, estaba donde ahora se hallan El Monumento a la Bandera; la Plaza de la Mujer, La Fuente de la Abundancia, conocida popularmente como La Fuente de los Caimanes, la estatua ecuestre Hombre a Caballo (conocida erróneamente como Negro Primero) de Alejandro Colina el mismo que esculpió la venerada estatua de María Lionza, situada en la Avenida Francisco Fajardo en Caracas, frente a la entrada Tamanaco de la Universidad Central de Venezuela.
 

Observando la desteñida y desenfocada imagen de El Cañito, se ven en primer plano, las barandas de tubos galvanizados y columnas de concreto que protegían a los asiduos visitantes a este fondeadero; detrás, a la izquierda destaca la fachada del edificio de los Hermanos Barbarito, sobre el cual, sobresale la torre de hierro galvanizado, que el Cronista Lugareño, Pedro Laprea Sifontes, refiere, la instaló el joven Juan Porrello y su hijo mayor. Por cierto, esa torre era la que sostenía el cable del telégrafo que atravesaba el Apure y que se sustentaba de otra torre similar, situada en Puerto Miranda; de esta manera, desde tiempos de Guzmán Blanco, San Fernando y parte del Estado Apure, se hallaba comunicado con el resto del país. A la derecha se mira el espacio donde se hallaba el parque o Plaza Independencia, nombrada así, por cuanto, fue inaugurada en tiempos del Presidente Gómez, cuando el 24 de junio del año 1921, se cumplió el primer centenario de haberse celebrado la Batalla de Carabobo, acción que dio la independencia a este país. Por cierto, a esta plaza, los gobernantes de turno han cogido la manía de cambiarle el nombre a su antojo; así hemos visto que primero se llamó Plaza Independencia, después en el año 1923, Plaza Gómez, en honor a uno de los hermanos del dictador Juan Vicente Gómez, quien fungía como primer vicepresidente de la República de Venezuela, apodado Juancho Gómez (Juanchito lo llamaba El Bagre) y quien ese año fue apuñalado en su residencia del Palacio de Miraflores. Por cierto, a raíz de la muerte de El Bagre, se dice que entre la enardecida multitud, un hombre a caballo enlazó la efigie y la arrastró por las calles del pueblo, donde los enfurecidos apureños aplaudían el gesto del osado jinete. Posteriormente se llamó Plaza Sucre, cuando en el año 1951 se echó abajo el Palacio de Gobierno del Estado Apure (Gobernación del Estado), construido e inaugurado por el Presidente del Estado en el año 1876 (conocidos ahora como gobernadores), el sanrafaeleño, General Raimundo Fonseca; por cierto esa magnífica edificación se conoció coloquialmente como El Palacio Fonsequero, el cual se hallaba situado frente a la desaparecida Plaza Libertad, entre las calles Fonseca y Juan Pablo Peñaloza (exactamente donde ahora se halla la tienda por departamentos Seven´s). Entonces, frente a ese palacio se exhibía en una plazoleta, un busto del mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, el cual a raíz de la demolición del Fonsequero, se colocó en el Parque Independencia y desde ese año comenzó a llamarse Plaza Sucre. Últimamente se instaló un busto del patriota neogranadino Atanasio Girardot y ahora se llama Plaza Girardot.
 

Bien, hemos visto la evolución de los nombres oficiales de este céntrico parque de la ciudad (Parque Independencia, Plaza Sucre y ahora Plaza Atanasio Girardot). Paralela a esta manía de cambiarle nombres a la Plaza Independencia, el pueblo, tampoco se quedó atrás, por cuanto, coloquialmente, a partir de las dos primeras décadas del siglo veinte, a raíz de la llegada del primer automóvil a San Fernando (6 de febrero de 1814), comenzó a nombrarla Plaza de los Choferes, por cuanto, en ese parque se estableció la primera línea de taxis en San Fernando; siendo los primeros taxistas del pueblo (entonces llamados despectivamente choferes de plaza), un señor de apellido Carrillo, El negro Candelario, un músico de apellido Mendoza, los hermanos Rafael y Modesto Ibáñez, Don Jesús Aponte (propietario del Cine Royal y de la ferretería Agencia Royal, situada en el cruce de las Calles Juan Pablo Peñaloza y Bolívar), Don Julio Aray, quien años más tarde sería el propietario de un negocio situado a la entrada del pueblo, conocido como La Bomba y repuestos automotrices Juan Bimba y del Cine Libertador, situado en la calle Bolívar, entre el Paseo Libertador y la Calle Arévalo González; lo cierto es que estos choferes para atender las solicitudes de su “numerosa clientela” instalaron un teléfono de la empresa telefónica del emprendedor Emilio Rodríguez Saintón. Desde entonces, los sanfernandinos comenzaron a nombrar ese parque Plaza de los Choferes; años más tarde, en la década de los años ochenta, nuestra viejo y emblemático Parque Independencia, se vio plagado de asiduos bebedores y comenzó a nombrarse Plaza de los borrachitos y últimamente a raíz, de haberse instalado en ese parque, la empresa de transporte de pasajeros del Estado Transapure, con sus cómodos, bonitos y baratos autobuses chinos, marca Yutong, el pueblo comenzó a llamarla Plaza de los Yutong, ja ja ja.
 

Pero volviendo, con la difusa imagen de El Puerto El Cañito, observamos que al fondo a la derecha del Palacio Barbarito, se ve una hermosa casona de tejas, donde ahora se halla el Banco Provincial, la cual fue conocida como La Colmena, una viejaza pulpería (actuales bodegas), que le dio nombre a esa esquina. Por cierto, su propietario era Don Chicho García, quien años más tarde cerró su modesto negocito y se dedicó al oficio de vendedor ambulante (buhonero); Don Chicho, andaba del Timbo al Tambo, por las calles del polvoriento, caluroso y soleado pueblo; iba sudoroso, elegantemente trajeado con un paltó y pantalones de dril blanco, una corbata negra, un sombrero de fieltro marca Barbisio o Borsalino, un maletín donde llevaba la mercancía; además, colgados a su ropa exhibía algunos de los artículos. En sentido literal, me atrevo a decir que este hombre era una vitrina ambulante.
 

Al lado de La Colmena, se hallaba otra hermosa vivienda de adobe, techos de tejas y anchos portones de madera, propiedad de Don Pablo Rodríguez, propietario de una panadería muy concurrida y al lado estaba el Hotel Danelo; más bien era una posada, propiedad del italiano José Danelo, quien se había venido de Los Teques a montar su negocio en San Fernando; se dice, que entre otros celebres personajes, se hospedaba Francisca Vásquez de Carrillo, la hatera dueña de los Hatos Mata de Totumo y Menoreño, allá en la Trinidad de Arauca y quien se alojaba en ese hotel cuando venía a arreglar unos asunticos con su abogado el doctor Andrés Eloy Blanco. Por cierto, Francisca Vásquez, apodada Pancha Vásquez, fue el personaje que inspiraría a Don Rómulo Gallegos, para construir el personaje conocido también como la marimacha, la hombruna, La Guaricha o La Dañera de la novela Doña Bárbara; al lado del negocio de Musiú Danelo, siguiendo por la misma acera, en la esquina del cruce de las calles 24 de julio y Comercio, estuvo la Botica Central (como se conocía a las antiguas farmacias), que le dio nombre a la conocida Esquina Botica Central y la cual era regentada por su dueño, Don Pedro Segundo Salas, quien había aprendido el oficio de boticario en la Botica del Llano, propiedad del San Rafaeleño, Don Jesús Cedeño, que estuvo situada en el cruce de las calles Miranda y Comercio.