Sobre esta etnia, hemos conseguido muy interesante y completa información, la cual se irá colocando de manera progresiva, partiendo de registros de la época de la conquista, los cuales se encuentran muy bien documentados en el libro “Introducción a la Venezuela Prehispánica: Cultura de Naciones Indígenas Venezolanas” de Francisco Arellano.
Sobre este particular, es importante destacar que esta obra se basa principalmente en testimonios de los sacerdotes que vinieron a Venezuela, durante la conquista, a predicar la fe cristiana. Sabemos que dichos testimonios pueden ser sesgados o poco objetivos, sin embargo aportan una visión general de los aspectos que ellos observaron y a los efectos de este Blog, son de utilidad documental:
“Los Yaruros vivían más cerca del rio Meta que los otros grupos de pescadores. Tenían su centro a orillas del Sinaruco y del Capanaparo, pero estaban bastante bien distribuidos a lo largo de las riberas de muchos ríos del área. De los yaruros escribe el padre Rivero: “ empezando por la nación Yarura, digo que se descubrieron estos indios cerca del onocutare, población antigua de los achagias, tan miserables y desdichados y de tan corto espíritu, que no solamente no sabían valerse de las manos para las rocerías y labranzas, sino que no tenían boca para pedir. Solían salir a onocutare cargados de pescado para venderlo a los Achagias, única habilidad que tienen sin la cual morirían de necesidad; la paga se reducía a unas pocas hojas de tabaco, o a unas cañas delgadas que usan para las flechas, con lo cual quedaban tan contentos como si le hubieran dado un potosi”
Obviamente estos misioneros no podían entender que estaban interfiriendo en una forma de vida ancestral que a esos indígenas les había funcionado: estaban invadiendo su territorio e irrumpiendo en sus vidas silvestres. Criticarles desde el punto de vista de una cultura mucho mas avanzada precisamente por venir del viejo mundo, era realmente injusto. También habria que considerar que la lengua española de aquellos tiempos era bastante diferente a la actual, por lo tanto las palabras antes transcritas, probablemente no tenían la significación que tienen ahora.
Obviamente estos misioneros no podían entender que estaban interfiriendo en una forma de vida ancestral que a esos indígenas les había funcionado: estaban invadiendo su territorio e irrumpiendo en sus vidas silvestres. Criticarles desde el punto de vista de una cultura mucho mas avanzada precisamente por venir del viejo mundo, era realmente injusto. También habria que considerar que la lengua española de aquellos tiempos era bastante diferente a la actual, por lo tanto las palabras antes transcritas, probablemente no tenían la significación que tienen ahora.
Volviendo a los Yaruros, en cuanto a su hábitat y ubicación, la web fudena.org, nos informa que para el estudio realizado en los años 70, se definen cuatro zonas de población Pumé de acuerdo a su ubicación geográfica (Mitrani):
1) Arauca - Cunaviche en el norte del Estado;
2) Capanaparo - Riecito en el centro;
3) Cinaruco y Brazo Cinaruco en el sur; y
4) Las sabanas interfluviales, comprendidas entre los cursos medios del río Capanaparo y del río Cinaruco
En estas zonas existían varias comunidades con su propio territorio, independientes entre sí, teniendo generalmente sus habitantes nexos de parentesco. Estas comunidades presentaban diferentes niveles de aculturacion, dependiendo de su grado de aislamiento, ya que solo se relacionaban con las comunidades más cercanas.
Para ese momento, las comunidades más aculturadas eran las del Arauca - Cunaviche y del Capanaparo - Riecito, puesto que estaban en contacto permanente con la población criolla; incluso en la actualidad parte de su población trabaja como mano de obra agrícola estacional o permanente en hatos criollos. Según Mitrani (1988), esta asimilación de los indígenas ha traído como consecuencia el desmejoramiento de su calidad de vida pasando a formar parte de la población en condiciones de pobreza en el ámbito rural.
“Por su parte, los Pumé del Cinaruco, principalmente los Capuruchano que se encuentran en las sabanas interfluviales entre los ríos Capanaparo y Cinaruco, han permanecido en un mayor estado de aislamiento, lo que les ha permitido conservar sus prácticas tradicionales. "Los Capuruchano, cuyo territorio se extiende en las proximidades del caño Naura y La Macanilla (afluentes del Capanaparo) y del brazo Cinaruco (afluente del Cinaruco), representan la fracción mejor preservada de la etnia. Ciertos pequeños grupos seminómadas no han tenido jamás contacto directo con el mundo criollo" (Mitrani, 1988).
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