Nos contaba Don Julio César Sánchez Olivo sus "Recuerdos del Apure Viejo" en su programa radial a través de la emisora La Voz de Apure:
“Es bueno que sepan que de aquí, de San Fernando, a Guasdualito, el viaje en bongo remontando el Apure, era de treinta días. De aquí al Amparo se gastaba el mismo tiempo, pero el viaje era por el Río Arauca. A Calabozo se iba por el río Guárico, que ustedes lo ven hoy casi seco, no navegable.
La tripulación de un bongo la integraba el patrón – o timonel- y los marineros. Estos que se llaman marineros, son los hombres que agua arriba por el río, impulsan la embarcación con palancas de madera, que son varas de algo mas de cuatro metros de largo, con una horqueta en una punta que fijaban en el barranco o en una rama de árbol y el otro extremo se lo apoyaban en el pecho y así recorrían el bongo de proa a popa, que en la práctica, era pasarse ese bongo por debajo de sus pies en la marcha puesto que, como ya digo, la palanca estaba apoyada en un lugar fijo del barranco. El número de marineros o bogas- como también se le llamaba- era de acuerdo con la capacidad del bongo. Había bongos de hasta seis bogas, que agua arriba iban, como ya dije, impulsando al bongo con las palancas y la marcha era por la costa de los ríos; pero al navegar en sentido contrario, o sea aguas abajo, la navegación era por el centro de los ríos, con el mismo número de marineros o bogas, pero el impulso se daba a la embarcación con remos”.
Tipos de bongos
Había bongos con toldilla y sin ella. La toldilla “cubría la parte central del bongo como techo o protección de tablas. Los bongos sin toldilla eran los llamados de “pillote”, en los cuales la carga se cubría con una lona y se amarraba con un mecate llamado “trinca”. Los marineros al cargar un bongo “pillote” procuraban colocar bultos apropiados para poder pisar al caminar por encima de ellos y así no quebrar las cajas expuestas a romperse por la fragilidad de ellas.”
Los bongos tenían una zona llamada piso como de tres metros, cubierta con tablas a nivel de las bordas, de la proa hacia atrás, cerca de donde comenzaba la “toldilla” o el “pillote”. Los habitantes de las costas de los ríos podían conocer, por el sonido de los pasos de los marineros que se oían desde una distancia de hasta cinco kilómetros, si el bongo era de toldilla o pillote: cuando era de toldilla se podía apreciar el sonido de los pasos sobre el piso, luego el salto de aquí a la toldilla y el cambio del sonido de estos pasos sobre ella, mientras que si el bongo era de pillote solo se escuchaban unos pocos pasos” pues los que se daban sobre el mismo, no se escuchaban”. Decía el poeta que el agua funge como vehículo transmisor del sonido de los pasos y por ello se escuchaban a gran distancia.
También había bongos “carroza” que era una especie de techo de paja arqueado sobre el bongo, que se afianzaba en las bordas de la embarcación con bejucos gruesos.
Cuenta el maestro que era un acontecimiento cuando llegaban bongos a aquellas soledades, porque llegaba cargado de noticias, aunque fueran viejas.
Después de varios días de marcha y al acercarse a algún lugar habitado a las seis de la tarde, sin haber tenido mas descanso en ese día que unas dos horas mientras comía, el llanero siempre se mostraba de buen humor y lanzaba el grito característico como un aviso de que se acercaba a ese lugar, que era un grito largo y algo así como campaneado. Posiblemente allí nació este refrán "A VISTA DE PUERTO NO HAY MARINERO CANSAO
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