Creo que se puede decir que sin lugar a dudas, Florentino y el Diablo, o Florentino el que cantó con el Diablo, constituye nuestra leyenda mas importante y ha sido objeto de análisis y estudios por un sin fin de venezolanos. Nuestro gran poeta Alberto Arvelo Torrealba, convirtió la historia en el mas sonado y famoso de sus poemas. Nuestro gran escritor Rómulo Gallegos, en su obra Cantaclaro (escrita prácticamente en simultáneo con la primera versión del poeta Arvelo), recrea la misma leyenda aunque con final distinto. El poeta Fleitas Beroes, también la plasmó en su poema La Majá del Diablo. Pero la historia no es producto de la creación de esos grandes venezolanos, ellos pusieron su arte para difundir la leyenda que andaba de boca en boca por todo el llano venezolano. De hecho, tanto en Florentino y El Diablo, como en Cantaclaro, se citan expresiones, lugares o coplas entre comillas, dejando ver que no son de la autoría del escritor.
Muchos análisis se han efectuado a ambas obras y muchas incógnitas han surgido de los mismos, como por ejemplo el lugar dónde se dio el contrapunteo. Particularmente, siempre he querido conocer el origen de la historia y hasta dónde fue producto de la imaginación popular. En los valiosísimos manuscritos que le dejó "Ño Aguedo" al poeta Fleitas Beroes, hay algo de esta sorprendente historia, y transmite lo que se hablaba en el llano antiguo sobre la misma. ¿Verdad?, ¿Fantasía?. Les invitamos a leer este texto y sacar sus propias conclusiones:
"En La Unión de Barinas llamaban a Clara Blanco de Zárate “Ña Clara Blanco”, tenía 93 años y atendía a muchos quehaceres domésticos porque eso es el llanero, allí no es raro encontrar a un viejo o una vieja cumpliendo sus deberes como en los buenos tiempos.
Ella con sus 93 y yo como mis 10 años, y como éramos de Camaguán, las dos mentes iguales en pensar y apreciar las narraciones históricas y las anécdotas de la gente del pueblo; pasábamos largos ratos, ella narrando las historias del pasado y yo preguntando y oyendo.
Mi padre era dueño de una “pesa”-hoy se dice carnicería- Félix Zárate era el matarife de mi padre y de allí el resultado de mi estrecha amistad y confianza con la alegre y chistosa anciana. En su infancia conoció a Florentino Lovera-decía ella- era un indio alto, alegre y dicharachero, tocado siempre de un sombrero “pelo e guama”, color araguato, blusa blanca, pantalón oscuro, alpargatas finas y un pañuelo de seda blanco, ajustado al cuello de la blusa por una aro de oro reluciente, portaba siempre un pardillo amarillo y en su parte superior, es decir, en el puño, artísticamente encabuyado. Fue para aquella época, el mejor poeta relancino de los llanos del Guárico y Apure, no necesitaba pensar para arreglar un cuarteto referente a lo que veía.
Florentino apreciaba y quería a la muchachita Clarita Blanco que a las cinco de la mañana, encaramada sobre una silla, alcanzaba el fogón y colaba el aromado café llanero. Florentino se presentaba a esa hora y versificando le decía:
Buenos días Clarita Blanco
Dame un traguito e ‘café
No pude dormir anoche
Y ya me mata la sed
Clarita le traía el café y como ella “acotejaba” versos, le contestaba
Aquí tienes el café
Mi querido Florentino
Pa´que te quite la sed
Y te haga más relancino
Cuando la viejita narraba ciertos pasajes de su vida, muchas veces mi mente de niño no entendía por qué sus mejillas se llenaban de lágrimas al recordar el pasado alegre y triste a la vez para ella.
Me contaba que una noche por Pascua Florida se presentó en la enramada forrada de bajeros donde su hijo Antonio Zárate (Recordemos que Ña Clara fue la esposa de Juan rafael Zárate, el guitarrero de Quirpa) celebraba sus bailes populares, un hombrecito de rara apariencia; momentos antes, Florentino baladroneando, había dicho que se atrevía a cantar hasta con el Diablo. El hombrecito tomó las maracas y pidió al arpista que registrara un “Seis Numerao”, entonó su cantar y desafió al mejor cantador y en el acto, Florentino le contestó. Durante su contrapunteo, éste le dijo: “El alma se la doy al Diablo, si usted me derrota a mí”.
Empezaron hacia las 11 de la “prima” noche y eran las 3 de la mañana y Florentino jadeaba, el arpista no resistía y varios habían sucedido al guitarrero. Cuenta la tradición que en terrenos lejanos y apartados, pertenecientes a las inmensas sabanas del Hato de La Rubiera, existieron dos grandes bosques de alcornoque, uno en la parte alta y otro en la parte de bajíos, o del Río, allí el primer dueño hizo construir dos grandes majadas en sendos sitios misteriosos, donde atrapaba grandes cantidades de ganado ajeno e innumerables orejanos; un hombre que jamás dijo su nombre y procedencia los construyó y al terminarlos en la noche desapareció sin arreglar cuentas, ni percibir la grande suma que el dueño le adeudaba, ni pasar las dos enormes trancas de las puertas de las grandes majadas construidas. Una llevaba por nombre “El Alcornocal de Abajo” y la otra “Alcornocal de arriba o del río”. Florentino las conocía. Hacia las cuatro de la madrugada, cuando Florentino dio muestras de cansancio y agotamiento, el hombrecito cantó:
Zamuro de la Barrosa
Del Alcornocal del Río
Albricias pido señores
Que ya Florentino es mío
Al oír esto, Florentino comprendió que estaba luchando con un ser sobrenatural que era imposible vencer... Florentino era religioso, sabía de memoria aquella salutación de Isabel, la madre de San Juan Bautista, cuando la Santa Virgen fue a visitarla y la contestación de María, que el pueblo católico ha titulado “La Magnífica”. Florentino la cantó en verso de su propio numen y remató con este cuarteto:
Zamuro de la Barrosa
Del Alcornocal de Abajo
Magnifica y en grandeza
Por si acaso fuere el Diablo.
Florentino cayó al suelo extenuado y casi con el conocimiento extraviado. Se lo llevaron cargado y estuvo muchos días convaleciente. La viejita me decía que estaba “asombrao”. A pesar que era muy niña, recordaba todo y al narrar este episodio se santiguaba y juraba que aquel hombre era un espíritu malo, por la razón que al terminar Florentino la narración de “La Magnífica” en su propia versificación, el hombre soltó las maracas y se fue caminando lentamente perdiéndose entre las brumas del amanecer y nunca más volvió.
Esto creó un gran revuelo entre los numerosos vecinos y se creó la conseja hasta hoy, de: “Florentino cantó con El Diablo”
Ño Aguedo finaliza este interesante relato, con una insólita nota del autor :
“NOTA: Querido Germán, los ascendientes de Florentino, tú los conoces.”
Confieso que esta lectura me transmitió toda su magia y emoción y por eso me parece muy importante divulgarlo. He preguntado a la familia del poeta Fleitas Beroes si tiene algún conocimiento sobre la Nota de Ño Aguedo, pero la respuesta es negativa. Se imaginan lo importante que sería conversar con alguno de los descendientes de Florentino Lovera?
El poeta Fleitas Beroes en su Majá del Diablo, enfocó su poema en la vieja historia de La Rubiera, en esa que contó Ña Clara sobre las majadas. Los invito a leerlo y escucharlo en el enlace que mas abajo se indica:
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Termino de leer el relato (Florentino Lovera, el origen de la Leyenda de Florentino y el Diablo) y me pareció excelente. Historias como estas enriquecen nuestra cultura, nuestro folklore (las cosas nuestras, pues). Cuando paseo por internet las páginas que consigo son repeticiones unas de otras, siendo las mayores referencias el poema de Alberto Arvelo Torrealba y la novela de Rómulo Gallegos. Os felicito de todo corazón y os seguiré leyendo...
ResponderEliminarSaludos. Como siempre en este blog se consiguen verdaderas maravillas de la llaneridad. Mis felicitaciones.
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