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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

13 de enero de 2011

"La Rubiera" y los Mier y Terán - Entrada 1/3

Hay varias acepciones para esta expresión, que podemos aplicar a  "fechoría", "travesura", destrozo" o escándalo social, financiero o político. Actualmente se aplica casi siempre a una travesura o desaguisado de los niños.

Ya hemos hablado del origen de éste término tan criollo y común en nuestro léxico, en la entrada "El Origen de la palabra Rubiera"  y en El Familiar., sin embargo, queremos complementar la información con un escrito de la autoría de Angel Rosenblat, en su libro "Buenas y Malas palabras", dado que a medida que investigamos material para este Blog, nos encontramos con este hecho en forma de escrito, leyenda, poema o canción, como algo muy relevante y propio de nuestro acervo. El mismo texto, adiciona a la historia principal, otros pasajes de miembros de esta familia, de igual interés, los cuales colocaremos en una próxima entrada.

El Dr. Francisco Monroy Pittaluga, en " Cazorla",  un libro ejemplar en su género, recoge la siguiente versión: En el Guárico, en la región donde hoy está Cazorla, era famoso ya en el siglo XVIII el Hato de la Cruz, que durante una época, fue el mas grande de Venezuela. Los dueños eran los Mier y Terán, y el primogénito de la familia se apodaba tradicionalmente "el Rubio", porque los Mier y Terán eran, o habían sido rubios. El hato se llamó por eso "La Cruz Rubiera", o simplemente "La Rubiera", nombre con que pasó a la historia, y sobre todo a la leyenda. Según la tradición, el primer "Rubio" que fundó el hato hizo enterrar vivos, para que fuesen los espíritus familiares protectores de la fundación, a un negro y una negra, un toro y una vaca, un caballo y una yegua y otras parejas de animales, todos de color negro. Y asi, según la leyenda, un negro con el pecho cubierto en una cobija colorada y la cabeza cubierta con un gorro de piel de araguato, montado en un potro enlutado, recorría - y se afirma que aún recorre - las sabanas y palmares vecinos acechando a los visitantes. A veces aparecía sobre un  venado gigantesco en las costas del río Guariquito, y se oía en la noche el eco de su risa o el redoble de los cascos de la cabalgadura. Era Juan Bautista, el fiel esclavo enterrado, que velaba por la fundación. Y no se sabe - dice Monroy Pittaluga - si fue a ese "Rubio", o a uno de sus descendientes, a quien le ocurrió el famoso suceso que cuenta la leyenda:

"  De  España aguardaba el caballero, desde hacía varios meses, la llegada de sus padres, y aconteció que éstos se presentaron justamente una noche en que el Rubio no se encontraba en el hato. Su esposa, una bella y joven dama, que contínuamente soportaba sus celos, optó por cederle a los viajeros su alcoba hasta la mañana siguiente. Mas dió la casualidad que el marido regresó al filo de media noche y entró en el aposento. A la luz de la luna llena, estupefacto, contempló en el lecho de su esposa las formas dormidas de un hombre y una mujer. Con toda calma desenfundó entonces la pistola y montó la pareja de gatillos. La respiración de los durmientes era dulce y profunda. Disparó a boca de jarro, primero sobre el padre y luego sobre la madre, quienes pasaron de un sueño a otro, instantáneamente"

De ahí, según la tradición, ha quedado la frase: "   Fulano ha hecho una rubiera".

Complementamos esta entrada, con unos versos de Germán Fleitas Beroes, relacionados con esta Leyenda:

El Espanto de la "Rubiera"
La brisa llanera, la brisa de siempre,
conoce la historia de cada sabana,
conoce la historia de cada palmera,
conoce la historia del hato y del caño.
Me dice al oído que en aquel lindero 
hace muchos años, hace siglo y medio,
enterraron vivos a un hombre, a un caballo,
a un perro y un toro, por orden del dueño.
Y ella misma cuenta que aquí en esta tierra,
aunque no haya cintas de alambre clavadas
ni esten los vaqueros vigilando puertas,
no salen los toros que “pitan” adentro
Ni enlazan las sogas que vibran afuera.
¡Misterio! ¡Misterio! -las cosas del llano-
El potro retinto que esconde al hatajo,
el toro de fuego que cuida el rebaño,
el perro de azufre que ahuyenta a los hombres,
el alma del negro
que vive rondando…….. 

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