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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

31 de enero de 2011

Cuentos de Vaquerías. Entrada 2/2

Este es otro de los pasajes que se contaba en el concurso de "cuentaembustes" citado en la entrada anterior:

"¡Señoras y doncellas y caballeros todos! ¡ejem! He de alvertil, antes de rompé con el cuento, que en el mes de éste sin igual…..no florean sino los caramacatales y los guaterales, que como todos sabemos, la flor del primero jiede, mas que güele, a cuero seco y a lo de los segundos….. a no se diga.

Esto que voy a referil fue – según la cuenta que tengo llevá en una tarja, allá en casa, donde mañana todos los aquí presentes lo pueden comprobá – hace veintidós años, tres meses, catorce días y diez horas , a la de ésta, poco mas o menos.

_Yo salí como si a matá un venao, en junto con mi compae Agapito, el de Méano Carmonero, que en esos dias paraba con nosotros en el Paso. Cogimos un bongo, rio arriba y empezamos a canaleteá: ¡Ruás, Ruás! ¡Ruás, Ruás! ¡Ruás, Ruás!

-Basta viejo – interrumpe uno de los peones- suelte el canalete y acabe de atracá que se le va a dí el venao.

-je je Yo con mi escopeta maquiritana Y el compae con un machetico tocó y asina nos internamos por el monte del costo, pa dí a reventá a una culata e sabana donde se majadeaban muchos venaos. ¡Ah! Se me olvidaba decir que el venao que yo iba a matá, era uno blanco que y que estaba apareciéndose por aquellos comederos, no siendo un venao propiamente, sino un cristiano encantao. Por la trocha de monte que cogimos llevábamos como si a la derecha el caramacatal y como si a la zurda el guateral susodicho sin que nos pasara por las totumas de los embustes la idea de que por allí pudiera habé un tigre, como en efecto lo había y cebao por más señas, y cuando acordamos, se estremece el monte que llevábamos a la derecha y se nos barajusta, encima esa profundidá de animal. Yo que iba alantico, cuando cato de verme cara a cara con él, no pude sino decirle: - ¡Tigre el c…..! - ¡je, Je! Y sigo mi cuento antes que se me vaya el tigre. Yo que digo como queda sobreentendío y mi compae Agapito que empieza a escobillá, como si asustao, zarandeando su tocón y preguntándome:

-¿Ande está el tigre, compae que no lo veo? Yo lo que siento es que el guateral como si ha floriao toitico de un golpe.

Bueno pues, empezamos a bregá con el bicho y gastamos catorce horas. Fíjese señor perito. Dos mas, sin contá los minutos, que las del caimán de mi compae Dimas. Pero esa maquiritana se portó. ¡Si niño! No falló un tiro."   Cantaclaro. Rómulo Gallegos

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