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4 de agosto de 2011

El Comercio en el Estado Apure: La Piel de Caimán 1/2

Imagen tomada de Por Los Llano de Apure
Otro de los rubros importantes de exportación del estado Apure fue la piel del caimán, que inició  aproximadamente en 1894-95. Llaneros diestros eran los encargados de realizar su cacería con arpones en los ríos y caños, “procediendo a desollarlos con dos grandes incisiones, una por cada costado, empezando en la papada hacia la cola, aprovechando la barriga, los costados y las extremidades, desechando la parte del espinazo por ser osificable Calzadilla Valdéz. Posteriormente se salaba quedando lista para su procesamiento y exportación.

El mejor momento de la explotación fue la década del veinte. Informa Calzadilla Valdez que en cuatro o cinco años se exportaron casi un millón de pieles de caimán y culebra , representando la de caimán, el 85%. El precio se cotizaba a 1.20 bolívares el pie lineal al comienzo, y de 1.70 ya concluyendo la explotación hacia 1935, habiendo producido un estimado de Bs.8.000.000,00

Algunas fuentes estiman que se habían cazado cerca de 10.000 caimanes, habiendo obtenido autorización de caza emanada por el Ministerio de Fomento, Ligeron Sucesor, Nicolás Decanio y Nicolás Prieto Osty , entre otros.

Esta explotación desmedida prácticamente acabó con las poblaciones de caimán de Orinoco, especialmente en los ríos Apure, Arauca, Guárico, Portuguesa y Orinoco.

Nos cuenta José León Tapia en Los Vencidos:
"Los caimaneros insomnes a bordo de sus canoas, alumbrando los cauces de aguas dormidas a golpe de medianoche, cuando los saurios asomaban sus ojos de fuego bajo el resplandor de las linternas
Despacio la canoa al impulso de la corriente, sin usar la palanca ni el canalete, para no alertar a los grandes lagartos que a flor de agua, mostraban sus cabezas
Un hombre parado en la proa, arpón en alto, con las piernas entreabiertas, otro hombre acostado entre ellas, iluminando la superficie para divisar la candela de los ojos. Lento, todo muy lento, hasta escucharse el silbido del arponazo
Resoplidos de lucha, eructos de sangre, barquinazos de agonía, pancadas con la cola escamosa, mientras los hombres luchaban por lanzarlo al fondo de la embarcación donde vaciaba el vómito fétido de peces muertos. Al amanecer, la fogata en el playón, mientras los peones desollaban las presa para secar y salar las pieles bajo el sol.
Más tarde, el sueño de la siesta debajo de los guamales, en espera otra vez de la noche para continuar la cacería incesante.
Miles de caimanes amarillos, negros, grandes, medianos, que ofrendaban su piel a la codicia de los hombres. Todo un imperio de codicia embargando sus mentes"

Fuente Consultada: Comercio Exterior, Alternativa para el Estado Apure- Carmen Beatriz Estrada


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