Ciento un años se acaban de cumplir del nacimiento de este poeta. “Culto y autodidacta, su poesía es firme y bien trenzada en las leyes de la rima y el metro, plena de sonoridades paisajísticas y sensuales.”
Es el tercer hijo de don Juan Fadul Corván, inmigrante libanés y doña Celsa Hernández Villafane, de Libertad de Barinas. A pesar de su holgada posición económica, nunca abandonó su tierra, alejándose eventualmente sólo a otros lugares del país, cuando debía acompañar a su padre por asuntos de trabajo. “Para él, su mundo estaba aquí, y aquí, “la espiga le brotó madrugadora…”y se le aquerenció en los grandes amores de su llanura infinita: “caballo, mujer y soga”. Tres elementos que desplegados como un inmenso abanico, le permitieron interpretar en sus extraordinarios sonetos, todo el paisaje físico y espiritual de esta tierra llanera: la gente, sus costumbres, su música, sus esperanzas y angustias, tristezas y alegrías; ríos , caños y lagunas, rebaños, esteros , garzas y tolvaneras; árboles y pájaros están en cada uno de sus versos, no como elementos decorativos, sino como un canto de amor a una realidad que le era sentida muy hondamente”…”Fue un activo productor agropecuario y efectuó trabajos de llanería, destacándose como uno de los mejores “lazos “ del llano barinés, según dicen quienes lo conocieron en sus años de mozo. Si hubiese que caracterizar en pocos rasgos, la personalidad de este poeta del amor y el paisaje, pudiéramos decir que además de su arraigada timidez
, Luis Fadul Hernandez fue un exponente vertical de los valores fundamentales del hombre: honestidad, amigo incondicional, franco y sencillo, humilde-si se quiere-, enemigo de relumbrones publicitarios, de vida austera y auténtica, sonrisa extendida en su rostro bonachón, no excepto de la natural malicia del llanero, un dejo de sana picardía en sus entrecerrados ojos, y en todo él, transitando por sus versos, el llano, la tierra y el amor” Guillermo Jiménez Leal.
“Luis Fadul es de esa estirpe de poetas caminadores hacia adentro, intuidor de que el conocimiento cierto del mundo no se efectúa sobre la geografía horizontal, sino de palmo a palmo de tierra, escarbando hacia el nadir se su propia raza y de su propia intimidad. Ese geotropismo espiritual hace eclosión bajo los samanes sombríos de su tranquilo pueblo, Libertad. Allí la tierra le prestó un nombre para su nostalgia de infinito, ensanchándole lo que Sartre llamaba”…”tremendo hartazgo de sed…” que estremece el alma y el canto. En esas calles, a orillas del caño Masparrito, entre voces de paisanos y canto de pájaros, el poeta miraría el mundo como desde una estrella, haciendo suya la frase de Tolstoy: “ser universal es cantarle a su aldea”
Tomado de Revista Llano Records
LIBERTAD CON EL INDIO
Tu nombre indio Figueredo
Esta grabado en la copla
(bis)
Y es por eso que este pueblo
Se alegra cuando te nombra;
(bis)
Como quien dice Arismendi,
Como quien dice Cazorla,
(bis)
Como quien oye en la tarde
La Guacharaca cantora;
(bis)
Como quien afina el cuatro
Y al aire va la Chipola
Como quien amansa un potro
Para recorrer la trocha,
como quien va al Cunaviche
Y en sus raudales se aloja,
Y en sus raudales se aloja
Como quien sueña lejuras
Y el Capanaparo asoma,
Como quien rompe el silencio
Con arpegios de soisola
Como quien baila un joropo
En los caneyes de Elorza,
Como quien duerme en Achaguas
Y el Matiyure le informa.
Como quien luce Chusmitas
En la noche triste y sola,
Como quien detiene el paso
En samanes que dan sombra,
Como quien mira rielar
La curiara entre las ondas,
Como quien rumbea el Arauca
Montado en su voladora
Como quien piensa en Apure
Y con el arpa te nombra
MIEL DE ARICA
Era una tarde gris y la sabana
Se llenaba de música salvaje
En el confín de la extensión lejana
De sangre y oro se teñía el paisaje
La muchacha del hato, campesina,
Inconfundible en su esbeltez morena
-en su abundosa cabellera endrina
Por devoción se me enredó una pena-
Se fue conmigo tras la miel de arica
Y por veredas que ni el sol trafica
Anduvo a merced de mis resabios
Ella tomó su miel y yo la mía;
Ella la miel de arica de la umbría
Y yo la que destila de sus labios
Era una tarde gris y la sabana
Se llenaba de música salvaje
En el confín de la extensión lejana
De sangre y oro se teñía el paisaje
La muchacha del hato, campesina,
Inconfundible en su esbeltez morena
-en su abundosa cabellera endrina
Por devoción se me enredó una pena-
Se fue conmigo tras la miel de arica
Y por veredas que ni el sol trafica
Anduvo a merced de mis resabios
Ella tomó su miel y yo la mía;
Ella la miel de arica de la umbría
Y yo la que destila de sus labios
ME DETENGO A PENSAR
Este sentir de piel adolescente
Este querer de fuego y tolvanera,
Este sabor de lluvia marinera
Con su baño de sal sobre mi frente
Este ser y no ser indiferente
Pensar y no pensar, como su fuera
El encaje sutil de una hilandera
Deshilvanando en la inquietud presente
Este vivir en pleno taciturno
Este morir como un fulgor nocturno
Mas allá de la fuente y de la estrella
Entre el norte y el sur, mitad del mundo
Me detengo a pensar en lo profundo
Silencio que mi ser dejó su huella
Este sentir de piel adolescente
Este querer de fuego y tolvanera,
Este sabor de lluvia marinera
Con su baño de sal sobre mi frente
Este ser y no ser indiferente
Pensar y no pensar, como su fuera
El encaje sutil de una hilandera
Deshilvanando en la inquietud presente
Este vivir en pleno taciturno
Este morir como un fulgor nocturno
Mas allá de la fuente y de la estrella
Entre el norte y el sur, mitad del mundo
Me detengo a pensar en lo profundo
Silencio que mi ser dejó su huella