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15 de febrero de 2014

Ya no viene bramando cual solía: Silva Criolla: Estancia II

Esta entrada fue publicada en 2011, con el nombre de Verano Llanero: La Transhumancia. Entrada 1/3 .

ESTANCIA II
Ya no viene bramando cual solía 
Al declinar el día 
Por uno y otro rumbo la vacada; 
Ni plantado en mitad del paradero 
Escarba y muge fiero 
El toro padre de cerviz cuajada. 
Ya no turba el reposo de los hatos
 Madrugador lucero; 
Ni despiertan el eco adormecido 
El amante reclamo del bramido 
A la par de la copla del vaquero. 

A más benigno suelo, 
A más fértil región de aguas profundas 
Y de lucientes pastos regalados: 
A las islas distantes y fecundas 
Fuéronse al fin pastores y ganados. 
¡Cantando una tonada clamorosa, 
Y bajo el fiero sol de la sabana 
Al paso lento de la res morosa 
Con rumbo al Sur cruzó la caravana! 

Silva Criolla
Francisco Lazo Martí

 El poeta nos trasmite una especie de añoranza, de comparación de lo que antes había y lo que no hay ahora. Resalta en los versos la transhumancia, como hecho que se repite  todos los años en verano para llevar el ganado a sitios donde encuentre pastos verdes.
La Transhumancia,  se efectuaba principalmente de los llanos de Guárico a las Islas del río Apure y esa emigración se iniciaba después de  la "salida de aguas", aproximadamente  a finales de Diciembre.

En el estado Apure, existen una hilera de "islas"  con un área total de unas cien mil hectáreas. Ellas están limitadas por una especie de delta interior entre la boca del Capanaparo a la del Apure con un vértice que se proyecta al oeste hasta la boca del Apurito.
Estas islas quedan casi totalmente inundadas en el recio invierno, sin embargo su nivel es un poco mas alto que el resto, por lo que al bajar las aguas muestran un suelo cubierto de pastizales siempre verdes, aún en la estación del verano y las quemas.

El llanero del estado Guárico, aprovecha este territorio con su privilegio de humus, agua y pasto, para llevar su ganado en los tiempos de verano cerrado, ganando así un importante aumento en el peso del mismo, balanceando los gastos generados, con la producción de leche y el producto de la quesera "isleña". Este viaje se efectuaba desde tiempos inmemoriales pues garantizaba la alimentación del  ganado:

"Unas cuantas jornadas al sur, la tierra brinda generosa lo que la norte le falta, un oasis tendido de Puerto Miranda hasta los morichales orinoqueños"

Don Alberto Arvelo Torrealba, nos da una explicación detallada de tal hecho, en su obra Lazo Martí. Vigencia en Lejanía, de la cual queremos compartir fragmentos:
..”El hato guariqueño, tostado de sol y brisa desde enero hasta abril, en cuyas escrituras o títulos campeaba con su fuero excluyente el derecho de propiedad, tuvo así su complemente geográfico, su apéndice territorial, su colonia interior en aquella donosa Mesopotamia, sita entre el Apurito y el Apure, donde la tenencia de la tierra y el derecho de veraneo se regulaban preferentemente por el régimen de condominio. Era frecuente , en efecto, que cada dueño de hato en las dehesas centrales del Guárico, adquiriera en las islas, a doscientos o mas kilómetros hacia el Sur, títulos o derechos de coindivisario,para perfeccionar así la estructura y alcance funcional de su heredad . Convenios y costumbres regularon entonces los itinerarios, los sitios de concentración de ganados antes de la partida, los días de marcha, los lugares de dormida, y el respeto recíproco de las zonas isleñas tradicionalmente elegidas por cada hatero para el veraneo de sus rebaños

De este modo el patrimonio zootécnico del centro del guárico era transferido al bajo Apure de enero a junio, para regresar a los hatos básicos o de origen en el curso de este ultimo mes.

La marcha hacia el Sur de pastores y ganados,  empezó a caer en desuso cuando, ya en días del General Gómez, el Gobierno de Apure fijó un impuesto de Bs. 5 por cada res guariqueña que traspusiera el Apurito con fines de veraneo."

También nos cuenta el Poeta, que como principal incentivo de la marcha al Sur, era "  el notorio aumento de peso unitario que la exuberante pastura garantizaba a rebaños y hatajos, durante los mas duros meses de la sequía equinoccial. Incluso después de la travesía, al llegar a "Mangas Coveras",  antes de cruzar el Apurito, un simple cálculo a la vista podía arrojar balance ventajoso  en el aliento y condiciones físicas de los animales. Porque las ocho jornadas de Calabozo al isleño destino, se cumplían reposadamente, con moroso paso y apacibles sesteos que permitían a las reses ir  siempre rumiando por  praderas a diario renovadas. Para fines de Diciembre el agua era aún abundante. de Calabozo a la costa del Apurito la caravana tenía que atravesar los cauces aún llenos del Orituco, La Iguana, Rascamula, la Erica, Herrerita, Herrera, Macanillal, la Vaca, el  Caballo, San Bartolo y Agua Verde.

Después era el arribo. El soñado arribo a tierra de promisión. Donde los caballos se ponían "maduros". Donde el seguro sobrepeso de las reses será ganancia líquida, porque los gastos de la gira se cubrirán con el producto de la quesera isleña, recogida en pleno verano. También eran ventaja de aquel éxodo los hábitos de mansedumbre que adquieren los rebaños con el andar lento y disciplinado por tierras distantes de lo cotidianos comederos. La res se siente protegida de lo extraño o desconocido por la solaridad de la marcha lomo a lomo, entre las cercas errantes de la tonada y de los silbos durante el día y en las noches , entre fogatas, por el clamoreo desvelado de los veladores. (....)  los hatos guariqueños donde se practicaba la gira anual a las islas, carecían de mostrencos y cimarrones: sólo eran ariscos los potros que  no transhumaban."

Del Orituco al Apurito los sitios de dormida iban regando, inmensidad adentro, fogatas y cantares nocturnos. Los viejos llaneros de la región aún recuerdan los nombres de esos sitios: " Becerra", " El Manguito", " La Vaca", " Corocito", " La Rubiera", " Cazorla", " Agua Verde", " Mangas Coveras".  AAT

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