Francisco Lazo Martí, según el análisis realizado por el poeta Arvelo, inicia su Silva Criolla en tiempos de noviembre y diciembre, tiempos del bajante o salida de aguas y todas aquellas descripciones que parece que hablaran de la primavera, y que así fueron interpretadas por algunos estudiosos, son propias de esta época, donde algunas plantas dan su segunda floración del año, en vísperas del verano:
ESTANCIA I
garza paleta |
Torna a soplar del Este
El viento alegre y zumbador. Ondea
Cual agitada veste
El sedoso follaje. El sol orea
La charca pantanosa,
Y por el reino de la luz pasea
Legión de garzas de plumaje rosa
Florecer es amar… Sobre la falda
De las toscas malezas entreteje
Cuelga, blanco vellón, de su costado
El nido comenzado;
Regio collar de abiertas campanillas
La trepadora mazamaza enreda,
Y en dos porciones la corteza rota,
Despide el aura leda,
Del nevado cairel de su bellota
Trenza brillante el orozul de seda
Tras la menuda flor cuaja el uvero
Su gajo tempranero;
Sus nacarados frutos en el limo
La maya erige colosal racimo
Y desprende el merey sabrosa almendra;
Señuelo de su copa en lozanía,
Encendidos granates el orore
En mil estuches cría;
Emulando la escarcha
El espinito su jazmín estera,
En el aire, en la luz, en cuanto vive,
Amor su aliento exhala;
Y su aliento febril-tras el espeso
Ramaje que es baluarte y es escala-
Estremece del pájaro travieso
Torrente luminoso
De cumbre cenital se precipita;
Del árbol generoso
La regalada sombra al sueño invita;
Por la margen del caño
Espárcese el rebaño;
Y borracha de sol y miel llanera,
Celeste mariposa mensajera
Batiendo va sus cuatro banderines
(Imágenes de arriba a abajo: Garza Paleta, Curujujul, Maya, Merey)
Muchos intelectuales han analizado la Silva Criolla, sin embargo los argumentos del poeta Arvelo para rebatir algunas de las opiniones y conclusiones al respecto, son muy convincentes y solo pudieron ser esgrimidos por alguien con conocimiento profundo del llano, por un observador de la naturaleza, por un baquiano amoroso de su tierra. Por eso, me encanta colocar trozos de éstos análisis pues además de estar construídos con una bellísima prosa, nos enseñan mucho llano:
"Nos encontramos frente a un tramado acopio de referencias perceptuales, ante una cadena de motivos concretos de credibilidad que se abonan y avalan recíprocamente, comprobatorios de que todos los detalles del Canto I se refieren a un día entre octubre y diciembre (salida de aguas), en una hora ya próxima al meridiano, y en ningún caso a una aurora abrileña o mayera"
Ese viento del Este que se menciona en la primera estrofa, corresponde a los alisios, "La brisa franca del verano." (...)" La primera experiencia la llevamos todos en imborrable recuerdo de infancia. Recorramos los cielos del pueblo nativo, al inicio del verano, que es, por antonomasia, la temporada de la brisa; y revivirá la visión de los cometas multicolores, tenso el freno de los cáñamos, serpeantes las armadas colas, siempre hacia el lado de la puesta del sol. Recordemos también aquellas fragosas carreteras de tierra con rumbo al sur, empenachadas bajo el tránsito veranero con largas polvaredas retorcidas hacia el poniente. Sin que se nos escapen de la juvenil rememoración las coloniales mansiones provincianas de enclaustrados patios, en las que el corredor del Oeste, cuando la sequía aploma, es el que se colma a diario con la sonorosa hojarasca de los caseros arbistos. Y ¡No va a saberlo el llanero! El orienta sus chozas sabaneras de Este a Oeste, para eludir el impacto de la brisa, en veces huracanada; y en el bajo Apure, cuando navega de verano en un "fuera de borda", recibe en la cara y en el pecho, con el de la brisa, el cuerazo del agua.
"Ondea cual agitada veste el sedoso follaje"; ¿En abril, cumplida esa quema total que aniquila nuestra flora a comienzos de cada año, cuando el tierno retoño apenas luce un jeme o una cuarta sobre la tierra, puede ondear acaso la pastura de la dehesa adesertada?. A fe que la respuesta debe desechar el mes de los primeros verdores como posible lapso para la ubicacion de aquel fenómeno. Porque la fronda lanceolada que ondea es la del pajal adulto. La que cubre las sabanas a fin de año, cuando aún no han llegado las quemas y ya el soplado saludo de Oriente bate sobre los bancos. de los ojos del caminante al horizonte, dentro del ámbito que da vida al poema, es la cimbreante amarillez de las macollas, cuando las estremece la brisa, la que forja la ilusión de fronda marinera."
Muchos intelectuales han analizado la Silva Criolla, sin embargo los argumentos del poeta Arvelo para rebatir algunas de las opiniones y conclusiones al respecto, son muy convincentes y solo pudieron ser esgrimidos por alguien con conocimiento profundo del llano, por un observador de la naturaleza, por un baquiano amoroso de su tierra. Por eso, me encanta colocar trozos de éstos análisis pues además de estar construídos con una bellísima prosa, nos enseñan mucho llano:
"Nos encontramos frente a un tramado acopio de referencias perceptuales, ante una cadena de motivos concretos de credibilidad que se abonan y avalan recíprocamente, comprobatorios de que todos los detalles del Canto I se refieren a un día entre octubre y diciembre (salida de aguas), en una hora ya próxima al meridiano, y en ningún caso a una aurora abrileña o mayera"
Ese viento del Este que se menciona en la primera estrofa, corresponde a los alisios, "La brisa franca del verano." (...)" La primera experiencia la llevamos todos en imborrable recuerdo de infancia. Recorramos los cielos del pueblo nativo, al inicio del verano, que es, por antonomasia, la temporada de la brisa; y revivirá la visión de los cometas multicolores, tenso el freno de los cáñamos, serpeantes las armadas colas, siempre hacia el lado de la puesta del sol. Recordemos también aquellas fragosas carreteras de tierra con rumbo al sur, empenachadas bajo el tránsito veranero con largas polvaredas retorcidas hacia el poniente. Sin que se nos escapen de la juvenil rememoración las coloniales mansiones provincianas de enclaustrados patios, en las que el corredor del Oeste, cuando la sequía aploma, es el que se colma a diario con la sonorosa hojarasca de los caseros arbistos. Y ¡No va a saberlo el llanero! El orienta sus chozas sabaneras de Este a Oeste, para eludir el impacto de la brisa, en veces huracanada; y en el bajo Apure, cuando navega de verano en un "fuera de borda", recibe en la cara y en el pecho, con el de la brisa, el cuerazo del agua.
"Ondea cual agitada veste el sedoso follaje"; ¿En abril, cumplida esa quema total que aniquila nuestra flora a comienzos de cada año, cuando el tierno retoño apenas luce un jeme o una cuarta sobre la tierra, puede ondear acaso la pastura de la dehesa adesertada?. A fe que la respuesta debe desechar el mes de los primeros verdores como posible lapso para la ubicacion de aquel fenómeno. Porque la fronda lanceolada que ondea es la del pajal adulto. La que cubre las sabanas a fin de año, cuando aún no han llegado las quemas y ya el soplado saludo de Oriente bate sobre los bancos. de los ojos del caminante al horizonte, dentro del ámbito que da vida al poema, es la cimbreante amarillez de las macollas, cuando las estremece la brisa, la que forja la ilusión de fronda marinera."
"El sol orea la charca pantanosa": La merma del caudal palustre cuando apenas inicia su temporada el viento de verano, aún no conlleva el sello de la sequía ni para los hondos esteros comunicados con los cursos fluviales, ni para las grandes lagunas de aguas permanentes, y ni siquiera para aquellas que solo soportan el veranero azote de marzo, cuando suelen “trozarse” para que ñéngueres y chusmitas las huellen a pie enjuto." (…) “la charca, a esos pozos caducos, sin categoría de lagunas, que en las noches de julio convocan la asamblea oral de los escuerzos, y que ya para los días de pascuas son marchita cuenca apenas húmeda, cuarteada por el sol (…) En abril, aún no hay charca. Y la de mayo, proveniente de los aguaceros recién caídos, no es pantanosa, es cristalina (...) el lodo que lo empantana viene después, cuando la tierra se ablanda y se “empichaca” con la llovedera. Cuando retornan con los pastores emigrados, el trajín de las vacas, toros y novillos, cerdos, caballos, burros, arreos de mulas y la hilera de vacilantes carretas, batiendo hasta después de los últimos chaparrones, los bordes de los esteros y el agua empozada de los caminos.
A las realidades telúricas bosquejadas, viento con el rumbo del sol, follaje rizo de onda errante, ciénaga cuya orilla cédele cada día espacio al terronal reseco, hay que agregar el vivo brochazo de las garzas de plumaje rosa paseando por el reino de la luz" Y es que cuando empieza la salida de aguas, las lagunas y esteros se van recluyendo a su centro, concentrando la vida acuática, en la cual, las garzas encuentran un verdadero festín. "Por eso es tan frecuente que cuando el bajante empieza, las encendidas bandadas de corocoras, crucen vastos sectores del cielo guariqueño. AAT
Mazamaza: bejuco de agua “Si se corta rápidamente un trozo de este bejuco, como de 1.50 m de largo, empezando por el corte inferior y de modo que haya un intervalo de tiempo muy corto entre las dos secciones, dicho trozo deja escurrir suficiente cantidad de agua limpia y fresca, que ha sido una bendición para más de un cazador extraviado” Pittier
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