Ya hemos reseñado esbozos de la biografía de Francisco Lazo Martí, médico y poeta ilustre guariqueño y hemos ofrecido a nuestros lectores partes de su Silva Criolla, toda luz, toda llano en sus imágenes, toda emoción, toda amor, con tristeza y sentimiento, con añoranza, con detalles pequeños y grandes de la naturaleza y de su comportamiento durante el año llanero.
Es una indiscutible obra de arte, este poema reconocido internacionalmente, es una de nuestras joyas literarias y por ello consideramos necesario que quede en su totalidad plasmado en Vivencias Llaneras del Abuelo, como un homenaje a su autor y a Calabozo, su cuna.
Francisco Lazo Martí es orgullo de los venezolanos, pero no solo por su obra poética y su valentía demostrada en los encuentros bélicos en los que participó defendiendo sus convicciones e ideales, sino por su sentido humanitario como médico, demostrado durante toda su vida con la gente sencilla de aquellos pueblos deprimidos por el hambre y las guerras.
Queremos ofrecerles la Silva Criolla, acompañada de breves comentarios tomados del igualmente hermoso libro LAZO MARTÍ , VIGENCIA EN LEJANÍA, con el cual el poeta Arvelo Torrealba analiza los versos y nos explica los momentos y situaciones que se describen en las distintas estancias del poema.
Por ser un poema bastante largo, lo plasmaremos por Estancias o partes en que está constituido y hoy les presentaremos la primera parte llamada INVITACION, donde el poeta exhorta al “Bardo amigo” a regresar a su tierra natal.
Hay desengaño en estos versos, es como si el bardo hubiera estado cegado por la vida mundana y se le invita a regresar al lar nativo donde la sencillez de la vida, proporciona un bienestar espiritual más auténtico. Acaso ese bardo es el reflejo de sí mismo, aunque durante su vida siempre volvió a la vida tranquila del campo.
Lazo Martí nunca permaneció indiferente al acontecer político del país, en un siglo de constantes revoluciones y guerra civil. Desde temprana edad, utilizó su pluma para plasmar en versos y artículos de prensa, su posición política.
Para 1892, año de la Revolución Legalista generada como una reacción ante la intención de Andueza Palacio de modificar la Constitución para permanecer en el poder, Lazo hizo su lucha y definió su posición política al respecto, sin embargo, posteriormente no se unió a la corte de Joaquín Crespo, triunfador de dicha revolución. Pocos años después, y luego de la Revolución Liberal Restauradora (1899) con la cual llega Cipriano Castro al poder, participó en el campo de batalla en la Revolución Libertadora (1901-1903), en contra del sistema de gobierno impuesto por Cipriano Castro, movimiento que fracasó.
¿Es el bardo entonces, ese venezolano que persiguiendo y luchando por un ideal se ve atrapado en las falsedades de la vida política y suntuosa? No fue, a nuestro entender el caso personal del poeta, pero quizás lo palpó en su entorno.
En la opinión del poeta Arvelo, en el libro ya citado, el bardo amigo a quien va dirigida la introducción del poema “no es un ente real, es la imagen de la intelectualidad nativa que el poeta, con o sin razón, intuye apartada, por influencias y señuelos que él repudia, de los legítimos veneros del arte nativo y del bien nacional”
Invitación
(A un bardo amigo)
Es tiempo de que vuelvas;
es tiempo de que tornes…
No más de insano amor en los festines
con mirto y rosas y pálidos jazmines
con mirto y rosas y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.
Es tiempo de que vuelvas…
Tu alma –pobre alondra—se desvive
por el beso de amor de aquella lumbre
deleite de sus alas. Desde lejos
la nostalgia te acecha. Tu camino
se borrará de súbito en su sombra…
Y voz doliente de las horas tristes,
y del mal de vivir oculto dardo,
el recuerdo que arraiga y nunca muere,
el recuerdo que hiere,
hará sangrar tu corazón, ¡oh Bardo!
No más a los afanes de la corte
Humilles la altivez de tus instintos,
Ni turbe de tus noches la armonía
Falaz visión de pórticos y plintos
Y fúlgida terraza como el día.
Deja que de los años la faena
Los palacios derrumbe
Donde el placer es vórtice que atrae
Y deslumbrada la virtud sucumbe
Ven de nuevo a tus pampas. Abandona
el brumoso horizonte
que de apiñadas cumbres se corona.
Lejos del ígneo monte
ven a colgar tu tienda. Ven felice,
ven a dormir en calma tus quebrantos,
y como el sol de la desierta zona
en viva inspiración ardan tus cantos.
Guárdate de las cumbres…
Colosales, enhiestas y sombrías
las montañas serán eternamente
la hermosa pantalla de tus días.
Deja para otra gente
el gozo de mirar picos abruptos,
y queden para ti las alegrías
de ver, al despertar, alba naciente,
y de abrazar con sólo una mirada,
de sur al setentrión. Y del ocaso
hasta el fúlgido oriente
la línea, el ancho lote, siempre al raso
de la tierra natal.
¡Ah! De las cumbres
Baja la nieve a entumecer las almas;
Las almas que han soñado en el desierto
A la rebelde sombra de las palmas
Y bajo el cielo azul, claro y abierto.
¡Libra tu juventud! El rumbo tuerce
de la fastuosa vía
en la que el vicio su atracción ejerce
y se tiñe de rosa la falsía
donde el amor procaz vive a su antojo
y cubierta de pámpanos la frente
celebra en la locura del despojo
parda penumbra y carnación turgente.
Si es oro la lisonja -al pravo y fiero
Señor –de cuantos míseros se humillan—
desprecia el arte vil, por lisonjero,
en que nombres y almas se mancillan;
y si quieres al fin que no te alcance
de la vergüenza el dardo,
de igual manera que al hiriente cardo,
a la pasión venal esquiva el lance.
Es tiempo de que vuelvas,
es tiempo de que tornes.
No más de insano amor en los festines
con mirto y rosa y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes
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