III
Ya dos veces, monstruoso y despiadado,
Sobre la tierra pródiga, el incendio
Su abanico flamante ha desplegado;
Ya dos veces, por furias impelido,
Las yerbas infecundas
Su aliento abrasador ha consumido;
Y de pie sin cejar, y frente a frente
Con el río que impasible está delante,
Humo y llamas lanzando, su turbante
Ha brillado en las noches del desierto
Como si fuera un faro ignipotente
Clavado en la ribera de un mar muerto
En línea de combate, a campo raso,
Pronta la garra, la mirada alerta,
Hambrientos gavilanes, paso a paso,
Asediaron del fuego la reyerta.
Consume aún su aliento las entrañas
De los troncos vetustos;
Huye sutil fermento de las cañas
Y blanda mirra lloran los arbustos.
Coronando la escuálida macolla
Sangriento cardenal bate sus alas;
Desvanecidas galas
Vertiginoso remolino arrolla;
y sobre el lienzo oscuro del quemado,
De perfiles grotescos,
La ceniza y el aura han dibujado
Flores grises y rotos arabescos.
Cuando mengüe la luna habrá verdores
En el fresco bajío,
Y cerriles hatajos corredores
Y venado bisoño,
En las tempranas horas del rocío
Alegres pacerán tierno retoño.
Silva Criolla
Francisco Lazo Martí
El poeta plasma en sus versos la terrible realidad del llano en verano, cuando el incendio arrasador y el quemado forman parte del paisaje:
"Soplo de ineluctable continuidad letal sacude los primeros planos y
el trasfondo del proscenio todo humo y llamas. Indómita, cuereada por el
viento, la columna invasora viene asaltando los sorprendidos municipios
rurales. Corre precipitante, fatal, segura, por derecho, sin cejar.
Calcina las dobladas frondas y las erguidas, la rodada hojarasca y la
inmóvil, los secos tirsos y los de reciente retoño. Pacífico de las
humaredas, en cinta del faro ignipotente, tiembla por los cuatro puntos
el mar de la llanura, bajo tempestad de candela. Allá lejos "jumea",
casi a ras del horizonte. Es punto, después linea, luego enorme parque
encendido. Penacho que de pronto se encumbra hasta la mitad del
cielo. Bajo el oleaje de las llamas los colores complementarios-verde y
rojo se refunden en atezada ceniza. ¿Dónde? hacia el Norte, el Sur, el
Naciente y el Ocaso. ¿Cuándo? La mañana, el mediodía, la tarde y la
noche."
Pero después de esas imágenes de destrucción y muerte, el poeta nos regala en los últimos versos la esperanza, la confianza de que apenas empiecen las lluvias, habrá retoños y todo lo que antes fue mustio y pavoroso se convertirá en verde esperanzador de mejores tiempos:
"El nuevo verde, siquiera sea fugaz, se asoma juguetón al paisaje, cual garúa inverosímil que sube de la tierra. Subterráneo mensaje de la arena enjuta que, en la dehesa tropical, saluda al astro que retorna del Sur, abrasador heraldo de las lluvias. Con la clorofila que apunta, el poeta luchador, invencible en el ideal, quiere forjarse en plenitud la ilusión del renuevo.
El poeta Arvelo hace de estos últimos versos un análisis muy especial del significado entre líneas que quizo plasmar el poeta Lazo Martí, sencillamente lo copiamos textual para el disfrute del mismo:
"Tempranas horas del rocío: "la madrugadita lebrúnea sobre la fila india de los elementos literales. Hay una alegre exaltación de lo pintoresco, todo un poema de bonanza bucólica, de gracia lírica inefable, que se condensa y depura en los siete nombres del fragmento. Son las siete tallas del menguante, medidas en el tímido apuntar de los brotes. Las siete cabrillas, contadas en el asomo de sabaneros lirios. La dulce seguidilla del alba cuando, otra vez verde, torna a respirar la campiña . Siete ideas agrestes, llenas, cristalinas, buenas para el pacer espiritual en hartura:
Luna, verdores, bajío, hatajos, venado, rocío, retoño"
Nos explica Don Alberto Arvelo en su analisis a la Silva Criolla, que todo llanero ha visto como las aves de rapiña se aprovechan del incendio para atrapar los pequeños animales que huyen del fuego. Menciona entre estas aves al gavilán colorao, águila venaera o pita venado (Falco meridionalies) el gavilan ala negra o tejé (Buteo albicaudatus) y el caricari o doro doro. Especifica que al caricari se le ve volar cerca del incendio, cazando grandes cantidades de serpientes, lagartijas, etc., que huyen o se encuentran semiachicharradas en el suelo. Las otras especies de aves mencionadas, van avanzando sin alzar el vuelo, a medida que lo hace el incendio.
Con respecto al caricari dice el Dr Eduardo Röhl en la Fauna Descriptiva de Venezuela:
"varios caricaris se arrojaban desde los bajos árboles vecinos, revoloteando frente a la línea de fuego, en busca de serpientes, ratas, ratones, etc, qeu podían escapar de las llamas destructivas. Una de estas aves descendió de repente entre el pajonal cerca de mí, y remontando con la misma celeridad, se llevó una rata entre sus garras a un cercano árbol, y despues de propinarle uno o dos picotazos, se la tragó toda.
Cabrillas: En el llano se conoce con el nombre de Cabrillas a las siete estrellas conocidas en astronomía como Las Pléyades pertenecientes a la constelación de Tauro. En noches claras es fácil verlas en las cercanías de Tauro. Las cabrillas son muy nombradas en la poesía llanera.
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