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Chiquero para los becerros |
Tendemos a pensar que la función de la Quesera es netamente la de hacer queso. Sin embargo no es así, la quesera es un complemento de la faena llanera que permite amansar el ganado.
La Quesera está constituida básicamente por un corral de ordeño, dotado de un botalón, un corral más pequeño para los becerros y un caney techado para la elaboración del queso.
Se coloca cerca de pasteaderos y bebederos, en una parte elevada del Hato, con la finalidad de protegerla de las crecientes y en un lugar tranquilo sin mayores interrupciones externas para favorecer la tranquilidad a los animales. Generalmente se ubica cerca de la misma, el chiquero de los cerdos, que se alimentan con el suero dulce sobrante de compresión de la cuajada.
Es una faena tradicional, que con el tiempo ha sufrido pequeños cambios, pero la esencia del proceso, digamos, “artesanal” es el mismo. Hoy día, las fábricas cuentan con equipos de alta tecnología que “sacrifican” por así decirlo, en aras del progreso y la producción a gran escala, la tradición y el contacto amoroso del hombre-animal. Sin embargo, en los actuales hatos, se sigue haciendo la faena de la forma ancestral en menores proporciones, tal como se narra a continuación:
En el proceso de hacer queso intervienen varias personas, pues se inicia con el ordeño y termina, podría decirse, en la venta del producto final, formando parte del referido proceso, el arreo del ganado hacia los comederos y su posterior pique de regreso al corral.
Todo empieza muy de madrugada cuando el llanero se dirige al corral a ordeñar. El ordeño se hace al despuntar el día, antiguamente se iniciaba entre 2 y 3 de la madrugada. El ordeñador dirige la faena en esta primera etapa, cantando sus coplas en las que va llamando la vaca que va a ordeñar. Todos están atentos: la vaca, el becerro y el becerrero.
Los cantos de ordeño, forman parte de la poesía en la vida del llanero, están constituidos por coplas de versos octosílabos y pueden tener diversos temas, unos románticos y amorosos, y otros pícaros y juguetones, tal como es la improvisación del llanero: sencilla y llena de sentimiento. Recordemos que el hombre desarrolla afecto sincero hacia esos animales, como queda plasmado en la letra de
La Fundadora, claro ejemplo de ese sentir.
No puedo evitar transcribir algunas de las coplas que coloca Fernando Calzadilla Valdés en “Por los Llanos de Apure”, porque contienen refranes y expresiones muy típicas. Además dice el autor, que cada ordeñador tiene una organización específica para ir llamando a las vacas y éstas se acostumbran a ella, por lo que se van acercando cuando saben que les toca el turno:
“ Llamé a la puerta de Engracia
Y me respondió Teresa;
Al que no lleva la carga
Le parece que no pesa
Riqueza, Riqueza, Riqueza
No puede ser buen patrón
Quien no ha sido marinero;
Ni será buen mayordomo
El que no ha sido becerrero
Tinajero, Tinajero, Tinajero
Tiene la sangre liviana
Todo aquel que tiene rial,
Por la pata eres un loro
Por el pico un turpial
Turpial, Turpial, Turpial
A mi me gusta ordeñar
A la vieja Majestuosa
Acérquese y venga acá
Para decirle una cosa
Yo no desprecio una piña
Por comerme una lechosa
Majestuosa, Majestuosa, Majestuosa
Banco Largo no es tan largo,
Ni Apure es tan apurao,
Ni el Orinoco es tan ancho
Como me lo han ponderao.
Banco Largo, Banco Largo, Banco Largo
El que bebe agua en tapara,
Y se casa en tierra ajena,
No sabe si el agua es clara,
Ni si la mujer es buena.
Yerba Buena, Yerba buena
Póngase vieja Yerba Buena”…
Con cada estrofa, el becerrero, deja salir al becerro de la vaca nombrada, cantándoles de la misma manera.
La responsabilidad del becerrero es alta, pues en cierto modo de él depende la rapidez y efectividad del proceso. Él no solamente deja salir del chiquero al becerro de la vaca que el ordeñador llama, sino que es el encargado de cuidar estos animales y no permitir que se le “mamen las vacas”, es decir, impedir que el becerro se amamante completamente antes del ordeño. Ser becerrero es una de las primeras tareas importantes para los muchachos llaneros.
Siempre se ordeñan de último, las vacas nuevas de "yugo y sujeto". Para enyugarla, se amarra la vaca por el pescuezo pegada al botalón. Para el “sujeto”, el becerrero lo toma por el extremo libre y enlaza con la soga, el extremo opuesto al pescuezo de la vaca, pasándole la lazada por delante de uno de los cachos y dándole vuelta a la vara tanto como sea necesario apretar para someterla. En ambos casos, el ordeñador le mete la camaza, le canta y la acaricia por todas partes para excitarla "a apoyar." Las vacas nuevas no lo hacen fácilmente, “esconden la leche” dicen los ordeñadores, hasta que se van acostumbrando y en consecuencia, amansándose.
Fuente Consultada: Por los Llanos de Apure. Fernando Calzadilla Valdés
Sujeto: vara larga de 3 metros en uno de cuyos extremos se ata por sus dos puntas, separadas 30 cm, un cabo de soga, formando un lazo.
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