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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

13 de junio de 2010

La estampa del Llano

La descripción que a continuación se hace del llano, la extraje de un texto escrito por Carmen Mannarino  titulado Alberto Arvelo Torrealba - La Pasión del Llano, en el cual se refleja el llano de antaño, el de los llaneros que hicieron historia al transmitir a las nuevas generaciones el amor por esa tierra, es el llano del protagonista, El Indio Figueredo, El Carrao de Pamarito, Francisco Montoya, y muchos otros representantes que se hicieron inmortales por su aporte al conocimiento y rescate de la esencia llanera..Pero también es el llano que conoció el abuelo de este Blog, que durante toda su vida se ha dedicado igualmente a darlo a conocer, pero desde el anonimato, mediante sus experiencias y estudio. Por lo tanto, aunque ésto no lo está contando el abuelo, lo incluyo en su etiqueta por su significado

“El llano en la primera mitad del siglo XX, imponía largas travesías al hombre sobre su caballo, íngrimo como si fuera el único que lo habitara, siempre con un cuchillo al cinto para defenderse de cualquier peligro animal o humano, porsiacaso (morral) a cuestas con el condumio  necesario para calmar el hambre o aplacar la sed, camino a la faena cotidiana en los hatos. Era también llano de misterios, mitos y leyendas y siempre de coplas espontáneas para distraer la soledad y recordar ausencias, porque cualquier llanero es coplero. El chaparro, con el tallo retorcido por su fiera resistencia a la falta de agua y a las quemas, es buen símbolo de aguante del llanero ante la inclemente realidad donde desarrolla su vida.
Era llano sin electricidad, sin caminos, con paludismo y sin asistencia médica, donde los grandes trayectos se ganaban a trote de sobresaltos y atravesando rios. Con noches llenas de terror por un posible aparecimiento de la llorona y en la alta madrugada, por el terrorífico silbido del silbón. Pero era y es también llano de jolgorios con aguardiente y música propia, de joropo y contrapunteo en los que la vida ruda se ablanda en expresión de alegrías y sentimientos.”

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