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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

2 de diciembre de 2018

La Gripe Española de1918 en Guasdualito

Tiempos de Transhumancia agradece la incorporación de un nuevo colaborador, Aljer Chino Ereú, quien viene compartiendo hace varios años a través de sus redes sociales,  reseñas y crónicas del Llano especialmente en Guasdualito, estado Apure. Son reseñas de aquel Llano antiguo de caballo, soga y sombrero, de las historias sencillas y la gente sencilla que dejó su siembra de recuerdos para que hoy los conociéramos.  En esta oportunidad, el tema elegido es el de la terrible Peste Española y cómo azotó nuestro país. Mas adelante en la historia, el paludismo también diezmó la población dejando sólo "Casas Muertas". Hoy recordamos una de esas épocas de dolor y miseria que el llanero finalmente logró vencer.


LA GRIPE ESPAÑOLA 1918 EN GUASDUALITO

 Por: Aljer Chino Ereú 

Para 1918, Venezuela estaba gobernada por el general andino Juan Vicente Gómez, quien implantaría en el país una forma de regencia que se asemejaba en no poco al manejo de sus haciendas y fincas. Es bajo su mandato cuando formalmente se inicia la explotación de los yacimientos del llamado oro negro, esta actividad supuestamente impulsaría el desarrollo nacional; no obstante, el hecho de ser otorgadas las principales concesiones a grandes transnacionales como la Royal Dutch-Shell y la Pan American, conllevaría a que un considerable porcentaje de los recursos petroleros terminaran depositados en cuentas personales y compañías testaférreas, descuidándose en parte las precarias condiciones de los habitantes de las provincias, cuyas características comunes reflejaban nulos o deficientes servicios sanitarios, altísimos índices de analfabetismo, salubridad en deplorable situación y propagación alarmante de enfermedades como sarampión, paludismo, tifoidea, tétano, viruela, neumonía, disentería y tuberculosis, que afectaban sin contemplación a una huérfana población civil. 

El anterior escenario sería propicio para que lo clasificado por la historia médica mundial como Pandemia de 1918 o Gripe Española, causara estragos a lo largo y ancho de la geografía nacional, sin encontrar resistencia inmunológica que frenara su transmisión, al menos al inicio de la misma. Antes de entrar al país dicha epidemia traía como antecedentes alrededor de unas 40 millones de defunciones en todo el mundo, siendo España, Portugal, Italia y Grecia los países más afectados. 

En el contexto, el eminente galeno caraqueño Luis Razetti creador de la Junta de Socorro del Distrito Federal (organización dedicada a combatir la enfermedad) referiría en sus notas médicas: “El primer registro de la gripe española en Venezuela se presentó el 16 de octubre en el puerto de La Guaira, cuando se contabilizaron más de 40 soldados venezolanos infectados con este virus. Al día siguiente, el Gobierno Nacional había totalizado más de 500 casos tan sólo en el estado Vargas. La gripe rápidamente llegó a Caracas, tal vez viajando por el ferrocarril Caracas-La Guaira. Los primeros casos se manifestaron en la parroquia La Candelaria y luego se extendieron a lo largo de la ciudad”. (34:1918) 

La entrada de la peste mortal en el estado Apure seria el 21 de octubre de 1918, para una mayor comprensión de lo que significó la gripe española o peste negra en este estado llanero se trae a referencia el texto de Ramón Díaz Sánchez: “San Fernando no dejó de ser vulnerable a la pandemia de gripe más terrible y pavorosa que haya azotado a la humanidad a lo largo del tiempo. Se considera que fue este el flagelo causante del mayor número de muertes en el siglo veinte, y el que más espanto causó, no solo por sus efectos mortíferos, sino por la forma dolorosa y singularmente sucia de destruir a quienes atacaba. Aquel padecimiento se propago desde Mantecal a todas las poblaciones de esa provincia, con tal furia que familias enteras desaparecieron y casi no hubo en el llano una vivienda sin víctimas.” (43: 1939).

Investigador sobre lo tratado es el profesor y premio nacional de historia Oldman Botello, en consulta nos refiere: "En comparación como en otros estados, en Apure no hubo exceso de muertes. El presidente del estado general Vicencio Pérez Soto contrató al Dr. Aaron Benchetrit, judío criado en Caracas, autor del libro La Pandemia del año 1918, quien gracias a sus investigaciones había descubierto una medicina contra el mal. Se utilizó el aceite de tártago como medicina. En Apure la epidemia fue mínima, solo el 1% o menos se calculó la mortalidad. El general Pérez Soto puso la estación de cuarentena en Puerto Miranda, y el engripado no pasaba para el otro lado. El 1° de octubre de 1918 se comenzaron a tomar medidas, hubo una junta principal y juntas subalternas en barrios y pueblos lo que frenó la propagación en la capital del estado llanero" (Fin de la referencia) .

 Pero la realidad del alto con el bajo Apure contrastaba significativamente. En lo que respecta a Guasdualito, un segundo informe del Concejo Municipal del Distrito Alto Apure, reflejaba para 1918 las precarias condiciones de vida de los habitantes de esa geografía apureña, en donde la ausencia de médicos y de un centro sanitario era cubierta por el boticario Silverio Agüero, quien se ocupaba de atender a domicilio los casos más apremiantes. Unos 4900 habitantes conformaban la totalidad de la jurisdicción, de los cuales 2010 habitaban en la nueva población, mudada años anteriores desde el sector conocido como Pueblo Viejo a las costas ribereñas del turbio Sarare. Este contexto seria propicio para el azote inescrupuloso de la pandemia. 

Las noticias que recibían los pobladores por los transitantes de los caminos de recuas sobre la peste de Apure, alarmó a la mayoría, unos optaron por emigrar ante la llegada inminente de la apocalíptica peste. No faltó quienes recordaran los vaticinios desesperanzadores del profeta Enoc, hombre de mundo o supuesto predicador de la teología cristiana cuyo nombre real era Laureano Ojeda, quien años atrás vestido con batola blanca pasaría por el pueblo profetizando entre otras desgracias la llegada de una pestilencia negra, en alusión a la gripe española. 

Los primeros casos de gripe española en Guasdualito, aparecerían con la llegada de un grupo de vendedores de ganado provenientes de La Concordia (Táchira). El 03 de noviembre el jefe civil Victorino Rivero, enviaría una comisión a la intendencia del Arauca, con la finalidad de dirigir un telegrama (para la fecha aún en Guasdualito no funcionaba el telégrafo) directo al gobernador Pérez Soto, informándolo sobre un extraño virus caracterizado por la brusca aparición de fiebre, malestar general, dolor de cabeza y dolencias en el cuerpo; el mismo ya aquejaba a unas 50 personas, con 3 defunciones recientes. Conociendo las implicaciones del caso, la máxima autoridad del estado mediante decreto dispuso de 50 mil bolívares para atender y mitigar la enfermedad en el Alto Apure. 

El 10 de noviembre saldría del Puerto de Los Barbaritos (San Fernando), el steam boat Arauca con un cargamento de medicinas, y una comisión médica integrada por Francisco José Machado, hijo de otro médico con el mismo nombre, con amplia trayectoria en las luchas contra las epidemias febriles, y que llegaría a ser jefe de la Comisión Sanitaria Nacional; Vicente de Milita, galeno de origen italiano que optaría por quedarse en la enfermiza zona alto apureña. Arribada la comisión, el diagnóstico y la evaluación clínica recomendarían además de la cuarentena y el lenitivo de aceite de tártago, jarabe de ipecacuana y las infusiones de tilo con cebada diluida en agua. No obstante, la desconfianza de los pobladores, su renuencia a la prescripción científica y el arraigo a los remedios caseros con rezanderos incluidos, triplicaría en poco tiempo la cantidad de decesos. Se improvisaron fosas y zanjas para la sepultura de los fallecidos. Los sobrevivientes en su mayoría desalentados por la tragedia y las constantes refriegas guerreristas optarían por nuevos horizontes. Pasarían 5 largos meses para que la parte médica erradicara por completo la pandemia en Guasdualito. A nivel nacional el registro oficial reflejaría más de 20.000 muertos, incluyendo a Alí Gómez, hijo del general y presidente de la republica Juan Vicente Gómez.

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