Amanece el 24 de junio de 1821. La vanguardia del ejercito patriota ocupa el cerro de Buenavista que los realistas acaban de abandonar. Bolívar observa las ventajosas posiciones que el enemigo. ha escogido. Los experimentados batallones Valencey, Hostalrich, Barbastro, Infante y Burgos tenían posiciones que impedían la bajada del ejercito patriota hasta la sabana. La caballería de Morales estaba sobre la quebrada de Manzanas al fondo de la llanura....
Nuestro ejército, inferior en número al del enemigo, estaba compuesto por tres divisiones: la primera a las órdenes de Páez, estaba constituida por los "Bravos de Apure", "La Legión Británica" y "15 escuadrones llaneros en numero de 1.500 lanzas, acudilladas por los héroes de Mucuritas, La Mata de Miel y Las Queseras" ; la segunda división a cargo de Manuel Cedeño, y la tercera a cargo de Ambrosio Plaza., cada una con cuatro batallones. Todos héroes, todos entusiastas y seguros del triunfo sobre un suelo que ya les había sido favorable en 1813.
Bolívar se apoya en un baquiano (Manuel Rivas) para encontrar una forma de acceder furtivamente al terreno. La "Pica de la Mona", es la vía escogida. Páez y sus llaneros son los primeros que atravesarán el dificultoso paso, muy cercano a un punto peligrosamente custodiado por el enemigo y que no ofrece protección alguna. El paso implica acercarse, penetrar en un bosque, alcanzar una cima también dominada por el ejército español, penetrar al estrecho cauce de una quebrada, para finalmente accesar a la llanura por un paso angosto.
Una hora tarda la dificultosa marcha, y al cabo, se oyen las señales que los demás esperaban para adentrarse igualmente por la trocha y acometer al enemigo.
Para llegar a la llanura, " el batallón Apure que marchaba delante, tenía que desfilar por el cauce de una quebrada bajo los fuegos del enemigo que le cerraba el paso, sin poder contestarlo por carecer de frente, encerrado como se hallaba en aquella estrechura; empero, avanza siempre al pasitrote, con la cabeza baja como el toro cuando va a acometer; y roto, ensangrentado, dejando la agria tierra cubierta de cadáveres, penetra al fin en la sabana precedido por Torres, su bravo coronel. No obstante tan vigorosa acometida, su mala situación no cambia, antes bien, se reagrava, pues solo y sin retirada, se encuentra entonces frente a todo el ejército español"
" Aunque abrumado por los numerosos contrarios, " Apure" se defiende briosa y desesperadamente. Dos veces se arroja sobre " Burgos", cruza con él sus bayonetas y lo rechaza con estrago, pero embestido segunda vez por " Hostalrich" y por " Barbastro", repliega a su turno acribillado, gana una altura,la pierde en breve tiempo, torna a recuperarla, y a brazo partido con el mas esforzado de sus pertinaces contrarios, persiste en disputar una victoria en extremo imposible"
" No obstante su ardimiento, el batallón "Apure" no puede hacerse firme, pierde terreno, retrocede acosado y sin tino, se rompe al fin en varios trozos que lidian sin concierto, y va a desordenarse y a perecer sin remisión, cuando acude en su auxilio la " Legión Británica", que apenas fuera del atajo, se interpone entre los batallones españoles y sus revueltos camaradas."
Firme, organizada, severa, erguida, marcial, entre sus banderas y tambores, entra la Legión Británica sin disparar hasta haberse alineado, mientras los españoles la acribillan y mientras nuestros llaneros se reorganizan.
"Farriar, su jefe.....desciende del caballo, hace arrojar al suelo los morrales de todo el regimiento y manda a aquellos bravos a hincar la rodilla en tierra. el movimiento se ejecuta con admirable precisión; desde entonces la legión inglesa deja de ser un cuerpo como todos los otros, echa raíces en la tierra y se convierte en un muro de granito."
Páez ordena cargar a la bayoneta. Con un frente de 400 hombres y apenas dos hileras de soldados de fondo, avanzan simultáneamente con las bayonetas asestadas sobre los regimientos españoles. "carga brillante a cuyo empuje ceden los realistas, pierden sus posiciones y sin dejar de hacer un vivo fuego sobre nuestra línea en movimiento, repliegan buscando apoyo en el grueso de su caballería".
Mientras tanto, un grupo importante de jinetes de Páez, acaba de cruzar la quebrada y acomete contra el enemigo. el enfrentamiento es terrible, el choque, violento. Una nube de polvo impide ver lo que está ocurriendo. Páez sigue recibiendo los jinetes que lentamente van saliendo a la llanura, sin descuidar a la maltrecha infantería. Está en todas partes, es el alma de aquellos valientes.
" De pronto, en medio de la inquietante expectativa que sufren los dos bandos, la llama voladora se detiene y Páez, lleno de asombro, ve salir de la nube de polvo que oculta los efectos de aquel violento choque, a un jinete bañado en su propia sangre, en quién al punto reconoce al negro mas pujante de los llaneros de su guardia: aquel a quien todo el ejército distingue con el honroso apodo de " el primero".
El negro venía sobre su caballo también herido. "Sin ocultar el asombro que le causa aquella inexplicable retirada, Paez le sale al encuentro y apostrofando con dureza a su antiguo émulo de bravura, en cien reñidas lides, le grita amenazándole con un gesto terrible: ¿Tienes miedo? ¡No quedan ya enemigos? ¡Vuelve y hazte matar! Al oír aquella voz que resuena irritada, caballo y jinete se detienen: el primero ya no puede dar un paso mas; ...."el segundo abre los ojos que resplandecen como ascuas y se yergue en la silla, luego arroja por tierra la poderosa lanza, rompe con ambas manos el sangriento dormán y poniendo al descubierto el desnudo pecho donde sangran copiosamente dos profundas heridas, exclama balbuciente: Mi General..... Vengo a decirle adiós...., porque estoy muerto. Caballo y jinete ruedan sin vida sobre el revuelto polvo, a tiempo que la nube se rasga y deja ver nuestros llaneros vencedores, lanceando por la espalda a los escuadrones españoles que huyen despavoridos"
Páez, enfurecido se dispone a vengar la muerte de su amigo y carga con el resto de la caballería, hasta lograr la victoria absoluta.
Esta batalla se decidió en tan solo una hora, y los hombres de Páez , nuestros llaneros, fueron los protagonistas absolutos de la acción.
Bolívar se apoya en un baquiano (Manuel Rivas) para encontrar una forma de acceder furtivamente al terreno. La "Pica de la Mona", es la vía escogida. Páez y sus llaneros son los primeros que atravesarán el dificultoso paso, muy cercano a un punto peligrosamente custodiado por el enemigo y que no ofrece protección alguna. El paso implica acercarse, penetrar en un bosque, alcanzar una cima también dominada por el ejército español, penetrar al estrecho cauce de una quebrada, para finalmente accesar a la llanura por un paso angosto.
Una hora tarda la dificultosa marcha, y al cabo, se oyen las señales que los demás esperaban para adentrarse igualmente por la trocha y acometer al enemigo.
Para llegar a la llanura, " el batallón Apure que marchaba delante, tenía que desfilar por el cauce de una quebrada bajo los fuegos del enemigo que le cerraba el paso, sin poder contestarlo por carecer de frente, encerrado como se hallaba en aquella estrechura; empero, avanza siempre al pasitrote, con la cabeza baja como el toro cuando va a acometer; y roto, ensangrentado, dejando la agria tierra cubierta de cadáveres, penetra al fin en la sabana precedido por Torres, su bravo coronel. No obstante tan vigorosa acometida, su mala situación no cambia, antes bien, se reagrava, pues solo y sin retirada, se encuentra entonces frente a todo el ejército español"
" Aunque abrumado por los numerosos contrarios, " Apure" se defiende briosa y desesperadamente. Dos veces se arroja sobre " Burgos", cruza con él sus bayonetas y lo rechaza con estrago, pero embestido segunda vez por " Hostalrich" y por " Barbastro", repliega a su turno acribillado, gana una altura,la pierde en breve tiempo, torna a recuperarla, y a brazo partido con el mas esforzado de sus pertinaces contrarios, persiste en disputar una victoria en extremo imposible"
" No obstante su ardimiento, el batallón "Apure" no puede hacerse firme, pierde terreno, retrocede acosado y sin tino, se rompe al fin en varios trozos que lidian sin concierto, y va a desordenarse y a perecer sin remisión, cuando acude en su auxilio la " Legión Británica", que apenas fuera del atajo, se interpone entre los batallones españoles y sus revueltos camaradas."
Firme, organizada, severa, erguida, marcial, entre sus banderas y tambores, entra la Legión Británica sin disparar hasta haberse alineado, mientras los españoles la acribillan y mientras nuestros llaneros se reorganizan.
"Farriar, su jefe.....desciende del caballo, hace arrojar al suelo los morrales de todo el regimiento y manda a aquellos bravos a hincar la rodilla en tierra. el movimiento se ejecuta con admirable precisión; desde entonces la legión inglesa deja de ser un cuerpo como todos los otros, echa raíces en la tierra y se convierte en un muro de granito."
Páez ordena cargar a la bayoneta. Con un frente de 400 hombres y apenas dos hileras de soldados de fondo, avanzan simultáneamente con las bayonetas asestadas sobre los regimientos españoles. "carga brillante a cuyo empuje ceden los realistas, pierden sus posiciones y sin dejar de hacer un vivo fuego sobre nuestra línea en movimiento, repliegan buscando apoyo en el grueso de su caballería".
Mientras tanto, un grupo importante de jinetes de Páez, acaba de cruzar la quebrada y acomete contra el enemigo. el enfrentamiento es terrible, el choque, violento. Una nube de polvo impide ver lo que está ocurriendo. Páez sigue recibiendo los jinetes que lentamente van saliendo a la llanura, sin descuidar a la maltrecha infantería. Está en todas partes, es el alma de aquellos valientes.
" De pronto, en medio de la inquietante expectativa que sufren los dos bandos, la llama voladora se detiene y Páez, lleno de asombro, ve salir de la nube de polvo que oculta los efectos de aquel violento choque, a un jinete bañado en su propia sangre, en quién al punto reconoce al negro mas pujante de los llaneros de su guardia: aquel a quien todo el ejército distingue con el honroso apodo de " el primero".
El negro venía sobre su caballo también herido. "Sin ocultar el asombro que le causa aquella inexplicable retirada, Paez le sale al encuentro y apostrofando con dureza a su antiguo émulo de bravura, en cien reñidas lides, le grita amenazándole con un gesto terrible: ¿Tienes miedo? ¡No quedan ya enemigos? ¡Vuelve y hazte matar! Al oír aquella voz que resuena irritada, caballo y jinete se detienen: el primero ya no puede dar un paso mas; ...."el segundo abre los ojos que resplandecen como ascuas y se yergue en la silla, luego arroja por tierra la poderosa lanza, rompe con ambas manos el sangriento dormán y poniendo al descubierto el desnudo pecho donde sangran copiosamente dos profundas heridas, exclama balbuciente: Mi General..... Vengo a decirle adiós...., porque estoy muerto. Caballo y jinete ruedan sin vida sobre el revuelto polvo, a tiempo que la nube se rasga y deja ver nuestros llaneros vencedores, lanceando por la espalda a los escuadrones españoles que huyen despavoridos"
Páez, enfurecido se dispone a vengar la muerte de su amigo y carga con el resto de la caballería, hasta lograr la victoria absoluta.
Esta batalla se decidió en tan solo una hora, y los hombres de Páez , nuestros llaneros, fueron los protagonistas absolutos de la acción.
Pedro Camejo que así se llamaba el "negro primero", tenía ese apodo por ser siempre el primero que se metía entre las lanzas enemigas, "era natural de san Juan de Payara y estaba con Páez desde la batalla del Yagual. Sirvió al ejercito realista y en medio de su ingenuidad dijo a Bolívar que se había hecho soldado porque “todo el mundo iba a la guerra sin camisa y sin una peseta y volvía después vestido con uniforme muy bonito y dinero en el bolsillo" Vinicio Romero Martínez.