....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos
En agua Blanca, El Hato, Chaparral y San Rafael de Onoto, poblaciones al norte de Portuguesa, el 28 de diciembre se realizan unos bailes llamados Locainas, para agradecer la mejoría de niños enfermos. En el marco de esta fiesta se organizan 9 velorios. Estos bailes son gobernados por muñecos que en Agua Blanca se llaman Juan de Dios Rumbos, Don Cayetano y Doña Simona. Llevados en constante movimiento sobre unas varas de madera, representan la presencia de los niños inocentes y simbólicamente son la máxima autoridad de esa celebración. Tomado de Descubre Portuguesa. EditorialCadena Capriles
Aparentemente el motivo de esta celebración es recordar la matanza de los niños que según la Historia Sagrada, fue ordenada por Herodes con la intención frustrada de matar al niño Dios.
La tradición popular existente en todo el país sobre “El día de los Santos Inocentes”, consiste básicamente enuna serie de bromas, engaños y juegos cuya finalidad es hacer “caer por inocente “ a las personas.
En muchos pueblos del país, este día se pagan promesas realizando el recorrido de los Locos o Mamarrachos, cuya característica principal es la inversión de roles sexuales. Después de la misa, los “locos” se agrupan en pequeñas comparsas llamadas Locainas, para visitar los hogares, haciendo picarescas interpretaciones, yhablando en falsete para evitar ser reconocidos,divirtiendo a todos con sus bailes y ocurrencias
Los locos se visten con trajes raídos y sucios, y llevan los rostros enmascarados o embetunados. Los hombres llevan muñecos en los brazosy se visten de mujeres. Las mujeres juegan el papel de hombres, los jóvenes imitan a los ancianos y los adultos a los niños. Van acompañados de pequeñas bandas musicalesque básicamente tienen cuatros, guitarra, furruco, bandolín y maracas.
La representación de los locos sirve como crítica social, al romper las normas. Es una fiesta pagana muy antigua en Europa que la Iglesia trató de exterminar haciendo coincidir la fecha con el día de los inocentes. En Venezuela ha sobrevivido adquiriendo particularidades regionales. Las Locainas del estado Lara, específicamente en Sanare, son muy conocidas y vistosas, y se les llama Zaragozas. Los disfraces de Los Zaragozas son mucho mas elaboradas y vistosas que las de Portuguesa.
Sería una gran muestra de ingratitud, no reconocer públicamente al estar cerrando el año 2011, el invalorable apoyo que he recibido este año de personas que se han tomado el tiempo para enviar temas y fotos, corregir errores y aportar ideas para que este sitio sea cada vez mas completo y especial. Algunos me han acompañado desde el principio y otros se han ido incorporando a este equipo que busca el rescate de nuestras tradiciones y raíces llaneras.
Es muy grato encontrar gente con nuestras mismas inclinaciones y pasiones, por eso, cada una de éstas personas, a quienes llamo colaboradores, al aportar algo, por mas pequeño que sea, me han proporcionado alegría y deseos de seguir adelante con este trabajo, que se está haciendo para que los hijos de Venezuela, amen y valoren cada vez más a esta tierra y para que las recientes generaciones, aprendan del amor nacional de los viejos valores del país y lo imiten. Mucho tenemos que hacer por Venezuela, mucho podemos rescatar, mucho tenemos que trabajar sobre identidad nacional, especialmente en los corazones de los más jóvenes, que cada día se acercan más a lo ajeno. "Lo nuestro ha de ser lo nuestro aunque esté mal preparado", dice José Romero Bello en una canción. Eso es una gran verdad, que en ningún momento significa cerrar los ojos hacia otras culturas y tecnologías; simplemente significa que debemos apreciar lo nuestro, valorarlo, conocerlo, poner un grano de arena para que no se pierdan en el tiempo, lo profundo de las raíces venezolanas, porque un país sin memoria no puede tener Identidad Nacional, pues ésta nace precisamente de allí.
Sin más, quiero expresar mi gratitud a los amigos que me han acompañado activamente en este trabajo:
Prof. Omar Carrero (Profesor Universitario)
Cnel (B) Germán Fleitas Rojas (Administrador)
Lic. Luis Sequera (Poeta)
Prof. Eduardo Matos (Profesor de Joropo)
Prof. Eduardo López Sandoval (Historiador)
Prof. José Solórzano (Cronista de Guayabal)
Prof. Daniel Rojas Perfecto (Profesor Castellano y Literatura)
Prof. Carmen Beatriz Estrada(Profesora Universitaria de Inglés)
Lic Marianella Oráa ( Cantante y Compositora)
Ab. Germán Fleitas Nuñez (Abogado y Cronista de La Victoria)
Sr. Luis Espinoza (Cantante y Compositor)
Lic. José Alberto Pinto Coronado (Comunicador Social)
Sr. Rafael Enrique Volcán(Cantante y compositor)
Ab. Horacio Jiménez (Promotor Turístico)
Prof. E. Barreto(Profesor Universitario)
Ing. Otto Gómez (Ganadero y Productor)
Prof. Yuni Bautista Rojas (Historiador)
Prof. Miguel Delgado (Profesor Universitario)
Folklor venezolano-Joropo Llanero (F.B)
Lic. Guillermo Jiménez Leal (Músico y Poeta)
Prof. Hugo Arana (Historiador)
Prof. Argenis Méndez Echenique (Cronista de San Fernando)
Ing. Héctor G. Castillo (Ingeniero Civil)
TSU Alejandro Armas (Músico)
Y especialmente al "abuelo" de este Blog, Alejandro Armas, mi padre, inspirador de este trabajo que nació como la necesidad de dejar para la posteridad las historias sencillas de la vida campesina.
También agradecemos a los que visitan la página, los hermosos e inspiradores comentarios que dejan en la misma y a los seguidores del perfil facebook.
Por un 2012 lleno de amor, salud, armonía, éxitos, prosperidad, con cariño les dedicamos la siguiente canción:
La melcocha es una dulzura de antaño, recuerdo que era un placer saborear ese dulce divertido pues se estiraba a voluntad. En algunos pueblos del interior del país pueden conseguirse aún envueltas en su papel celofán. A continuación una receta de este dulce tradicional, que como comentamos en la entrada relacionada con las navidades en guayabal, se consumía luego de las misas de aguinaldo.
Se enmantequilla muy bien una bandeja y se reserva. Aparte se pone a cocinar 1/2 kg de papelón con 1 taza de agua hasta que tenga punto de bola, más o menos por media hora. Luego se coloca en una capa fina sobre la bandeja. Se deja enfriar un poco y con las manos cubiertas de aceite y el papelón todavía caliente se estira con las manos repetidamente y se tuerce hasta que se blanquee y se ponga cremosa. Se va cortando y se colocan en una bandeja con harina para que no se peguen. Luego pueden envolverse en papel celofán.
Para que queden de dos colores, pueden combinarse dos porciones donde una haya sido menos estirada que la otra.
He aqui algunos recuerdos de la Sra Margot Rojas de Fleitas, oriunda de Guayabal, estado Guárico y que recuerda con añoranza las navidades de su pueblo:
Tiempos que se van no vuelven
y si vuelven no los quiero
porque los tiempos de ahora
no son como los primeros
Todo el pueblo estaba muy pendiente de las misas de aguinaldo, que se efectuaban desde mediados de diciembre hasta el dia de navidad. A partir de las 4:00 am, la campana de la Iglesia de San Jerónimo de Guayabal, repicaba cada media hora, para que la gente se congregara. eran misas muy bonitas y muy bien cantadas. Las muchachas estaban pendientes de tener un bonito vestido para cada misa.
Al terminarse la misa, la gente de dirigía a las haciendas cercanas a pasear y comer melcocha, batido y "orejitas".
Dias antes de las misas, las muchachas de "sociedad" se vestian de pastorcitas, con un vestido largo, delantal blanco y una gorrita. Completaban el atuendo con una cesta en el brazo, se dirigian a las galleras donde estaban los hombres adinerados, a pedirles contribución para las misas de aguinaldo. Siempre colaboraban con generosidad, quizas por la euforia de los gallos o quizas por la belleza de aquellas jovencitas a quienes era dificil negarles el apoyo.
Eran dias de emoción para el pueblo y especialmente para las muchachas que esperaban la llegada de los chicos que estudiaban fuera del pueblo y venían a pasar las fiestas con sus familias. El propio día de navidad se iba también a misa y las famiias cenaban reunidas sus hallacas, ensalada, carato de maíz y dulce de lechoza. Después de las 12:00, "la sociedad" constituida por las familias pudientes se iban al baile que tradicionalmente daba la prefectura. La señora Margot, recuerda que la gente del pueblo, llenaba las ventanas para ver el baile al que no tenían acceso.
Las "orejitas" eran arepitas dulces amasadas con queso que al freirse se inflaban y con un tenedor se les hacía un rasgado en forma de coma que formaba la orejita. La Melcocha, es un dulce criollo a base de papelón, que tiene la característica de ser muy elástico.
La hallaca, el casabe, la arepa....... alimentos típicos con etiqueta de "venezolano". Las influencias extranjeras se han introducido profundamente en muchos aspectos de nuestra vida y costumbres, pero estos alimentos representan lazos que nos mantienen unidos a nuestras tradiciones.
La mesa navideña venezolana siempre cuenta con la hallaca, la cual presenta variantes dependiendo de la región del país donde sea elaborada, pero al final es nuestro típico plato navideño. Su elaboración, siempre implica una reunión familiar, donde hasta los más pequeños cumplen alguna función en el proceso.
A continuación transcribimos una receta de hallaca llanera, la cual se caracteriza por su sencillez y es bastante parecida a la hallaca central:
Lleva tres tipos de carne en las siguientes proporciones: 2 kilos de carne de cochino y de gallina y 1 kilo de carne de res. Adicionalmente, manteca de cochino, tomates, cebollas, pimentón, comino, ají y en algunas variantes, se incluyen ahora cubitos de pollo y vino.
La masa es uno de los aspectos básicos de una buena hallaca. Antiguamente se hacía con maíz pilado, lo cual requería por lo menos un dia adicional para la elaboracion de las mismas, pero hoy, todos los rincones de Venezuela, tienen a su alcance la harina de maíz precocida, la cual es debidamente aderezada. El color de la masa es también un factor importante, y se obtiene con onoto calentado en la manteca o aceite para que suelte el color caramelo oscuro. Se amasa la harina con el caldo donde se sancochó previamente la gallina. Cuando ésto no es posible, se utilizan los cubitos. Es importante que tenga su buen punto de sal y que quede suave para extenderla posteriormente. Puede igualmente intensificarse el sabor con ajo en polvo.
El "adorno" tiene una finalidad visual y de sabor conjuntamente. Está constituido por aceitunas, cebollas en ruedas finas, pasas, pimentón en lajas delgadas, tocino en cuadritos pequeños (costumbre antigua) . También puede colocarse dos o tres hilachas de gallina y alguna alcaparra.
El guiso tiene variantes, pues hay quien para prepararlo coloca la carne cruda y otros (diría que la mayoría), primero la cocina por separado, cuidando que no quede muy blanda, y luego al enfriarse se cortan en cuadritos pequeños. El cochino y la carne de res se sancochan juntos para este fin. El resto es cocinar primero un sofrito con aliños (cebollas, ajoporro, cebollín, ajo, alcaparras, ají dulce, etc.) y añadir la carne y su caldo. A este guiso se añade un poco de harina de maíz para espesarlo.
Las hojas para envolver la hallaca, requieren de un gran trabajo para limpiarlas. Actualmente en las ciudades se consiguen cortadas y prelavadas, pero si no es posible de esta forma, se compran enteras y se cortan del tamaño deseado, quitándoles primero la vena que traen. Posteriormente hay que lavarlas muy bien por ambos lados y posteriormente secarlas. Este procedimiento garantiza que no se dañen las hallacas rápidamente. Deben cortarse hojas principales y secundarias (fajas grandes y pequeñas), ya que la correcta envoltura garantizará que no les entre el agua mientras se cocinan. Estas hojas ya secas, deben engrasarse por la parte lisa, antes de extender la masa sobre ellas.
El resto del procedimiento pueden verlo en el siguiente video, donde las manos de mi madre estan preparando la deliciosa hallaca caraqueña. Y aquí les pregunto amigos lectores: ¿existe acaso alguna hallaca mejor que la que hace nuestra madre?
La variante de la hallaca y que es preferida por muchas personas, entre las que me incluyo, es el Bollo. Se elabora a partir del guiso preparado para las hallacas, al cual se añade harina para que quede mas espeso. Se añaden tambien algunos elementos crudos como cebollas picaditas, pimentón, aceitunas, alcaparras,etc. Se sirve por cucharadas en las hojas, que luego envuelven esta masa y se amarran en forma distinta a las hallacas para identificarlos.
En las navidades de 1949, el profesor Ángel Rosenblat, director y fundador del recientemente constituido para esa época, Instituto de Filología Andrés Bello, emprendió su segundo viaje al llano apureño, con la finalidad de ubicar hablantes de la lengua otomana y comprobar si la misma aún podía considerarse viva. No encontró lo que buscaba, pero sí descendientes de los indígenas otomacos; entre ellos, la familia de Antonio José Torrealba, “nieto de otomana pura”.
Antonio José Torrealba, al parecer, el mas genuino de los representantes de esa etnia, había fallecido en julio de ese mismo año. Pero como resultado de esa investigación, el profesor Rosenblat recibió del sobrino de Torrealba, una serie de cuadernos manuscritos por éste último, a los que había llamado DIARIO DE UN LLANERO
Narran la cotidianidad de un grupo de llaneros, el día a día, desde que amanece hasta que anochece, con una continuidad sorprendente. Incluyen costumbres criollas e indígenas, refranes y expresiones locales de mucho interés, coplas, galerones, joropos, septillas, corridos, contiendas, vida animal y vegetal, creencias, conocimientos médicos populares, detalle de faenas, de alimentos, entre otros, haciendo mucho hincapié en lo autóctono en lo auténticamente llanero, condición que enaltece en el personaje protagonista , llamado Agamenón, el cual los entendidos dicen que es su propia representación. A pesar de la rusticidad de la narración, está matizada con pinceladas de cultura general, de mitología y de historia. Dicen también los que han analizado esta obra, que muchas de las coplas y textos son invención de su autor, pero que otros son recopilación del folclore popular
Estos cuadernos estuvieron olvidados por más de 30 años, en el Instituto de Filología de la UCV, hasta que la intuición crítica de la profesora María Teresa Rojas, directora del Instituto para esa fecha, con la finalidad de rescatar parte de la memoria del pueblo apureño, encargó a Edgar Colmenares del Valle, la publicación de los mismos.
La publicación final constituida por 6 tomos de aproximadamente 500 páginas cada uno, cuenta con un análisis o estudio crítico de cada cuaderno, y un glosario de términos aportado por Edgar Colmenares del Valle
Contaba El Dr Rosenblat:
“Don Antonio había muerto hacía un año. Dejó escritos cuarenta enormes cuadernos de letra menuda, con un título general: Diario de un Llanero. Los diez primeros, parece que los envió a Rómulo Gallegos y fueron la base con la cual escribió sus dos grandes novelas sobre el llano: Doña Bárbara y Cantaclaro; no fueron encontrados posteriormente y se dieron por perdidos. Los otros treinta cuadernos, los hemos traído a Caracas, por generosidad de Gregorio Jiménez, su sobrino, bisnieto de otomacos, que es secretario de la Corte Superior de San Fernando de Apure. Estos cuadernos no se pueden publicar en bruto. Pero tienen una riqueza inmensa de materiales que adecuadamente elaborados pueden constituir una obra formidable sobre la vida llanera que se esta modernizando a ritmo vertiginoso”
Además de los 40 cuadernos, Antonio José Torrealba dejó 3 libretones de contabilidad completamente llenos de coplas y versos, que quedaron temporalmente en manos de Ricardo Mendoza Díaz quien acompañó a Rosenblat en el viaje que hemos mencionado y que posteriormente fueron también entregados al Dr Colmenares del Valle, que pudo rescatar gran parte de su contenido, aunque muchas páginas estaban destrozadas por polillas y preparar un libro con ellos que pensó llamar VERSOS RUSTICOS. (desconozco si fue publicado)
Nos cuenta Edgar Colmenares del Valle:
“Con los originales de los Cuadernos del Diario (del N° 10 al N° 40), con las partes reelaboradas del Cuaderno N° 41 y con tres textos más que incluí como Epílogo, armé la estructura definitiva de la obra.”(…) “por respeto al albedrío de cada creador y también, por considerar que la creatividad existe como manifestación primitiva, no hice cambios ni modificaciones en los textos originales, exceptuando algunas correcciones de ortografía y en la escritura propiamente dicha, pues las creí necesarias para facilitar la recepción del discurso de Torrealba y sobre todo para unificar las inconsistencias de representación derivadas del hecho de que este discurso narrativo fue dictado a varios “amanuenses” y del mismo, tal vez se hicieron varias copias”.
“El diario de un llanero es una síntesis, una proposición que simboliza la búsqueda del perfeccionamiento humano. No se trata solamente de contar historias o de modular un uso verbal, se trata también de expresar un descontento del hombre con su realidad y de clamar por un modelo humano: el llanero auténtico, que ahora solo existe como un recuerdo. Por ello, hoy más que nunca, frente al olvido de nuestras huellas primitivas y de nuestra presencia en la Historia como signos homólogos de la libertad e identidad, Torrealba, en verdad, inquieta y alarma. Su voz, "puntera en la soledad" marca el rumbo baquiano de la insatisfacción de si mismo; del ejercicio poético como acto que impide el marasmo espiritual aún en un medio como el Llano, en donde -como dijo Rosenblat- “un universitario se olvida pronto hasta de las primeras letras”, del desarrollo de un modo propio de expresión y en fin, de la creencia en la que el hombre puede mejorarse a si mismo, y en consecuencia, mejorar el mundo.
Personalmente tengo la convicción de que Torrealba intuía que todo escrito genuino es, por naturaleza, un descontento y, por lo tanto, a pesar de su arte rudo y primitivo, sabía por qué y para qué escribe. El y sus escritos son las voz y conciencia de un pueblo que aún “sufre y espera”.
Torrealba se apoyaba en muchachos del pueblo a quienes dictaba sus historias desde su chinchorro. Esta es la razón por la cual, los cuadernos tienen distintas letras. Cuenta Carmelo Aracas, músico apureño, de quien haremos una breve reseña próximamente: “De noche, a las 9:00 de la noche él se acostaba en un chinchorro y nos dictaba sobre las costumbres de los llanos, la fauna, la flora, los caballos, las vacas, todas esas cosas. Torrealba nos decía: ‘Algún día ustedes sabrán para qué están escribiendo, para qué yo le envío esto a Gallegos".
Llama mucho la atención que un hombre de campo, aparentemente sin mayores estudios, se ocupara de dejar estas historias sentadas para la posteridad, sobre todo por la sencillez del contenido de las mismas, que como ya se dijo narran la cotidianidad. Para haber escrito 40 cuadernos, es obvio que se esmeró en transmitir sus vivencias, por mas sencillas y rústicas que éstas hubieran sido, porque eran la esencia de su vida; consiguiendo textos de fácil lectura pero que mantienen el interés. Mucho hay que aprender de la obra de Torrealba, cada cuaderno deja mucho conocimiento del llano antiguo, así como de las creencias y costumbres indígenas, ya que uno de los personajes es un yaruro muy conocedor. Pero además del aprendizaje y conocimiento de la memoria apureña, hay en dicha obra el orgullo de un llanero por su condición, por su tierra, por sus costumbres y por sus raices, siendo precisamente éste el gran mensaje y ejemplo que transmite esta obra.
A continuación les ofrecemos otras interesantes expresiones tomadas del Diario de un Llanero:
Cuchillo que se amuela en la madrugada, no coge filo.
No puedo comentar esta expresión por absoluto desconocimiento de su veracidad, sin embargo, forma parte de las creencias del campo.
Esta muy alto el cielo para que cucaracha lo rulla
En Venezuela aplicamos la palabra rullir o rullío a raer, raído, roer o roído. Estos dos últimos términos no son totalmente equivalentes, sin embargo suelen utilizarse con el mismo significado. La cucaracha y otros insectos similares, así como los roedores, suelen “raspar” la superficie de algunos materiales, causando deterioros evidentes. Este debe ser el sentido de la expresión, aplicada a cosas inalcanzables
El que se pone a ver zorro, no cría gallina
Implica algo así como “el que no arriesga no gana”. Si nos detenemos por posibles contratiempos, no tomamos decisiones
Usted tiene el cuero disparejo para soga
Siendo que las sogas llaneras se elaboran a partir de un mismo cuero de res que debe cumplir ciertas características, esta expresión se refiere o aplica a quien no tiene condiciones para algo. Si desean conocer algo sobre la elaboracion de la soga llanera, puede seguir el siguiente enlace : LA SOGA Y EL LAZO
Me ganará el gallo, pero no la cría.
Expresión referida muy probablemente a las peleas de gallo, donde el ejemplar que se lanza al ruedo puede perder la vida o simplemente perder el encuentro, sin que ello afecte la descendencia que pueda tener. La expresión aplica a que por perder una vez, no significa que las tenga todas perdidas.
Se me sangra el gallo
Expresión también enmarcada en peleas de gallo. Sangrarse el gallo, es dejarlo morir. Por ello, es probable que esta expresión se refiera a actuar con rapidez y oportunidad. Se me ocurre que puede ser equivalente a “dejar morirse el muchacho en la barriga”
Mas bravo que un quiriquire,
Quiriquire es el ácaro de la sarna. En Venezuela la palabra “bravo” tiene varias acepciones: valiente (el bravo guerrero), enojado (Juan está muy bravo), fiero o feroz (toro bravo), áspero (paja brava o terreno bravo), caliente (el sol esta bravo), entusiasmo (Bravo! Estupendo!)etc. Pero en este caso, una picadura o comezón , también puede tener este término, para indicar que es muy intensa.
Eneas Perdomo, el cantor del llano, deja tras su partida física una obra de música, poesía y auténtica llanería. La pluma que lanzó al mundo las criollitas Fiestas de Elorza y que colocó en las mejores voces del llano aquel Pescador del río Apure, obra de sus ñeros del alma, José Vicente Rojas y Omar Moreno; se nos ausentó, como en un vuelo infinito de gabán pionío. Aquella voz con timbre de metal noble, afinadísima y olorosa a mastranto llovido, sigue resonando en las almas amorosas de belleza profunda, de colores telúricos y de matices pueblerinos.
Había nacido en el Yagual, allá en Apure, en Julio de 1930. Desde joven, se inició en las artes musicales del llano, ejecutando el arpa, el cuatro y las maracas. Como le sucedía a todo músico del llano para esa época, su ejercicio artístico iba acompañado de la parranda, el baile y la caña. Músico y parrandero eran inevitables sinónimos. Así entró en el arte Eneas Perdomo. Cuentan que se distinguió como ejecutante de los tres instrumentos y que acompañó a legendarias figuras como el “Indio” Ignacio Figueredo, Marcelo Quinto, y Melecio García, entre otros. Algo lo jalaba desde la voz porque no tardó en consagrarse al canto; especialmente al pasaje. Algunos músicos que lo conocieron en sus inicios comentan esta inclinación a los aires suaves e intimistas, sin que por ello perdiera fuerza de arraigo en sus interpretaciones y sin que, de tiempo en tiempo, gritara un seis o un pajarillo. Parece que el brío de primas y tenoretes en el juego cuerdero del Indio, no era sentido por Eneas como propio de su temperamento; es como la diferencia entre una doma y un ordeño; entre un barajuste de potrón y un pasitrote de tardecita mirando la brisa en el palmar.
Hace algún tiempo, en un artículo sobre el canto, escribí: “Las personas entendidas en materia de estética musical, generalmente dividen a los intérpretes del canto en dos categorías: Los cantantes y los cantores. Cantantes son aquellos que –independientemente de su calidad vocal- ponen la obra –la canción- al servicio de la voz; esto quiere decir que para estas personas lo más importante en el acto interpretativo es la virtud vocal, dejando en segundo lugar el contenido –poético y musical- de la obra interpretada. Estos cantantes escogen el repertorio que –ellos creen- les va a asegurar el aplauso y la admiración del público. Su ideal, su objetivo, no es, en el fondo, otra cosa sino el cuadro de valores que recoge pasivamente cualquier persona mediatizada por el sistema mercantilista donde hacemos vida: la fama, el dinero, el poder. Los otros, los cantores; viven en un universo de diferente calidad. Su hábitat es como de otra dimensión. El cantor no ejerce su arte buscando éxito, aplauso, aprobación. El cantor es como los pájaros; canta porque sí, prístinamente. El cantor no se distingue por las virtudes vocales, sin embargo rara vez desafina. Es de acotar que muchos cantores alcanzan gran fama y notoriedad, pero, a diferencia de los cantantes, esa fama no es buscada, así como tampoco los vuelve tan ufanos como para perder la brújula”.
Eneas Perdomo es, sin lugar a dudas, el cantor del llano en toda la extensión de ambos sustantivos. Cantor, por la ya dicho; y del llano, porque escuchar su voz no es simplemente la degustación estética de una voz hermosa; sino y sobre todo, la asunción corporal de un universo literario y espiritual pleno de sentires, evocaciones, instancias, calores y colores cercanos a la tierra misma y sus vivencias auténticas; universo que renace en el alma de quien escucha, en una magia fresca y lozana.
Bueno es acentuar, a propósito de la personalidad que nos ocupa, el carácter parrandero de todo buen poeta, aquí en el llano. Muchas personas de mediana cultura, evocan con admiración el carácter bohemio de algunos poetas de otras latitudes, hoy día consagrados. Sin embargo, pareciera que el adjetivo criollo “parrandero” les suena como de menor altura intelectual que aquel referido a la bohemia –vocablo por lo demás importado-, como si esta última tuviera, realmente, algún distintivo, cualitativamente diferente. Pues sépase, que en los caseríos, pueblos y fundos del inmenso llano; los poetas han nutrido sus mejores versos con señeros lances en los que tierra, mujer, canto y hombre son una misma cosa, y donde brota y se mantiene un sabor único y profundo sin el que a la vida le falta sal y picardía, llámese como se llame esa experiencia. Así vivió Eneas cuando su salud se lo permitía y los resultados literarios y artísticos nos llenan de orgullo. Escuchemos algunas costumbres del fino poeta guariqueño Francisco Lazo Martí, narradas por Alberto Arvelo Torrealba: “En los hatos, madrugaba a montarse sobre los tranqueros de las majadas, para oír y gozar –copla y mugido- la faena musical del ordeño. Los atardeceres de verano, trémulos de polvaredas y chicharras, su figura presidía en las barriadas las alegres y bulliciosas cabalgatas pueblerinas. Sin rubor y sin poses, solidarios de las preferencias poblanas y labriegas, hacía lo que todos: gritaba en las galleras, tenía su cuerda de gallos con gallero propio, bailaba, jugaba dominó, en las fiestas rústicas, lo seducían las saetas alternativas de los juglares criollos, frecuentaba en el pueblo una humilde querencia y en los festejos no rehusaba una copa de fresca espuma nacional”.
Eneas representa esa confluencia de pueblo, alma, canto y tradición que bien expresa su paisano el poeta Marcos Hernández en remate de una décima, loando al coleo:
José Manuel Hernández Prisco, mejor conocido por su nombre artístico como “Cheo” Hernández Prisco, nació en el pueblo de Papelón, estado Portuguesa.
Pasó su infancia como peón de finca y desde muy temprana edad se interesó por el coleo.
En una entrevista que le fuera realizada, manifestó que empezó a colear a los 18 años, pues sus padres estaban en desacuerdo con esa actividad. Su primera coleada fue en Papelón, donde salió victorioso. Practicó este deporte por aproximadamente 20 años.
Su habilidad para improvisar coplas junto a su notable desempeño en las mangas de coleo a nivel nacional durante su juventud, le hicieron merecedor de adoptar su nombre artístico como "El Coplero Coleador".
También es un excelente compositor y productor musical, ya que de su pluma han brotado grandes piezas poéticas vestidas de canción. Sus composiciones cuentan con un lenguaje autóctono y muy criollo.
Entre los eventos en los que participó en su juventud están:
Dos (2) Campeonatos Nacionales. Categoría “B”, en San Juan de Los Morros, estado Guárico, y Valencia, estado Carabobo.
Cinco (5) Campeonatos Nacionales, categoría “A”.
Integró la selección del estado Lara durante los Juegos Deportivos Nacionales celebrados en San Cristóbal, estado Táchira, en 1978, obteniendo la medalla de oro por equipos.
Coleando por el estado Monagas ayudó a ganar el campeonato por equipos, categoría “A”, en 1982, obteniendo el quinto lugar por individual con 10 coleadas efectivas y 2 nulas, en Maracay, estado Aragua.
Como un reconocimiento a su trabajo en pro del folclore y del coleo, se dio su nombre a un Campeonato Nacional de Coleo.
Tuvo dos importantes accidentes en la manga, el segundo de ellos en Araure, estado Portuguesa, implicó una fractura de pelvis, y motivó que dejara el coleo.
“Cheo” Hernández Prisco siempre le ha cantado al coleo y al amor de la mujer. Ha producido 32 discos y un video en el cual hace una recopilación donde incluye doce (12) de sus mejores canciones. Entre ellas:”A quien no le va a gustar”, “Sin ella no vivo”, “La novia del coleador”, “El caballo amarillo” y “Siete glorias del coleo”.
“Cheo” Hernández Prisco se hizo acreedor del importantísimo premio que anhelan todos los cantantes de música criolla venezolana, el “Florentino de Oro” 1985.
*** “Le doy las gracias a aquellos gobernantes que se han propuesto a ayudar y apoyar al coleo” ***
*** “Le expreso todo mi cariño a quienes aman al coleo y al folklore, pues el coleo y la música llanera van siempre juntos” ***
*** “Gracias a quienes han apoyado siempre mi carrera” ***
Fuente: www.feveco.com
No podemos dejar de colocar para acompañar esta entrada, la famosa canción “A quien no le va a gustar”, con fondo de Periquera y que representa la esencia del venezolano llanero y con la cual todos los de esta tierra nos sentimos identificados:
A QUIEN NO LE VA A GUSTAR
A quien no le va a gustar
Estar bien enamorao
De una mujer bien bonita
Buena por los cuatro laos
Se siente uno el mas machote
Que este suelo haya pisao
Y en cualquier patio de bolas
Arrima y bocha clavao
A quien no le va a gustar
Oir un Nuevo Callao
Y que lo cante un coplero
Con la voz como El Carrao
La versación de Montoya
Cuando anda como entonao
Es como para no moverse
donde se encuentre sentao
A quien no le va a gustar
Pedir y que le den fiao
Beber a costilla de otro
Hasta amanecer rascao
Ganar en el cinco y seis,
el ajiley y el dao
Y disfrutar la dulzura
de unos amores robaos
A quien no le va a gustar
Pasear en carro prestao
Dormir en chinchorro ajeno
Con aire acondicionao
Y que cuando se levante
Ya le tengan preparao
Unas caraotas refritas
Con un quesito rallao
A quien no le va a gustar
estar bien acomodao
con billetes en los bancos
y un rebaño de ganao
que pase de seis mil toros
de cacho encomejenao
y un haras de pura sangre
de padres bien afamaos
A quien no le va a gustar
ir a los toros coleaos
en sacar un toro e puerta
volantón y bien pesao
que le den un filo e lomo
y lo dejen marconao
Pa escucharle la grisapa
A ese publico agitao
A quien no le va a gustar
Saborear un buen cruzao
Un pisillo de chiguire
Que quede bien sazonao
Una cachapa blandita
con un cochinito asao
Una cerveza bien fría
cuando se anda enratonao
A quien no le va a gustar
Saber lo que otro ha pensao
Pa´ no caerse a mentira
Cuando se esta enamorao
Saber si quieren a uno
O lo tienen engañao
Sería la gran solución
Pa no andar enguayabao
Escogimos la segunda canción porque nos cuenta un poco el origen del coleo:
"La proximidad de diciembre era presentida cuando se encendían las flores de pascua o navidad entre las macollas resecas, el aguamiel de los meleros, al sol, no exhiben sus amarillos, los algodonales invitan a cosecha, los caraotales de granos pintados y las jabas (grandotas) y los frijolales maraquean.
Se ensila en tambores parte de lo cosechado, para los días invernales y alguna porción se vende, tal vez fanega y media. Hay patillas veraneras entre los algodones y hay quienes sueñan embarrar sus "casas en piernas" y encalarlas si da cómo. Para lo cual el maíz se "esgrana", de a poquito a dos manos y las tusas sirven de muñecas a las muchachas, que las visten con tiritas de cualquier trapo, mientras los más pudientes apalean las mazorcas sobre tarimas (troja de palos) o caney, y caen los granitos sobre sacos de fardos o lonas. Se miden con perolas que hacen una "cuartilla" que son dos kilos y medio; doce cuartillas: tres almudes que son treinta kilos y siete almudes, la carga del burro. Los saquitos e fardo cogen treinta y cinco kilos. Otros venden sus reses o rajan leña para vender, prefiriendo la de guatacaro de flor blanca y brasa grande y rojita. Las cuentan por pares: quince pares un tercio, que es la carga del burro, que si el leñador anda solo, coloca una estaca que sostiene el otro lado del sillón, mientras pega la leña.
El agua la buscan en lagunas, en dos barriles que hacen una carga. Los construían por allí, con madera, que si es de tarare, que abunda, se estaponan, siendo de cedro, menos montonero, los más resistentes.
De regreso del pueblo se trae café, papelón, manteca e cochino (en botellas), aliños picantes, cebolla, ajo, sal, porque lo demás se consigue en el campo: maíz criollo, chiquito, maíz cariaco, maíz amapito, para el carato o la masa después que se pisa o se pila y se sancocha; carne e cochino gordo para el picadillo (un perolón), gallina o pavo grande, que con los huevos, papas, cebollas, cebollón y ocumo esmoronao.
Para envolver las hallacas mejor es la hoja de topocho que los dones separan del palillo, esos tallos que los muchachos convierten en “orejas de burro” y las hacen sonar. Las largas pencas se "suasan", para embarrarlas luego con la manteca onotada.
Y por la noche el amarre, todos a una, congregados como en un hermoso y alegre ritual, entre cuentos, enamoramientos y gracejo, sirviéndose de cabuyas que extraen de la planta de manirito o manirote. La primera “camada” es como de cincuenta hallacas, cuando muchos andan terecos con la caña blanca o ron de caña adquirido en los alambiques del trayecto, mientras los músicos afinan el violín, el bandolín, la guitarra para una parranda hasta el amanece.
Rara era la casa donde no se hacía hallacas, persogos de hallacas, canastos que hasta se perdían.
-La hallaca no valía ná. A todo el que llegaba se le daba-
El carato endulzado con panelas que traían de las vegas. Y dulce de lechoza.
Contaban tres pascuas; la de Navidad, la de Año Nuevo y la de Reyes. En cualquiera estrenando, camisón, camisa, pantalón, alpargatas o sombrero.
Y antes de año nuevo, un día de libertades bajo el pretexto de la conmemoración del día en que Herodes manda degollar a los inocentes. El 28 de diciembre, llamado también Día de los Locos, porque algunos se disfrazan y, entre cantos y danzas, se apropian de lo que quieran, con el permiso incluso, de alguna autoridad y el consentimiento general. Agarrar por inocente a otro, sirviéndose del engaño, forma parte de esa especie de liberalidad plena asociada a la locura y la inocencia". Diario de un llanero- Antonio José Torrealba
" De Armas Chitty, también por Santa María de Ipire, recuerda que "Por días de diciembre, familias comenzaban a elaborar los papagayos. El cielo ancho... se llenaba de pájaros de papel. Sobre el cocal de la Tejería, sobre los algarrobos de El Pueblito, sobre los javillos de El Morichal, sobre los cujizales de Misa Cantada, más allá de los mamones de Juana Ruiz y del cafetal de Pilar Díaz, por el este cuando era selva y no potrero, se alzaban silbantes y agudos los papagayos. Y qué algarabía rompía el aire cuando las puntillas ocultas en las colas cortaban los tensos hilos y los globos multicolores eran aventados por la brisa. Hacia el crepúsculo, que en el pueblo de Ipire es como un país de pájaros y colores, el viento de la tarde iba empujando discretamente aquellas naves en derrota, naves de papel que encallarían en quién sabe qué lejana bahía."
Ultimo mes del año, siempre asociado a alegrias, comilonas y parrandas. empiezan a llegar los vientos alisios que traen consigo el inicio del verano. La Guía Ecoturística Miró Popic, nos hace una semblanza de la fauna del diciembre llanero:
Con la salida de aguas, las Corocoras van migrando lentamente de los Llanos altos hacia los bajos.
Por los bosques de galería hacen nido los Morrocoyes.
Por este tiempo salen de los huevos las crías de las Babas. Los adultos empiezan a concentrarse en los cuerpos de agua permanentes.
Final del período de muda y comienzo del período de celo del Pato Carretero. Los machos sostienen violentas luchas y forman gran algarabía, mientras que las hembras permanecen distantes. Este es el único ganso venezolano
Nidifica el Tautaco en las matas del Llano.
Noviembre-diciembre, durante dos o tres semanas, los patos guiriri pico negro, guiriri picos rosado y el pato real, no vuelan porque están mudando de plumas y son depredados o cazados `por gavilanes y caricares. Los pelones huyen nadando o buceando.
Y afanosamente las iguanas hembras excavan sus nidos en la arena de los bancos, para ocultar sus huevos.
Queremos completar el tema sobre el Galerón Llanero, ofreciendo las características del mismo en el hermano país, de acuerdo a la opinión y estudio de Guillermo Abadía Morales, folclorista colombiano:
“Galerón es el nombre que reciben algunos “corridos” que se usan en el canto para acompañar las faenas de vaquería o manejo de reses vacunas; en ellos es de rigor la rima consonante y obligada en terminación silábica de “ao” para obtener un buen efecto en la cadencia de la voz que prolonga el canto para dar tiempo a que el cantador piense el verso siguiente, en la improvisación y para prestar un factor de monotonía útil en la labor, pues el ganado se acostumbra al calderón del grito en “ao”. Estas cadencias en “ao” prolongadas a cada dos versos, producen un efecto de atención por acostumbramiento del oído de los ganados.
La función u objetivo de los galerones como cantos de labor en la llanura se explica: por semejanza con los cantos de labor, por ejemplo los usados para unificar el esfuerzo colectivo en trabajos físicos como el de remar en las embarcaciones llamadas “galeras”; históricamente sabemos que en las épocas de la Conquista y Colonia eran frecuentes las condenas “a galeras”, esto es, que por motivos de delincuencia y más por razones de índole religiosa y política, muchas gentes que en ciertos casos no eran delincuentes vulgares, sino personas pacíficas, honorables y virtuosas, eran condenadas al trabajo ignominioso de remar en las embarcaciones llamadas “galeras”. Estas eran movidas por muchos pares de remos que estaban manejados por los presidiarios obligados a remar sin sosiego a fuerza de látigo; estos “galeotes” acompasaban su trabajo a cantos monótonos que eran los cantos de galeras. Es sabido que muchos de ellos al acercarse a tierra, aprovechaban cualquier oportunidad para escapar o se rebelaban contra los capataces y huían a nado hacia la orilla. Estos prófugos de galeras, una vez en tierra, no podían permanecer en las ciudades o lugares poblados que por lo general estaban provistos de justicia, es decir, de autoridades que les descubrían prontamente. Así, lo más razonable era huir de los centros y trasladarse a regiones solitarias en las cuales hallaban libertad y aún trabajo; región ideal para tal empresa era la de los Llanos Orientales que se hallaban relativamente cerca de la capital de la Nueva Granada. Allí, por razones de carácter económico tan poderosas como la existencia de inmensas extensiones de pastos naturales, prosperó rápidamente el oficio del manejo de ganados. Entonces, muchos de los cantos de galeras, indudablemente llamados “galerones” eran recordados por los fugitivos nombrados, pero se aplicaban ya, como es obvio, no al antiguo oficio, sino al nuevo trabajo de la vaquería. De tal modo el antiguo ritmo del golpear de los remos se transformó al ritmo del galope de los caballos, ya que la labor ganadera exigía este vehículo natural. Muy probablemente se conservó el nombre de galerones de los viejos cantos, para los del oficio nuevo y así surgió el galerón llanero, cuyas características de letra ya se indicaron y cuyo ritmo ya era otro.
Otra tesis sobre el particular, recientemente expuesta por nosotros es la que establece que, así como en la pampa argentina se llamaban “galeras” las comitivas o convoyes de carretas que viajaban a través de enormes extensiones de pampa, los cantos que amenizaban el viaje de las carretas o galeras pudieron llamarse “galerones”; por semejanza con estos cantos de pampa, pudieron llamarse así también nuestros cantos de los Llanos.
Abundantes son las letras de los galerones, ya de origen colombiano, ya de venezolano, pues en la llanura no se establece gran diferencia entre los llaneros de Colombia y los del país hermano. Entre los galerones más conocidos está el colombiano de “Ladislao” que ha sido tomado parcialmente como de otras regiones del país. El texto original es éste:
Yo nací en los mismos llanos
y me llamo Ladislao,
y soy un turpial po´el pico
y un tigre por lo rayao;
con una soga en la mano
y un garrote encabuyao
yo soy más bravo quiun toro
y más ágil quiun venao.
Y aquel que no lo creyera
que se salga de contao
para probarle que soy
un hombre requetemplao.
De los hijos de mi taita
yo salí al más avispao
yo fui el que le dio la muerte
al plátano verde asao.
Y el maistro que me enseñó
me enseñó bien enseñao:
me dijo que no cantara
con ningún encalambrao.
A mí me gustan las cosas
a que estoy acostumbrao:
el plomo por lo liviano
y el corcho por lo pesao.
Yo me resbalo en lo seco
y me paro en lo mojao.
También me dijo mi mama
que no fuera enamorao,
pero viendo una muchacha
me le voy de medio lao
como el toro a la novilla,
como la garza al pescao,
como el sapo a la sapita,
como la vieja al cacao,
como el calentano al queso,
como el indio al máiz tostao.
Y si llegara a morirme
no me entierren en sagrao,
entiérrenme en un llanito
donde me pise el ganao;
déjenme una mano afuera
y un letrero colorao
pa que no digan las gentes
que aquí murió un desgraciao:
no murió de calentura
ni de dolor de costao;
murió de cacho de toro
que es un mal desesperao.
En algunas compilaciones de folklore literario figura como colombiano un galerón llamado “En los llanos del setenta”, publicado incompleto, y con muchos versos del Ladislao; como los Llanos del Setenta son en Venezuela, resulta muy probable que este galerón sea venezolano, al menos que estuviera escrito o ideado por un colombiano que hubiera vivido en dichos llanos venezolanos. Lo transcribimos en la versión más completa que conocemos:
En los llanos del setenta
donde se colea ganao
me dieron para mi silla
un caballito melao;
me lo dieron por maluco,
me salió requetemplao
y con él logré tumbar
toros del cacho voltiao.
En una tienta de arriba
del fundo de Estanislao
me topé con una moza
de talle pintiparao:
tenía los ojos barcinos
y el cuello despechugao
y le gustaban las tientas
cómo la sal al ganao.
Yo le dije al mayordomo
que me tenía contratao:
écheme ese toro ajuera
del espinazo bragao
hijo de la vaca mora
y el toro rabipelao,
pa sacarle aquí una suerte
con esta señora al lao.
Al animal me le abrí
con el trapo desdoblao;
le saqué cuarenta lances
y lo dejé arrodillao;
lo cogí por la coleta
y le dí contra el cercao;
tres costillas le quebré
y lo dejé mancornao
con los cuartos en las ancas
y el espinazo quebrao.
Y el mayordomo me dijo:
no me maltrate el ganao.
Yo le dije al mayordomo:
así se colea ganao.
Y el mayordomo me dijo:
usté ya vendrá almorzao;
Yo le dije al mayordomo,
apenas desayunao:
cuatro platos de cuchuco,
un almú de máiz tostao,
tres tazas de güevos tibios,
una ración de pescao,
tres costillas de marrano
y una totuma 'e cacao;
cuando me lo dan lo trago,
y sinó, aguanto callao.
Me llaman “cuarenta muelas”
y a nadie las he mostrao,
y el día que yo las mostrare
se ha de ver el sol clisao,
la luna chorreando sangre
y el mundo todo trocao:
las nubes echando chispas,
los cerros esvolcanáos,
las lagunas de parriba
y los ríos evaporáos,
los astros todos regüeltos
y el mesmo Dios asustao.
No más esta mesma tarde
cuando iba pal otro lao,
con el ruidaje 'e las muelas
s' esbarajustó el ganao.
Hay en el repertorio popular una pieza escrita por el músico Alejandro Wills y llamada “Galerón Llanero” con letra ambigua de coplerío y un mote de octosílabos y heptasílabos alternados que reza: “aguas que lloviendo vienen..., etc.” y de un estribillo de tres versos pentasílabos y dos trisílabos alternados con hexa y heptasílabo, respectivamente. Como se ve, es una estructura caprichosa que en el texto literario no corresponde a los galerones normales; tampoco en la parte musical pues, como es sabido, Wills tomó de base un joropo aragüeño (Venezuela) antiguo, llamado precisamente “El Araguato” y que tenía curiosamente la misma estructura de un viejo torbellino colombiano llamado “El Rodeo”.
Hay, pues, similitud con el de Wills y casi identidad con el joropo aragüeño. De todo podemos deducir que Wills conoció ambos modelos pero su galerón llanero no es galerón sino joropo en ritmo de galope y con influjo de torbellino.
Siendo el galerón esencialmente un canto, no es bien fundado el idearle una coreografía especial. Ya hemos dicho que su ritmo básico es el del joropo y por tanto, como quiera que al cantar un galerón no en su desarrollo funcional que es el manejo de ganados (canto de vaquería) sino en el sosiego de las estancias o casas de hatos y se desea bailar a su són, no puede hacerse cosa distinta de ejecutar las figuras del joropo. Las nuevas coreografías ideadas surgieron –a nuestro entender– por los años de 1937 a 38 cuando el supuesto galerón de Wills se puso en boga y los coreógrafos, con la mejor buena voluntad, se decidieron a –acondicionarle una planimetría y unos juegos estereométricos completamente convencionales que tienen más las características de un pequeño “ballet” que de un baile popular. Partieron de la base de las figuras del joropo, cosa que no estaba desacertada, pero le acomodaron una serie de “contrapunteos” de tacones, golpes de fusta y “flamenquerías” que nunca se vieron en la vida de la llanura oriental. La demostración más clara de esta tesis se halla en la circunstancia de que sin excepción los bailarines de galerón no utilizan en Colombia sino la música patrón de estas coreografías que fue el supuesto galerón llanero de Wills."
Les ofrecemos un video del Galerón Llanero de Wills, el cual, en efecto es una mezcla de música folclórica e incluye introducción e intermedios con "El Araguato" del joropo central venezolano. La coreografía tiene varias figuras del Joropo Llanero, sin embargo la ropa y algunas partes del baile, representan mas bien danza folclórica