No quieres que me trasnoche
con chipola ni atarraya
sígueme cuando me vaya
en vez de tanto reproche
AAT
Iniciamos Tiempos de Transhumancia con un escrito del Profesor Omar Carrero Araque, publicado en su Blog, Picas Forestales:
"Chipola
es una de esas palabras a la que podríamos catalogar de “endémica” pues su uso
se restringe a un espacio bien definido y estrecho: los espacios rurales del
Llano.
Las
acepciones que se presentan en los diccionarios siempre hacen referencia
a “sones y bailes populares” – “aire popular de movimiento vivo, muy
usado en nuestros campos” o “aire musical folclórico del género del joropo, de
ritmo rápido, que se canta y se baila”.
Como
se ve la palabra chipola está unida invariablemente al ámbito musical, sin
embargo cuando se revisa la poesía de Alberto Arvelo Torrealba vemos como el
bardo barinés, en algunos pasajes, utiliza este término
con significado diferente al del mero aire musical. Por
ejemplo:
“y
de encendidas chipolas
que el rancho del peón alumbran”.
Vemos
cómo en esta copla se relaciona explícitamente al término chipola con la luz y
no con la música, al igual que ocurre en un verso en el que se expresa:
“no
quieres que me trasnoche
con chipola ni atarraya
sígueme cuando me vaya
en vez de tanto reproche”.
Estas
últimas alusiones trajeron a mi memoria momentos de mi muchachez allá en la
casa sabanera: Recordé por ejemplo que un recipiente hecho con una totuma
redonda o con una concha de coco se llenaba de un combustible, generalmente
aceite, sobre el que “nadaba una araña” de corcho encima de la que se colocaba
una mecha de encendido.
Se tenían entonces así
unas lamparitas para el alumbrado nocturno, que se colocaban sobre repisas en los horcones
esquineros. Eran éstas las encendidas chipolas a
las que aludía el poeta al momento de alumbrar el rancho del peón o la enramada
del pescador en noches de atarrayeo.
Pero también se aprecia
otro sentido que la palabra Chipola adquiere en algunos versos de Don
Alberto:
“Chipolita, Dios te
guarde,
sola por chaparral….”
Aquí vemos que el término
hace referencia a una joven, en clara recordación a una costumbre pueblerina,
ya en desuso, de apodar Chipola a una de las niñas nacidas en un hogar,
generalmente la primera, en alusión a la luz que esa “lamparita” con su
llegada, traía a la casa.
¡Tan oscuro Chipolita
con mi cuatro y tú tan lejos!"
Complementamos esta entrada con una chipola desde el punto de vista musical, interpretada pro Alejandro Armas, en su bandola llanera: