LA MIEL
Acento de Cabalgadura
Enrique Mujica
El matajei hembra es el que carga. Ese es redondo, coma una bola, como una tapara. Ese es el que carga porque el macho, que es largo y delgao como una manga, lo que echa son unos ramitos de miel. En un palo que llaman diente e perro se cria el matajei. Yo creo que es porque ese palo echa unos tallos, unas varas con crucetas que es de ande se agarra el matajei, de ande se va tejiendo. De ai del Porvenir pa abajo, pacia El Barinal, buscando una jilera e cujises que van orillando una madrevieja y varios conucos, seguro que se consigue uno con un matajei cargao. Será porque por esos laos la tierra es una grea negra y lo que hay son unos rastrojos sombríos que se llenan de ese bachaco culón rojo. Debe se por eso que por ese camino abunda el matajei, y también porque más abajo,
en los conucos, eso to apretao de topocho y cambur y ma's allaita se ven las jileras de melero y en el palmar la flor de campana y la fruta e palma.
Porai por esas costas del Barinal pasábamos pa la escuela. Eso fue en un tiempo en que la Niña Isabel Valera nos daba la primaria en una casita e palma con corredor de cin que el viejo Vicente Valera, su hermano, había hecho en la entrá el hato. Un verano tuvimos yendo pa esas clases, un puño e muchachos, como treinta. Me acuerdo que la Niña Isabel, que estaba bien vieja, se ponía a comé hallaquita con queso, entonces empezaba a conversá y a esplicanos. No se le entendía to que decía, nosotros to que hacíamos era ve como se le salía de la boca aquel burucero de pan y queso que nos echaba encima. La Niña Isabel no duró en las clases sino hasta ese verano. Después pasamos un tiempo con el maestro Jesús Garrido, que era un viejo largo y seco que hablaba roncote. Ese nos decía versos y nos ponía sacar cuentas. "Ese pez largo y redondo que vimos desde la orilla juguetear, allá en el fondo", nos decía, y otros versos que no recuerdo. También nos contaba las historias de Bolívar y nos enseñaba el mundo en una pelota azul. Solamente
ese tiempo tuve yo en la escuela, hasta que aprendí a leé. Eso era cuando tenía diez o doce años. Después no supe más de lecturas, lo que me gustaba era un caballo bien bueno y una soga. Nunca más vi al maestro Jesús Garrido, no se que se hizo.
Por ese tiempo lo que si aprendí fue a castra un matajei. Un día por la mañanita nos quedamos castrando uno. Nos pusimos de acuerdo y no fuimos pa la escuela. Le dejamos un jumo e bosta un rato largo, hasta que se le fueron toas las avispas. Después fue que lo abrimos y nos trajimos la miel en dos taparas. Esa era una avispa brava y peligrosa. Un día jurungamos unas y nos picaron. Llegamos a la escuela y la Niña Isabel tuvo que ponenos cataplasmas de saliva e tabaco. Pasaron muchos años y yo seguí yendo a castrá matajei en ese punto. Más de uno castré. Ai era ande me acordaba de la escuela, del chorro e muchachos saliendo de la escuela, como avispas. Entonces pensaba que la escuela era también un matajei, pero sin miel.
Matajey: Pequeña avispa. Prácticamente llamas matajey a la casa de esta avispa, que es grande, de casi 70 u 80 cm de largo, siempre cargada de miel. La casa es construída utilizando la rama de algún árbol. Vocabulario del Hato. J.A. De Armas Chitty
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