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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

21 de abril de 2010

Verano e Invierno llanero

En el llano las estaciones lluviosa o seca llegan casi con exactitud. De enero a Abril o mayo la sequía terrible, con sus incendios devastadores, con la resequedad de la tierra y luego viene la época lluviosa, de aguaceros torrenciales, de desbordamiento de ríos, de sabanas anegadas

Durante la sequía se pierde el verdor, la tierra se resquebraja, las plantas y lagunas se secan, el ganado merma, el calor es insoportable y el sol inclemente. Con frecuencia, terribles incendios que se producen en forma espontánea queman la sabana, aunque es válido decir que el llanero tiene por costumbre quemar parcelas (rozas) para obtener un mejor cultivo cuando empiezan las lluvias.

Y cuando pareciera que no es posible aguantar más sed, se oyen a lo lejos los truenos que anuncian que está lloviendo en la cordillera, llegan los vientos de lluvia y a partir de ese momento, vienen los grandes aguaceros, tormentas, rayos e inundaciones, producto del desbordamiento de los grandes ríos que vienen de la montaña

“El llanero, jinete siempre sobre el espinazo de su bestia, cambia en esta época el caballo por la pequeña canoa y así recorre sus inundadas llanuras. Las tierras del Alto llano también se inundan, pero al llegar la sequía no queda agua estancada en ninguna parte; empero en los Bajos Llanos, pese al sol y a los llamados “vientos de verano” o al “viento Barinés”, o a los que soplan del este con intensidad, se han incrementado las lagunas con la inundación o como ellos dicen, con el aniego y aparecen en este paisaje como verdaderos oasis, los esteros y los morichales, a los que un sinnúmero de garzas y patos de diversos colores convierten en una acuarela de belleza sin igual” Vinicio Romero Martínez

En Florentino y el Diablo, Alberto Arvelo Torrealba describe ambos paisajes:
“Ojo ciego el lagunazo, sin junco garza ni grey, dura cuenca enterronada donde el casco da traspiés. Los escuálidos espinos, desnudan su amarillez, las chicharras atolondra nel cenizo anochecer, parece que para el mundo, la palma sin un vaivén”

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“No lejos asoma el río, pecho de sabana sucia. Inmóviles carameras, pávidos brazos desnudan. Escombros de minas lóbregas, el trueno arrastra y derrumba. Mas allá coros errantes, ventarrón de negra furia. Y mientras se duerme el son, en las cuerdas vagabundas, el rayo a la palma sola, le tira señeras puntas”

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