Por el camino del caño
ni palma que le suspire,
el uno en potro catire,
el otro en viejo castaño,
-el saludo y el rebaño
vueltos de sed de mil senderos-
en los aciagos esteros
donde la ilusión embauca,
trochando el Cajón de Arauca
se toparon los vaqueros
Cruzan la tierra silente
que el catire echó a la Historia
la vez que enlazó a la gloria
y la rabiató a su gente
Van en dos y dos doliente
sobre los marchitos tallos;
los corazones vasallos
de las lejuras sin treguas,
los ojos, pozos de leguas,
muertos de sed los caballos
Alberto Arvelo Torrealba
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