Entre los Blogs que sigo, que por cierto sorprende la cantidad de venezolanos que escriben "pro-Venezuela" en sus distintos aspectos, me gusta mucho Letras de Cojedes, que hace un importantisimo aporte literario y cultural de autores y temas de ese estado.
Acaba de publicar allí Isaias Medina, su creador, un simpático artículo sobre los cachos llaneros, tomado del libro LA MAGIA DE LA PALABRA POR TIERRAS DE BARINAS de María Josefina Villegas
(1998). Pensamos que vale la pena colocar casi en su totalidad el artículo pues su lectura fresca, lo hace muy agradable.
"Por los caminos del llano el hombre generalmente anda sólo a caballo, de la dura brega que representa los trabajos de llanerías y de enfrentarse a lo duro del medio. Es la risa y la imaginación lo que sirve de vía de escape. Así mismo, al enfrentarse con una naturaleza exacerbada en sus manifestaciones se identifica con ella, dominando su ambiente y todo lo rodea con una excepcional capacidad de conocimiento y de clasificación de la fauna y la flora de las cuales se siente como una parte más.
El estrecho contacto con la naturaleza le permite al llanero tener una seguridad propia y sentirse además como poseedor del dominio sobre el medio, todo lo cual le va permitir desarrollar un gran sentimiento de libertad, que solo será coartada por la presencia sobrecogedora de la inmensidad de la llanura con su horizonte en fuga perenne. “Es la ingrimitud, sentirse ante la inmensidad”. Ante lo cual con su carácter fantasioso dispuesto a la exageración y a la experiencia mágica, magnífica los hechos y fenómenos
que de una u otra forma desarrolla en estrecho contacto con el medio.
Se llama cacho aquellos cuentos, generalmente cortos, que expresan un vuelo fantástico de la imaginación, el cacho no hay que confundirlo con el chiste, es una actividad corriente donde algunos llaneros expresan una gran fantasía y una buena dosis de malicia en un lenguaje coloquial. El cachero jura y perjura que lo contado es la “purita verdá”, “sin naita e mentira”. Pero es de tal magnitud lo que cuenta que arranca risa entre los oyentes, y se establecen suerte de competencias para ver quién es el más exagerado en sus cachos. –“Si otro puede inventar tanto yo puedo hacerlo mejor, esos es inteligencia que tiene uno”- dice Don Tulio, un cachero de Libertad de Barinas que disfruta y hace disfrutar a sus vecinos con sus cachos.
Constituye ésta una forma de distracción que permite intercambiar vivencias y evidenciar el ingenio de los que lo practican. Flora Ovalles recogió en Libertad de Barinas esta muestra de cachos llaneros que Don Tulio le contó, así como sabe hacerlo uno tras otro, con un despliegue de su gran ingenio y poder de fabulación. “Con la “purita verdá”, “Sin decir ni una sola mentira”, “Porque es un poder de la inteligencia”.
De seguida oigamos a Don Tulio contar:
El viaje de los Pavos
"Voy a contarles lo que una vez nos pasó, sin naita de mentira. En aquel tiempo, tenía yo que llevar a Valencia una maná de doscientos pavos a pie, desde acá de Libertad de Barinas, sí pariente, a pie hasta allá, hasta valencia. Así los fuimos arreando con un bejuco por toítas esas carreteras. Pero sucede que ya cuando íbamos por San Carlos toítos esos pavos tenían esas patas peladas de tanto caminar, sí, tenían ampollas y ya no podían andar más. ¡Bueno pues qué gran problemón!, nos estaban esperando con los pavos y esos bichos que ya no querían caminar por las patas hinchadas y peladas ¡Ah bueno!, pero usté sabe que el llanero es del tamaño de la circunstancia que se le presente y sin esperar mucho yo fui y le compre un par de alpargatas para cada pavo y así fue como pudimos llegar a Valencia."
Los Científicos no Creen
"Los científicos no creen, pero en las nubes hay pescaos, si señor hay pescaos, que se los digo yo que lo vi, sin ninguna mentira, como que me puedo morir mañana, por mi madre santa. Ese fue un día que llovió mucho. Umju, llovió mucho, mucha, mucha agua cayó.
De por los laos de Arismendi había venido una nube grande. Era que se formaron nuevas lagunas. Caía tanta agua que la laguna que se formó iba desde acá hasta los laos del Cinaruco. Eso era agua bastante. Y yo estaba ahí con mi compadre. Mire, cámara, mi compadre atajó una cachama así, así de grande, casi tan grande como él, una cachama que cayó de esa nube inmensa. Y caían coporos y palometas que no alcanzábamos a recogerlos todos. Toda la gente pudo recoger pescao ese día y llenábamos tobos de pescao; estuvimos comiendo ese pescao por cuatro meses, umju, porque el quedó lo salamos. Sí, camarita, los científicos no creen, ellos dicen que saben y no creen, pero en el cielo, allá en las nubes hay pescao."
El Día que Sopló un Gran Viento
"Yo tenía como quince años, estaba así como muchachón. Mire, pariente, al lado de aquel caney grande, allí cerquita había un árbol tan grande ese árbol que no se le veía la copa y los pajaritos se cansaban tratando de llegar pa´ allá arriba tan alto. Bueno pues, sucede que un día amaneció soplando un viento muy juerte que cada vez que soplaba más juerte y los arboles se doblaban barriendo el piso con sus ramas. En la noche todos nos acostamos a dormí, así como todos los días lo hacíamos pues, y el viento que silbaba fuiiiu, fuiii, toda la noche y nosotros adentro de la casa, pero con ese frío muy, muy grande. De repente que empieza a sonar como un rumor, así uuuh, uuuh, y nos acostamos todos arropados hasta la cabeza. El viento fue tan fuerte que levantó el techo completico y lo dejó allá arriba sobre la copa del árbol muy alto. Pero lo que más nos impresionó, fue que las mujeres que estaban durmiendo cada una en su hamaca, estaban allá arriba, si pariente, seguían colgando en sus hamacas del techo que voló. Allá arriba tan alto que casi no se las veía. ¡Umju! estaban en sus hamacas en la copa del árbol grande.
El Viaje en el Caimán
"Ahora lo que les voy a contar. Esta es la impresión más grande que me he llevado. Eso sí, sin mentira ninguna, con la purita verdá. Caminado que iba yo por la orilla de una caño, y que zás me caigo al agua e´ golpe. Allí como esperándome estaba un caimán tan grande, mire que la cabeza estaba aquí donde está mi pie y la cola estaba allá como dos a tres leguas de largo. Si, un enorme caimán con su bocota abierta y que me traga completico con todo lo que yo llevaba conmigo. Eso adentro estaba muy oscuro, pero yo prendí mi lámpara y busqué donde poner los colgaderos y colgar mi hamaca, así es que saqué mi cuchillo y le abrí en una costilla del caimán. Sí, colgué mí hamaca en las costillas del bicho aquel, porque ya estaba cansado y tenía sueño. Sin mentira ninguna, esta fue la purita verdá. En mí porsiacaso llevaba comida y así me pude mantener mientras que sentía que el caimán iba rápido por esos ríos y yo no me podía salir de su barriga. El bicho iba tan rápido que sentía que el agua pasaba por fuera. Había pasado más de una semana, cuando e´ pronto siento que el caimán se va saliendo el agua y que se echa a dormir en la orilla. Ah bueno pues, como esos animales duermen con la boca abierta y que veo que entraba una luz desde afuera y yo que sigo la luz hasta la boca del caimán. ¡Pija saben dónde estaba! el caimán me había llevado hasta onde sale el Orinoco al mar, si allá onde mientan el Delta y jue allí en ese vainón tan grande onde entra el agua pa´ el mar, jue allí onde me le logré salir de la barriga al caimán y escaparme."
1 comentario:
Saludos, profesora. Me siento sumamente honrado de sus generosa lectura y de la reseña -sin palabras-que hace usted de este enlace de mi blog. Le agradezco en sumo grado sus atenciones. Isaías Medina López
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