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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

9 de octubre de 2012

La Jumacera

El fenómeno que llamaron el el llano "La Jumacera"  resultó ser muy trascendente en la historia llanera, asociada a la llegada del profeta Enoch, y acompañada con una serie de plagas que se sucedieron  simultáneamente, creo verdadera preocupación entre los habitantes del llano, muchos de los cuales se sintieron desesperanzados pensando que significaba el fin del mundo.

Queremos ofrecerle otro de los relatos contenidos en el libro LECTURAS DEL APURE LEGENDARIO, escrito por Don Francisco Castillo Serrano, relacionado con ests dias aciagos para  el llano apureño:

"En Apure las quemas de sabanas han oerdurado desde tiempos inmemoriales, posterior a los copiosos inviernos y sus consecuentes inundaciones, se suceden rigurosos veranos portadores de lapidarias sequías, y las tostadas sabanas cubiertas de pastos achicharrados son presa fácil del fuego que se expande vertiginosamente. Por allá en el año 1926, bajo la tutela gubernamental del doctor Hernán Febres Cordero, en los primeros días de abril, presenció el Apure uno de los veranos más pronunciados del que se tenga recuerdo, bautizado como “el año de la jumacera", debido a que la sabana ardió por los cuatro puntos cardinales impregnando el ambiente con una humareda tal que era imposible divisar persona alguna a pocos metros de distancia; un doloroso percance para los criadores que vieron disminuidos sus rebaños a causa de aquel inclemente verano. 

Tal acontecimiento desapreció al comenzar las lluvias, sin embargo la histórica humareda era citada por los viejos llaneros como época de referencia: “antes de la jumacera; en la jumacera; después de la jumacera”, la que vino acompañada de una descomunal peste que atacó al ganado vacuno eliminado millares de animales, y las vacas que se salvaron, quedaban abortando por uno o dos años. 

Posteriormente, como de ñapa, se presentó un enjambre de gusanos, orugas por millones, enormes, negros, que se alimentaban fundamentalmente de las hojas de campanilla o celedonia. El cochino sabanero no se podía comer, pues su carne se impregnaba del mismo olor de aquellas larvas que los cerdos comían en abundancia. 

No menos preocupante, y de menor dimensión, al menos para nosotros, lo constituyó otro fenómeno que para quienes no vivimos los tiempos de la “jumacera” puede, por su similitud, relacionarse con la referida circunstancia. En fecha relativamente reciente, noviembre de 1985, aconteció una de las tragedias más dolorosas que recuerde la humanidad, la erupción del volcán Nevado del Ruiz, entre los Departamentos de Tolima y Caldas en el hermano país colombiano, donde desapareció el poblado de Armero que contaba con unos 25.000 habitantes, quedando sepultadas en la desgracia 23.000 personas. Fue tal la magnitud de aquel impacto geológico que, a pesar de la distancia entre el volcán y el estado Apure, éste sufrió la consecuencia de ser contaminado en su ambiente por una espesa ceniza volcánica que opacó por varias semanas la luz solar. 

Los apureños temerosos, barajaban sus recuerdos, quienes presenciaron "la jumacera”, la invasión de gusanos, la peste del ganado esta vez y la oscuridad ocasionada por la ceniza del desastre colombiano; referían, curucuteando con nostalgia en el pasado de aquellas regiones, extrañados de no ver ahora los inmensos rebaños de ganados y bestias mencionadas por los historiadores de los primeros tiempos de la República: 
-El llano como que se va a acabar,
Se oyó entonces la voz de un recio llanero que exclamó: 
-El llano no se acaba nunca. El llano siempre renace. La fe de este pueblo siempre impone sus renuevos.

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