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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

9 de diciembre de 2018

La Parapara

Nuestra tierra venezolana tiene una biodiversidad muy vasta. Muchas veces lastimosamente desconocermos los usos y aplicaciones de la farmacia viviente que crece silvestre en todo el territorio. Hoy, en tiempos de transhumancia queremos dedicar este espacio para hablar  de una planta muy común y conocida que tiene distintos usos en el Llano.  Se trata del Paraparo ( Sapindus saponaria)


Nuestro  amigo y colaborador Francisco Castillo Serrano nos define su fruto como  una semilla muy dura, resistente y comestible su parte interior ( previamente tostada al fuego)  con  múltiples usos en el llano, entre los que destacan:
  •  Uso ornamental  para la confección de  collares, pulseras y adornos  en general  por parte de los indígenas.
  •  Uso  como detergente para lavar y como champú, para el aseo del cabello, a través de su cáscara pegajosa.
  • Como pegamento escolar (la cáscara).
  • Como cicatrizante para tratar las quemaduras de la piel, o laxante fuerte.
  • Sus hojas machacadas y tibias son usadas para tratar  las mordeduras de serpientes. 
No cuenta Franco Castillo que "Los muchachos apureños utilizaban aquellas semillas a manera de metras, en juegos colectivos o para cazar animales pequeños con fondas o gomeras." En su libro El Ultimo Violín describe varios juegos infantiles de la época y nos menciona: "El rayo de parapara. Una marca en el suelo cubierta de semillas simulando metras y los diestros jugadores se esforzaban, para tomar de él la mayor cuantía. 

Pepa..! (jugada simple) 

Pepa y palmo…! (cobraba doble) . Alardeaban antes de cada turno....


La semilla del Paraparo,  es completamente esférica y de color negro intenso, de allí una de las expresiones populares de Venezuela como "Tiene los ojos como dos paraparas", queriendo significar ojos grandes y oscuros.

El poeta Arvelo Torrealba versó en Florentino y el Diablo:

"Desde cuando yo jugaba 
paraparas del Rayuelo
vide con la noche oscura
la cruz de mayo en el cielo" 

El profesor Omar Carrero Araque nos contó en una oportunidad que el Rayuelo era un juego antiguo de muchachos, antes de la llegada de las  metras, canicas o pichas, que consistía en trazar "un círculo en  la tierra de unos 40-50 cm de diámetro marcando en éste dos diámetros en cruz sobre el que cada jugador colocaba  un número acordado de paraparas; después se trazaba un raya y desde cierta distancia cada jugador lanzaba una semilla  hacia la raya para ver quien la ponía más cerca, lo que definía el turno de las jugadas, siendo el primero aquel que acercaba más su picha a la raya.  Este jugador, utilizando los dedos medio y pulgar impulsaba su parapara hacia el círculo tratando de “volar” (sacar) el mayor número de paraparas ubicadas en el mismo, Repetía esta operación hasta que fallara, dando entonces  paso al siguiente jugador. 

Por su dureza, la parapara salta en pisos sólidos, lo cual no escapó de la sabiduría popular del pueblo creando el refrán que menciona  Ernesto Luis Rodriguez en el  Contrapunteo de los Refranes:

Se la bendice San Pablo / que es de la misma colmena;
no hay cantadores con pena / si a puro verso les hablo.
cuando canté con el diablo / lo vi parado en el viento;
después quedó sin aliento, / y a flor de rudos ahincos
se fue pegando mas brincos, que parapara en cemento. 
La oscura semilla del paraparo está envuelta en una cáscara suave y de textura pegajosa que cuando está madura luce de color amarillo. De allí que nuevamente Ernesto Luis Rodriguez lo mencione en el compendio de coplas que denominó "Cantares"

Tu fina piel de cochano 
la parapara no envidia; 
ella negrita por dentro 
tiene la concha amarilla. 

Desde el punto de vista botánico, el Profesor Carrero nos da la siguiente explicación:

El Paraparo es un árbol grande de copa ancha muy común en los llanos centrales y occidentales. En algunas partes lo llaman Jaboncillo porque la pulpa que recubre las semillas puede usarse como jabón. Sus semillas, llamadas Paraparas son de un color negro intenso, duras, redondas y lisas, que los niños utilizan a manera de metras o canicas. Cuando alguien tiene un comportamiento atolondrado se le dice que “da más brincos que parapara en cemento".
Como topónimo encontramos pueblos y caseríos con el nombre de Paraparo o sus derivaciones en Cojedes, Guárico, Portuguesa y Barinas, en donde aparecen Paraparo, Parapara y Paraparito. En el pueblo de Parapara del municipio Roscio (Estado Guárico) se ambienta parte de la novela Casas Muertas de Miguel Otero Silva. La historia señala también que en 1800 estuvo en este pueblo en científico alemán Alejandro de Humboldt.



Freddy Páez en su trabajo de investigación sobre la Flora reflejada en el Diario de un Llanero, también nos aporta algo más sobre el paraparo:
  
PARAPARA (Sapindus saponaria L)
Sinónimos:Pepo, Zapatero.
Usos: Industrial, Medicinal y Alimentación animal Domestico 
Árbol mediano, originario de América Tropical, Torrealba (4-85) ubica esta planta en las selvas del Orinoco, e indica que sus frutos lo consume el Venado (Odocoileus virginianus). Pitier,1978, (p-331) señala "... todas las partes del árbol contienen un principio saponificante amargo, las semillas son venenosas y reducidas a polvo sirven como insecticida, el aceite extraído de la raíz se usa en la medicina y en la fabricación de jabones, la infusión de las hojas contra mordeduras de serpientes y picaduras de rayas...". Sus semillas negras y redondas son usadas como sustituto de las metras en los juegos infantiles.
Finalmente y como ya mencionamos, es difícil hablar de Paraparas sin relacionar la palabra con la historia de ese pueblo aniquilado por el Paludismo y hecho célebre en la obra Casas Muertas, de Miguel Otero Silva:
En el rincón oscuro de los ranchos, nacidos con el instinto alevoso de ocultarse para el asalto, voraces filamentos alados, las hembras acechaban al hombre, a la mujer y al niño. Avidas agujas de la noche, caían sobre los cuerpos dormidos, clavaban los empuntados estiletes y sorbían la primera ración de sangre. El silencio se cruzaba de agudos zumbidos y una pequeña voz gimoteaba en el catre: -¡Mamá, que me pica la plaga! Se hundía el aguijón aquí y allá, una y mil veces, en la piel del niño sano y del niño enfermo, en la choza del hombre sano y del hombre palúdico.”
Les invitamos a conocer más de este pueblo en los siguientes enlaces:


 PARAPARA DE PARAPARA O PARAPARA DE ORTIZ

ORTIZ, LA FLOR DE LOS LLANOS



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