"Era el mes de mayo, mes de espantos y de aparecidos, época de
lluvia, cuando la sabana se viste de flores y el terronal se remoja.
Llano en mayo con sus noches oscuras y caminos llenos de agua"
El mes de mayo siempre se ha relacionado en el Llano con la aparición de espantos. No significa ésto que sólo aparezcan en este mes, sino que se acentúa su presencia con la llegada de las lluvias. Pareciera que la llanura anegada, el cielo oscuro relampagueante y las "noches de fieros chubascos", son muy propicias para su aparición.
Indiscutiblemente después del Diablo cantador, el mas resaltante de los espantos es el Silbón, que aunque dicen que no pasa al estado Apure porque el río le moja el saco de huesos que siempre lleva consigo, igualmente se le nombra por esas tierras.
Sin embargo hay otros fantasmas muy famosos como la Sayona, la Llorona y la Bola de Fuego, que son conocidos a nivel nacional e incluso internacional, especialmente las dos primeras que tienen su representación en distintos países.
Pero además de estos espantos tan conocidos, en cada rincón llanero, en cada pueblo, hay algún ánima, espanto, aparecido o aparato que forma parte del folclore de ese lugar.
En esta materia, la profesora Carmen Montero, hace una clasificación interesante en su libro Mitos y Leyendas del estado Portuguesa. Colocaremos el enlace en aquellos que hemos mencionado anteriormente en estas páginas.
.- Los que adquieren forma humana: Son los que se oyen y se ven y tienen características pavorosas
como ojos de fuego, dientes largos y afilados, cuerpos esqueléticos. Se
pueden citar entre ellos: El Silbón de Guanarito, El Ahorcado de Turén,
El Amo del Agua de Chabasquén, El Hachador de Ospino, El diablo, la Sayona, la Llorona, el Cazador, entre otros.
.- Los que adquieren forma animal: La Cochina Parida de Píritu, que se convierte en bandada de zamuros o manada de monos. La Culeca de Mesa de Cavaca, El Venado de Piedra de Agua Blanca, La Burra Maniada de Papelón, La Culebra Gigante de la Represa de San Rafael de Onoto, El Tigrito de Píritu.
.- Los que se manifiestan con luces y resplandores: como la Bola de Fuego y luces que indican tesoros o entierros.
.- Los que se anuncian con ruidos: como El Carretón de Acarigua, El Encadenado de Píritu, y los silbidos de las animas.
Además de estas clasificaciones de acuerdo a la forma en que se manifiestan, hay una terminología que identifica el tipo de espanto. Tomaremos como fuente para esta clasificación parte de la recopilación hecha por Isaias Medina López y Duglas Moreno, del libro El Llano en Voces: Antología de la narrativa fantasmal cojedeña y de otras soledades. El diccionario completo de espantos y aparecidos, lo publicaremos en otra entrada.
Ánimas: Pobladores del más allá que invocan los llaneros en procura de bienestar. Práctica de la etnia indígena Pumé (Montiel Acosta,1995). Los favores que provee el ánima deben pagarse con el cumplimiento cabal de lo que se haya ofrecido a cambio; dado que el llanero es hombre que muere por su palabra, no es de extrañar que cualquier desobediencia con dichos espíritus se pague con la vida.
Aparatos: Fantasmas y Misterios que siendo “nacionales” tienen diversas versiones según cada comunidad o región del país, como las interpretaciones de las leyendas de Juan Machete, El Burro del Buracal, Federico y Mandinga y la Historia de la Sayona (José Alí Nieves y José Jiménez “el Pollo de Orichuna”); La Silbona (Carrao de Palmarito); El Espanto del Troncón (Francisco Montoya); El Hachador perdido y El Muerto de Las Tres Matas (Hipólito Arrieta); La Muerta de Las Galeras del Pao (Dámaso Figueredo y Winston Leal) (....).
Aparecidos: En el año 896 el papa Bonifacio VI, ordena que se “exorcicen y eliminen las apariciones malignas del camino", pero el anti papa Bonifacio VII en mayo ( mes de los espantos y aparecidos) de 978, les elimina el carácter de "malditos" y los salva al declararlos "almas en pena", a quienes se les puede rezar y hasta pedir favores. Los llaneros, pese a tener tanto espacio disponible, entierran o dejan recordatorios de sus muertos en los caminos, facilitando la residencia de los aparecidos; ésta práctica se hizo nacional e incluso internacional con las marchas de los llaneros durante la Guerra de Independencia, las otras guerras civiles y los legendarios arreos de ganado. Estas marcas y aparecidos del camino sirven de compañía y hasta de prueba de fe.
Celaje: Combinación arbirtraria de "celeridad" e "imagen". Señal, presagio, manifestado en sombras o en una luz. Dada su velocidad casi imperceptible se dificulta su interpretación. Puede significar el fin de un agobio o un desenlace fatal. Si el celaje pasa con ruido seco y veloz el asunto es de gravedad. Los animeros dicen que si el celaje además de ruido viene con una brisita fría, es que a uno lo va a agarrar la "pelona"; viene segura la muerte.
Entierros: Botija repleta de morocotas y joyas enterrada en sabana abierta o en una casa, a quien éste le toque se le aparece una luz azul señalándole la ubicación del botín. en ocasiones un muerto indica el lugar del entierro, pero hay que ofrecerle rezos.
Espanto: de espantar. Derivación latina de expavere (temor) y de pavere (pavor) . de pavor provienen: pávido ( miedoso): imávido ( sin miedo a nada); pava (mal asunto); pavoso (de mal presagio); payar (cantar con valentía) y payador (cantador valiente) como lo fue Santos Vega, el gaucho argentino (...)
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