Este refrán habla de las costumbres enraizadas. Cuenta el abuelo que el campesino procesa la manteca líquida del cerdo y la envasa en frascos o taparas, donde casi siempre queda algo por fuera que es lo que lame el perro.
El refrán se aplica cuando aparece una conducta que es consecuencia obvia de una costumbre o situación.
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