No estaría completo este blog si no nos paseamos un poco por los entretenimientos de los niños, por allá en tiempos del abuelo. Hoy seguramente en esas tierras los juegos son mas modernos, pero el trompo, la zaranda, la perinola, el gurrufío, el saltar la cuerda, si bien no son todos completamente llaneros, significaron mucho hace no tantos años.
Hoy hablaremos del Trompo.
Cuenta el abuelo que jugar trompo era algo muy típico de Semana Santa; jugaban los hombres con el trompo y las mujeres con la zaranda o zaraza. El abuelo hacía buenos trompos, los hombres se los encargaban con suficiente antelación, ya que hacer un buen trompo requería por lo menos una semana de trabajo.
Había de distintos tipos: si se quería un trompo duro y resistente, había que hacerlo de araguaney -bicho bien duro el araguaney- o de palo sano; si se quería un trompo sonoro, se hacía de guásimo - que ronca sabroso- , o de totumo; para un trompo término medio, se usaba el naranjo o guayabo. Se cobraba tres reales - eso era un rialero- El salario de un peón era de dos bolívares y de una mujer de tres reales. Si regateaban mucho, lo dejaba en un bolívar, cuando con un bolívar se compraban seis papelones, mucho real para un muchacho.
El trompo tiene que ser perfecto, balanceado, hecho en un trozo de madera liso, sin nudos, porque los nudos hacen que la madera tenga puntos con diferente densidad, lo cual hace que el trompo taratatee. Un trompo que taratateara era malo, tenía que ser sereniiiiiiiiiiiiito.
" Me iba al monte a buscar la madera y elegía una rama que tuviera un trozo perfecto, picaba el rolo y le daba una media forma con un tocón de machete. Luego le metía por arriba un clavo de zinc, que era lo que se conseguía por allá. Ese clavo era largo y en su extremo tenía como un sombrero, como una tachuela. Para meter el clavo en el rolo de madera, había que tener mucha precisión, pues debía quedar en el centro geométrico del pedazo y debía entrar perfectamente vertical, debía meterse totalmente.
Entonces empezaba el tallado, con el tocón de machete. Varias veces me corté, pero seguía insistiendo. El trompo tiene dos conos unidos, el de abajo es mas largo que el de arriba y el de arriba se le deja una pestaña o toconcito para amarrar el guaral. Había que tallarlo con mucho cuidado, pues un mal corte, hacía que se perdiera la madera. Después que tenia la forma, se raspaba con un vidrio de botella para darle el acabado liso. Antes de raspar la parte de arriba, había que rebajar la cabeza del clavo, lo cual se hacía con la piedra de amolar los machetes. Ese solo trabajo podía durar hasta medio día.
La punta del clavo también se amolaba bien y después se le daba una pequeña romada, para que no lastimara al cogerlo con la mano.
Una vez el trompo listo, se buscaba un guaral apropiado, no cualquier guaral; uno sabía cual era el guaral bueno. Se enrollaba en el toconcito de la parte de arriba y luego se bajaba bien prensado hasta la punta del clavo, se le pasaba por un lado y se enrollaba de abajo pa´ rriba bien prensao y con esa emoción, se hacía el “control de calidad”: cogía un cuero de venao seco y lanzaba el trompo; en lo que caía en el suelo ya se le podía dar el visto bueno, pero yo me acostaba en el piso a ver de cerca como bailaba; al trompo perfecto no se le veía el movimiento, -sereniiiiiiiito- y después de un rato, cuando disminuía un poco la velocidad empezaba a roncar y finalmente a cabecear.
Había varios tipos de trompo según su uso:
- El de servir, como el ya descrito;
- El de cobrar, que era para romper el del contrincante y que tenía el clavo aplastado en las puntas, como un destornillador, y se lanzaba con fuerza sobre el que había perdido para partírselo en dos o por lo menos sacarle un tajo que lo dejara inservible. Si lo pelaba, se perdonaba el trompo perdedor.
- El otro tipo de trompo era la batata, que tenía una forma totalmente diferente: era más redondeado en el centro y un poco achatado en los polos y tenía un clavo larguísimo; se usaba en arenales, donde el trompo normal se enterraba y se paraba. La batata se hundía un poco, pero por su clavo largo, uno podía sacarlo del arenal con la mano sin que se apagara. Cuando se salía del arenal, se guardaba la batata y se seguía jugando con el trompo normal.
Si me lo encargaban con color, buscaba en la montaña, una mata que se llama cunopia que es una bromelia con una cepa en el centro con semillas muy moradas. Entonces hervía en una olla unas semillas metía el trompo y salía moraiiiiiiiiito..........
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